Sáb 18.03.2006

EL PAíS  › EL KIRCHNERISMO ESTUVO A PLENO EN LA ASUNCION DEL GOBERNADOR DE SANTA CRUZ

“Sancho va a ser un buen administrador”

Con el Presidente a la cabeza, los pingüinos festejaron la jura de Carlos Sancho, el vicegobernador de Santa Cruz que tomó la posta ante la renuncia de Sergio Acevedo. Sólo faltó el ministro de Planificación, Julio De Vido.

› Por Martín Piqué
Desde Río Gallegos

Un rápido vistazo al Salón Blanco de la gobernación no dejaba lugar a dudas. Estaban todos los dirigentes del Frente para la Victoria que acompañaron a Néstor Kirchner desde el ’90. Los hombres del Presidente se hicieron cargo sin fisuras de la gobernación de Santa Cruz con Carlos Sancho a la cabeza. “Es muy caminador, conoce a todos los intendentes”, lo definió el propio Kirchner ante Página/12 para luego precisar los atributos del reemplazante de Sergio Acevedo: “Sancho no es un cuadro político. Va a ser un buen administrador”. La masiva presencia de los pingüinos tornó más notoria la ausencia del ministro de Planificación, Julio De Vido, a quien se le adjudica una antigua rivalidad con el renunciado mandatario provincial que había sido el último vicegobernador del propio Kirchner.

Los primeros metros del auditorio mostraban una postal perfecta del poder político. A la izquierda del pasillo, se habían sentado el Presidente y su esposa; la senadora Alicia Kirchner y los diputados nacionales José Córdoba y Eduardo Arnold. A la derecha estaban el secretario legal y técnico, Carlos Zannini; el titular del Anses, Sergio Massa; el ex gobernador Jorge Cepernic (quien estuvo vinculado con la Tendencia Revolucionaria y gobernó un año; en 1974 renunció por presión de Perón y le dejó el poder a su vice), más el obispo de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín, cuya presencia se atribuyó al protocolo. Esta semana, los jefes de las diócesis patagónicas de la iglesia católica alertaron sobre la “falta de garantías constitucionales” en la ciudad de Las Heras. La postal del kirchnerismo se completaba con los funcionarios que, debajo de un crucifijo y enorme escudo de Santa Cruz, flanqueaban a Sancho. Eran sus futuros ministros.

Luego de que el vicegobernador asumiera formalmente el Poder Ejecutivo, llegó el turno de sus colaboradores. Primero juró Daniel Varizat, hasta ayer subsecretario general de la Presidencia, asumió en el Ministerio de Gobierno. “Es muy caminador. Conoce a todos los intendentes”, lo había elogiado poco antes el Presidente en un diálogo con Página/12. El segundo fue Juan Bontempo, licenciado en Ciencia Política y flamante ministro de Economía y Obras Públicas. Para hacerlo debió dejar la coordinación de la Unidad Presidente, un cargo que había sido creado ex profeso para él. Siguieron Nélida Alvarez (Asuntos Sociales), Roque Ocampo (secretaría general), Marcelo Cufré (Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda), la diputada nacional Silvia Esteban (Consejo de Educación), Julio Ciurca (Subsecretaría de Interior) y Juan Carlos Villafañe (Vialidad). Alvarez, Ocampo y Villafañe ya estaban en funciones durante la administración de Acevedo, aunque sólo Ocampo pertenecía a su espacio político. Los tres fueron confirmados en sus cargos. El resto desembarcó desde Buenos Aires por pedido de Kirchner. El regreso de tantos incondicionales del Presidente que ocupaban cargos en el gobierno nacional generó una lectura obvia pero indiscutible: la renuncia de Acevedo había colocado a Sancho –un dirigente sin mucha experiencia política– en un lugar muy comprometido. “Sancho no es un cuadro político. Va a ser un buen administrador”, dijo el propio Kirchner a Página/12 en una charla en el hall del Hotel Santa Cruz (ver aparte).

El ausente

Cuando Kirchner llegó al Salón Blanco de la gobernación, se repitió el ritual de algunos fines de semana. Se reencontraron viejos conocidos y amigos que están separados por la distancia entre Buenos Aires y Río Gallegos. Varios intendentes y comisionados de la provincia (se los llama así cuando gobiernan localidades más chicas) esperaban encontrarse con De Vido. Su ausencia sorprendió y alimentó las suspicacias. En Santa Cruz es vox populi que tenía la relación cortada con Acevedo desde hace años. Incluso, en el entorno del ex gobernador lo señalaron, nunca en público, en relación con los incidentes de Las Heras. Página/12 escuchó ayer otro capítulo de esas sospechas.

El interlocutor era un hombre de Acevedo. Cuando escuchó el apellido del ministro de Planificación, sorprendió con una especie de acertijo.

–¿Juega a la batalla naval? A veces se dice tocado... –dijo.

Era su forma de contestar a una pregunta por el conflicto de los petroleros en Las Heras, que cortaron 18 días la ruta en reclamo de la suba del monto mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias. Esa protesta derivó en un pedido de captura contra el vocero de los trabajadores, Mario Navarro. Su detención en la noche del 6 de febrero terminó con la trágica refriega ante la comisaría, en la madrugada del 7. La elusiva respuesta, vale aclararlo, provenía de uno de los dirigentes a los que el entorno Kirchner adjudicó “falta de experiencia” en la negociación ante el conflicto.

Esa crítica corre el peligro de transformarse en una advertencia. Por lo que se pudo ver en la calle –los docentes de Santa Cruz se concentraron en la calle cuando terminaba la asunción de Sancho, reclamaban aumento salarial y la eliminación de los pagos en negro–, en el horizonte de la provincia hay varias protestas en puerta. El panorama se complica más porque poco antes de renunciar Acevedo había prometido una suba del 13 por ciento a todos los empleados públicos. Esa cifra se incorporaría al básico. El anuncio quedó desactivado antes del alejamiento del ex gobernador. Los maestros acusan en términos muy duros al ex gobernador y al propio Presidente. “Exigimos el aumento del 13 por ciento al básico, retroactivo al 1º de marzo, y el inmediato cese de pagos en negro”, explicó Catalina Grandín, secretaria adjunta de Adosac (Asociación de Docentes de Santa Cruz).

La protesta de los docentes fue el decorado que acompañó la salida de funcionarios, simpatizantes del kirchnerismo y familiares de los ministros. “Acevedo tendría que decir cuáles son los verdaderos motivos de su renuncia. Es una práctica a la que nos tiene acostumbrados el Frente para la Victoria”, acusó Grandín desde un micrófono. Era imposible no escuchar su voz, transmitida por el equipo de audio de una furgoneta. Los docentes mostraban sus recibos de sueldo. “El básico nuestro es el más bajo del país, 161 pesos. Cobramos 250 por presentismo por cargo, como suma no remunerativa”, explicó a este diario Susana Núñez, maestra, quien no podía disimular la desconfianza. De fondo se escuchaba un cantito popular en los ‘90, con una modificación: “Traigan al gorila de Lupín...”, gritaban los manifestantes.

Kirchner no escuchó los cantitos. Había salido un rato antes de la gobernación acompañado por una multitud entusiasta.

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