EL PAíS › CECILIA PANDO, APUNTALADA POR MILITARES RECICLADOS
La irrupción en la Rosada de la esposa del mayor Mercado, pasado a retiro cuando ella defendió la dictadura, fue ideada en la empresa de seguridad donde él trabaja, y que maneja un coronel que integró el grupo de tareas de Bussi.
› Por Nora Veiras
“Yo entré en lugar de la diputada (Nélida) Mansur, como asesora. Porque ella no podía ir, entonces le pedí si podía ir yo. Me dijo que no había problema, así que llamamos el día antes, me anotaron en una lista y ahí asistí al acto.” Así explicó la mediática Cecilia Pando su irrupción en la Casa Rosada el Día Internacional de la Mujer, cuando se transformó en noticia por interrumpir al presidente Néstor Kirchner para bregar por su libertad de expresión. Quienes conocen de cerca los movimientos de la señora del mayor Rafael Mercado cuentan, sin embargo, que la entrada estelar careció de espontaneidad: se habría ideado en las oficinas de la empresa de investigaciones y seguridad privada Scanner SA Allí recaló Mercado después de haber sido pasado a retiro por los dichos y hechos de su esposa en defensa de los represores presos. Y, como la casualidad parece no signar los pasos del matrimonio, hete aquí que el teniente coronel retirado Héctor Schwab, quien estuvo preso por orden del juez español Baltasar Garzón acusado de delitos de lesa humanidad, sería el propietario real de la empresa que cobija a la pareja.
Schwab formó parte del grupo de tareas de Antonio Domingo Bussi mientras estuvo a cargo de la intervención militar en Tucumán. A fines de julio del 2003, cuando recién había asumido el gobierno de Kirchner y todavía seguían vigentes las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, el juez federal Rodolfo Canicoba Corral, en cumplimiento del pedido de Garzón, dispuso la detención de cuarenta y un militares y un civil, entre ellos Schwab, acusados de genocidio y terrorismo de Estado. El teniente coronel no fue extraditado porque la Justicia argentina decidió que como las causas por violaciones a los derechos humanos se estaban reabriendo en el país, primaba el criterio de investigar en el lugar donde habían ocurrido los hechos. Schwab es uno de los militares acusados en la megacausa por la represión ilegal en el Tercer Cuerpo de Ejército que, con asiento en Córdoba y bajo las órdenes de Luciano Benjamín Menéndez, aplicó el terrorismo de Estado en esa provincia, San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy.
Esas cuentas pendientes con el
pasado serían el motivo que llevó a Schwab a poner a su empresa, Scanner SA, a nombre de su esposa Ada y de sus hijas Constanza y Pía. En la firma se refugian varios militares retirados y algunos en actividad, y si bien Schwab no aparece en los papeles nunca debe haber imaginado que otro ex camarada lo pusiera como referencia de Scanner al postularse en una bolsa de trabajo por Internet.
Lazos de familia
Desde hace tiempo, Schwab viene tejiendo la relación con Pando y su esposo. En el amplio piso de Arcos y Mendoza donde vive con su familia, el teniente coronel que combina su actividad en Scanner con la de vinculado marchand en el círculo de arte porteño le dio también alojamiento a la mujer para que pudiera desarrollar con comodidad sus actividades en Buenos Aires. Y junto con su hija Pía habrían ideado primero la denominada Unión de Promociones, una entidad en la que representantes de las tres Fuerzas Armadas se reclutan para criticar a las actuales cúpulas castrenses. A medida que esta maestra de 37 años con siete hijos se instalaba como una figura mediática recordando el discurso de los Familiares de Muertos por la Subversión (Famus), que a principios de los ’80 intentaron contrarrestar las denuncias de los organismos defensores de los derechos humanos, la respaldaron para darle forma a la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos Argentinos (Afyappa).
Como presidenta de esa entidad, Pando encabezó un acto el pasado 21 de diciembre frente a Tribunales. “Reclamamos libertad ya, para todos los detenidos sin sentencia o proceso por supuestos delitos de la década del ’70. Una Navidad sin presos políticos será el primer paso para terminar este cíclico proceso de venganzas, nuestra historia tiene demasiados vaivenes. Quiera Dios que mañana la venganza y la revancha política que hoy se implementan no causen nuevas víctimas al pueblo argentino”, amenazó la señora del mayor Mercado enfundada, al igual que todas sus chicas, en una remera blanca con una gran bandera argentina encerrada entre rejas, simbolizando la “Patria presa”.
Ese acto en el que la libertad de expresión trocó en una virtual apología del delito provocó el pase a retiro de Mercado. En los mentideros castrenses comentan que esa alternativa ya había sido evaluada en las reuniones con Schwab, quien de inmediato le aseguró un puesto de trabajo por alrededor de 1500 pesos en Scanner SA al mayor que tuvo que dejar la subjefatura de la Compañía III de Inteligencia de Paso de los Libres y cobra poco más de 1000 pesos. La red de contención del matrimonio se tejió también con la contratación de Pando como asesora de la diputada Mansur, a la sazón la suegra del ex subcomisario Luis Abelardo Patti. El líder del Paufe, cuya asunción como diputado nacional está en suspenso a raíz de sus causas abiertas por el secuestro y asesinato de Adolfo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi, entre otros, es uno de los asistentes a las reuniones que organiza Schwab en Scanner junto a los ex carapintadas Emilio Nani y Gustavo Breide Obeid.
Entre semejantes personajes cuyos prontuarios no resisten la menor revisión, Pando apareció como un ícono potable del discurso más reaccionario. Debutó con una carta de lectores en La Nación en marzo del año pasado, en la que criticaba a Kirchner por haber desplazado al obispo castrense Antonio Baseotto, quien había sugerido tirar al mar con una piedra al cuello al ministro de Salud, Ginés González García, por haberse pronunciado a favor de la despenalización del aborto. En aplicación de los reglamentos castrenses, el jefe del Ejército, Roberto Bendini, dispuso un arresto de 20 días contra Mercado. Ante las críticas del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) a la vigencia de esa norma que castiga al hombre por los dichos de su mujer, Kirchner dejó sin efecto la medida.
Lejos de aplacarse, la señora se ensañó. Repitió a diestra y siniestra que “los desaparecidos están vivos en España”, que “el Ejército argentino defendió a la Patria de los ataques del terrorismo”. De inmediato, fue alistada por los Servicios Privados (sic) de Inteligencia (Seprin) como columnista estrella de su página web y hasta fue precandidata del menemismo como diputada por la Ciudad de Buenos Aires en octubre pasado. Reapareció el miércoles en la Casa Rosada reivindicando su condición de mujer a la que discriminan por lo que piensa y dice. Al salir del acto, otra invitada le preguntó: “¿Te imaginás qué hubiera pasado con vos si el Presidente no fuera un civil sino el jefe de esas dictaduras que defendés?”. Pando le dijo a La Nación: “Una señora, no sé qué me quiso decir, algún reproche, pero yo estaba tan nerviosa que ni la escuché”. Quizá si le pregunta a su protector, el teniente coronel retirado Schwab encontrará la respuesta.
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