EL PAíS › ASUMIO EL PODER LA SOCIALISTA MICHELLE BACHELET, PRIMERA PRESIDENTA CHILENA
Kirchner estuvo en primera fila en la emotiva ceremonia en el Parlamento de Valparaíso, con 30 presidentes y mandatarios presentes. Se confirmó que Bachelet hará su primer viaje a la Argentina y la flamante presidenta afirmó que la relación es estratégica.
Los chilenos deberán acostumbrarse entonces a ver la banda roja, blanca y azul sobre sacos blancos y blusas, y no más trajes azules o grises. Al fin, fueron ellos quienes decidieron elegir una mujer para presidenta por primera vez en su historia. El “Sí, prometo” de Michelle Bachelet resonó ayer al mediodía en el Palacio del Congreso, en Valparaíso, y coronó una ceremonia marcada por la alegría y la emoción. Tanto por el contrapunto de gestos y gritos espontáneos entre Bachelet y el público como por la ovación de varios minutos que se llevó Ricardo Lagos como despedida. La presidenta socialista asumió con el compromiso de mantener a Chile en la senda del crecimiento económico, mejorar la política de distribución de los ingresos y encarar la urgente reforma de un sistema previsional que se desmorona. En materia internacional, el objetivo declarado es estrechar la relación con los países vecinos. En ese sentido debe entenderse la cálida entrevista que mantuvo el viernes con el presidente de Bolivia, Evo Morales –país con el que Chile mantiene una añeja disputa– y la confirmación de que la Argentina será el primer país que visite en el comienzo de una minigira por la región.
Los medios chilenos no se cansaron de destacar lo “histórico” de la jornada que vivieron ayer. Y no sólo por el comienzo del cuarto mandato presidencial consecutivo de la Concertación chilena, tal vez la alianza de partidos más exitosa del continente. Bachelet es mujer y un repaso de su perfil no deja de llamar la atención en cualquier punto en que uno se detenga: 54 años, pediatra, socialista, agnóstica, separada, madre de tres hijos de diferentes padres, hija del general Alberto Bachelet, muerto por las torturas de la dictadura de Pinochet, ella misma detenida y torturada junto a su madre cuando tenía apenas 19 años, luego exiliada en Australia y Alemania. Antes de ser candidata a presidente, también fue ministra de Salud y de Defensa, este último cargo también ocupado por una mujer por primera vez.
Tantos condimentos enmarcaban el carácter único de la soleada y calurosa jornada de ayer en Valparaíso, hasta donde se trasladaron los 30 presidentes y cientos de funcionarios extranjeros que participaron de la ceremonia. El Congreso de Chile es una extraña mole de arquitectura moderna en medio de una ciudad de estilo colonial. Ya a lo largo de la muy disfrutable ruta 68 que une Santiago y Valparaíso muchos chilenos se habían acercado con sus banderas para saludar el paso de las comitivas. El espíritu patriótico no alcanzó a conmover a la concesionaria de la autopista que cobró peaje igual que todos los días a quienes viajaron para presenciar la ceremonia y hasta a algunos micros que integraban las comitivas.
Otros miles de chilenos le dieron color a la fiesta que se armó frente al Congreso, donde vivaron a Lagos que llegó saludando de pie a bordo de un automóvil descapotable, con la banda puesta. El aún presidente ingresó a paso lento al Congreso donde ya lo aguardaba un recinto colmado. Caminó por el pasillo central hasta la mesa de las autoridades, ubicada bajo un inmenso escudo chileno realizado en mármol con su inquietante lema “por la razón o por la fuerza”. En primera fila los presidentes y los integrantes del gabinete saliente y del entrante. Más atrás, el resto de los invitados especiales. Por razones de protocolo, el príncipe de España Felipe quedó en tercera fila y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, una fila más atrás. Kirchner era el primero de los presidentes junto a su mujer, la senadora Cristina Fernández. Lagos se fue de la presidencia con una aceptación del 65 por ciento entre los chilenos y el dato vaya si se notó en su despedida. Recibió un sostenido aplauso de pie por parte de todos los presentes durante varios minutos, que lo conmovió.
Traspaso
La ceremonia de traspaso en Chile tiene mayores formalidades que la argentina. Lagos debió pasarle la banda al titular del Senado, el ex presidente democristiano Eduardo Frei –electo en el cargo ayer temprano luego de que su contrincante interno decidiera dar un paso al costado– quien a su vez se la colocó a Bachelet. No hay bastón presidencial pero a cambio existe “la piocha de O’Higgins”, una especie de medalla con una estrella de cinco puntas que es símbolo de mando porque el libertador chileno la recibió cuando lo pusieron al frente del ejército, en 1813.
El “Olé, olé, olé, olé, Michelle, Michelle”, y gritos como “Michelle, estamos contigo”, pusieron a la ya presidenta al borde de las lágrimas. Su madre, Angela Jeria, y sus hijos seguían la ceremonia desde un palco. Pero fue la ovación de despedida que recibió Lagos cuando dejó el estrado lo que terminó por hacerla llorar. Es curioso: todos en Chile ya hablan de “Lagos 2010”, dado que por la reforma constitucional Bachelet no puede ser reelecta. Si no ocurre nada raro en estos años, la transición de la Concertación estaría garantizada.
La ceremonia siguió con una parte soporífera. La presentación de los veinte ministros que integrarán el gabinete de Bachelet y su jura. Los mayores aplausos se los llevaron Ricardo Lagos Weber –el hijo del ahora ex presidente, que ocupará la secretaría general– y la joven ministra de Cultura, Paulina Urrutia. Muy conocida por los chilenos como actriz de novelas, Urrutia quedó consagrada ayer como la integrante más popular del gabinete. Para matizar el tedio de esta parte de la jura, los presidentes aprovecharon para conversar. El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se puso a hablar con Kirchner y con Cristina; Evo Morales –vestido con una de sus camperas con motivos indígenas– con el paraguayo Nicanor Duarte Frutos. Enseguida llegó el himno chileno y el cierre del acto. Ahora, quien hizo el paseo en el descapotable fue Bachelet, que pasó revista a las tropas que la esperaban en el frente del Congreso. Desde allí siguió al Palacio del Cerro Castillo, en la vecina Viña del Mar, donde se realizó el almuerzo con el que agasajó a los mandatarios extranjeros. Por la tarde, Bachelet ocupó por primera vez su despacho en el Palacio La Moneda y saludó a la gente desde el balcón que da a la Plaza de la Constitución.
Buenos vecinos
La salida de los presidentes de la ceremonia en el Congreso fue tumultuosa, con las cámaras de televisión rodeándolos y las consabidas frases de ocasión. Kirchner dijo estar muy emocionado por la asunción de Bachelet y se mostró seguro de que las relaciones bilaterales entre Argentina y Chile serán muy buenas. Sin embargo, ante una pregunta, aclaró que no las imaginaba mejor que lo que ya están. “No, con el presidente Lagos fueron muy buenas, y serán igual de buenas con la presidenta Bachelet”, aclaró a la televisión chilena. Lo cierto es que la decisión de Bachelet de inaugurar el avión presidencial con una viaje a Buenos Aires fue interpretado como “un gran gesto” por Kirchner.
El nuevo canciller, el democristiano Alejandro Foxley, es un economista recibido en Wisconsin que fue ministro de Hacienda de Patricio Aylwin. Es un convencido de las bondades de los acuerdos de libre comercio que Chile tiene firmados con varias naciones –Estados Unidos y China, entre ellas– y también pondera las virtudes del ALCA. Sin embargo, pese a haber elegido a un dirigente de las características de Foxley como canciller, Bachelet aclaró que su prioridad en política exterior será estrechar lazos con los vecinos. Ya calificó como “estratégica” la relación entre Chile y la Argentina y en el mismo sentido se ubica la amistosa recepción brindada a Evo Morales que los medios chilenos ubicaron como un jalón más de las históricas jornadas que les toca vivir por estos días.
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