Sáb 18.03.2006

EL PAíS  › OPINION

Hacia un foro efectivo sobre DD.HH.

› Por César Mayoral *

Pese a la oposición de Estados Unidos, Israel, Islas Marshall y Palau, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la puesta en funcionamiento del Consejo de Derechos Humanos. Este organismo, cuya creación había decidido en septiembre pasado la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, reemplaza a la Comisión de Derechos Humanos, cuya creciente politización e ineficiencia la habían desacreditado como órgano idóneo de la comunidad internacional para pronunciarse sobre la situación de los derechos humanos en el mundo.

Los cambios que se introducen se dirigen a elevar el rango de la temática de los derechos humanos en el ámbito internacional, al mismo nivel de la seguridad y el desarrollo, considerados los tres pilares de la acción de Naciones Unidas en favor de un mundo más justo y más seguro.

Los ejes principales del nuevo Consejo son los siguientes:

1) Se trata de un órgano subsidiario de la Asamblea General. Anteriormente era una comisión dependiente del Consejo Económico y Social (Ecosoc).

2) Su membresía debe ser electa por la mayoría de los miembros de la Asamblea (97 votos). Antes se endosaban casi automáticamente por el Ecosoc los candidatos propuestos por los grupos regionales.

3) Debe reunirse por lo menos diez semanas al año y puede ser convocado por razones de urgencia si un tercio de sus miembros lo requiere.

4) Se instituye la “revisión por los pares”. Cada miembro electo acepta que se examine la situación de los derechos humanos en su país en el tiempo que dure su mandato de tres años que, por otro lado, no admite la reelección indefinida, con dos períodos como máximo de permanencia.

Análisis: Estos cambios apuntan a darle a este organismo mayor peso político y una actividad más regular, a mejorar la calidad de su membresía obligando a los aspirantes a obtener el apoyo de una mayoría calificada, haciendo más difícil el acceso de gobiernos desacreditados, que generalmente buscan ser electos con el objetivo principal de obstruir el análisis de la situación propia. Debe recordarse que la anterior comisión fue impotente para pronunciarse, por ejemplo, sobre los crímenes de la dictadura militar argentina, cuya diplomacia lograba hacerse elegir como miembro y desarrollaba toda clase de alianzas para impedir cualquier resolución en su contra.

En el nuevo Consejo se procura también prohibir la reelección indefinida, evitando la “eternización” de aquellos que por su poder se aseguraban una presencia permanente.

La “revisión por los pares” neutraliza la crítica a la “selectividad” que se le reprochaba a la comisión, al obligar a que todos pasen la prueba y asuman la crítica que corresponda a sus propias prácticas.

La Argentina, conforme al compromiso del presidente Kirchner con los derechos humanos, jugó un rol activo en la negociación, poniéndose decididamente del lado de quienes defendían la creación de una herramienta efectiva para proteger a las víctimas de violaciones a los derechos humanos en cualquier parte del mundo y cualquiera sea el gobierno responsable.

Conclusión: La creación del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas no garantiza absolutamente que los errores del pasado no se vuelvan a producir y se requerirá tiempo y esfuerzo para convertirlo en un instrumento respetado y efectivo. Pero constituye, con todo, un avance en la construcción de un multilateralismo más fuerte, destinado a proteger a las víctimas de los abusos represivos y autoritarios, que tienen a partir de hoy un foro más abierto y más apto para atender sus reivindicaciones, en condiciones de poder contener y presionar a los gobiernos que funden su accionar en la negación de los derechos de sus propios ciudadanos.

* Representante permanente de la Argentina ante las Naciones Unidas.

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