“Recordar el pasado para construir sabiamente el presente” es el título de la breve declaración emitida ayer al término de sus deliberaciones por la Comisión Permanente del Episcopado católico. El documento, de apenas una página, recuerda el 24 de marzo de 1976, al que califica como “un hecho, acontecido en un contexto de gran fragilidad institucional y consentido por parte de la dirigencia de aquellos momentos, que tuvo graves consecuencias que marcaron negativamente la vida y la convivencia de nuestro pueblo”.

La reunión de la Comisión Permanente, presidida por el cardenal Jorge Bergoglio y de la que participan otros 21 obispos de todo el país, cerró sus deliberaciones ayer al mediodía. En la agenda de los obispos estuvieron presentes temas institucionales, pero también se dedicó tiempo al análisis de la situación del país desde la perspectiva de la Iglesia. No hubo, sin embargo, pronunciamientos sobre este particular, corroborando la línea de cautela que se ha impuesto la jerarquía en los últimos tiempos para evitar todo roce con el Gobierno.

A propósito de treinta años del golpe militar, el documento emitido al final del encuentro insiste en la idea de la “reconciliación”, afirmando además que “ella se edifica sólo sobre la verdad, la justicia y la libertad, impregnadas en la misericordia y el amor”. Dicen también los obispos que “estos hechos del pasado, que nos hablan de enormes faltas contra la vida y la dignidad humana, y del desprecio por la ley y las instituciones, son una ocasión propicia para que los argentinos nos arrepintamos una vez más de nuestros errores y para asimilar, en la construcción del presente, el aprendizaje que nos brinda nuestra historia”.

El texto conocido ahora se alinea en una serie de gestos recíprocos entre la Iglesia y el Gobierno, y que tienen en la memoria del golpe militar y de sus víctimas uno de sus capítulos. La semana anterior Bergoglio presentó el libro Iglesia y democracia, una recopilación de documentos del Episcopado. En el acto estuvieron presentes dirigentes políticos de todas las orientaciones y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, enviado por el presidente Néstor Kirchner. El sábado pasado el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, descubrió una placa en la parroquia de Santa Cruz, en Buenos Aires, en reconocimiento a la labor en favor de la justicia y los derechos humanos realizada por los misioneros pasionistas responsables de ese templo que, en tiempos de la dictadura, albergó a las Madres de Plaza de Mayo y desde donde fueron secuestradas las monjas francesas. El próximo 21 de marzo el canciller Jorge Taiana descubrirá otra placa en recuerdo de los religiosos y religiosas de todos los credos, víctimas del terrorismo de Estado.

“Los cristianos, cuando recurrimos a la memoria, lo hacemos para purificarla y constituirla en fuente de sabiduría, reconciliación y esperanza”, dice ahora el documento de los obispos. Agrega que “debe ser el espíritu de reconciliación el que nos anime en el presente, alejándonos tanto de la impunidad, que debilita el valor de la justicia, como de rencores y resentimientos que pueden dividirnos y enfrentarnos”. Por eso, argumentan los miembros de la Comisión Permanente del Episcopado, “una fructífera mirada al pasado debe ayudarnos a todos a crecer en nuestra dignidad de hijos de Dios y a comprometernos responsablemente en la construcción de una patria de hermanos”.

Los obispos sostienen además que “si asumimos nuestra historia como verdadera maestra de nuestra vida presente, podremos vivir en el respeto a la ley, fortalecer nuestras instituciones y consolidar una democracia fundada en los valores de la verdad y la vida, de la justicia y la solidaridad, del amor y la paz”.