Mar 18.06.2002

EL PAíS

Los que supieron de qué se trata

Hubo escraches espontáneos y urdidos. En tierra y en avión. Con reacciones y sin ellas. Recuerdos de una lista muy larga.

Puede ser en una confitería, en un restaurante, en un acto o en un avión. Puede ser espontáneo u organizado. Puede haber cacerolas y carteles y hasta una trompada, que a veces proviene desde los escrachados. Los políticos reciben, de estas diferentes maneras, la respuesta a lo que dieron a la sociedad.

- Barra: Fue uno de los primeros escraches espontáneos. Cerca de fin del año pasado la gente que compraba regalos en el paquete shopping Paseo Alcorta pidió a los gritos, con aplausos y golpeando las mesas del café, que se fuera el ex ministro de Justicia Rodolfo Barra. “Por culpa de éstos estamos como estamos. A vos te hablo, no te hagas el boludo, ladrón. ¿Qué haces acá en medio de gente decente?”, le dijo un hombre que lo identificó. Así se inició la protesta. Barra, acompañado por su mujer y su hijo, intentó una respuesta: “Soy libre de circular donde quiera”. Pero diez minutos después era escoltado hacia la salida por personal de seguridad. Para evitar nuevos incidentes, el ex ministro ultramenemista optó por un cambio de look y se afeitó su característica barba candado.

- Alemann: Fue el que despertó una polémica. Roberto Alemann, un “señor mayor”, recibió una zancadilla mientras caminaba por el microcentro y se topó con una protesta de ahorristas. Como no podía ser de otra manera, consiguió refugio en un banco. Algunos periodistas compararon a los agresores con nazis. Alemann, ministro de Economía del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri, dijo que los que lo golpearon eran activistas. Pero al parecer quien le habría propinado la patada –Alemann fue a la comisaría pero no denunció lesiones– era un desocupado sesentón a quien le quedaron sus pocos dólares atrapados en el corralito. Un par de semanas después, la agrupación HIJOS –los pioneros en los escraches sin piñas– le dedicó una de sus tradicionales protestas en la puerta de su casa. “Economista al servicio del hambre y el genocidio”, quedó pintado sobre la calle.
- Asís: Es otro de los episodios conocidos. Ocurrió en marzo pasado. El ex embajador menemista Jorge Asís fue reconocido en un bar porteño. Los clientes del lugar comenzaron a golpear la vajilla y a insultarlo. Asís desafió a un hombre que se levantó de la silla. El grandote no se amilanó, se le fue encima y le dio un empujón que lo hizo desplomarse sobre una mesa. El vidrio se rompió y se esparció en el suelo, donde Asís cayó de espaldas. Al otro día relató los hechos ante los movileros que lo esperaban en la puerta de su casa y aprovechó para criticar a los medios por –dijo– instigar este tipo de episodios. En ese momento, un vecino que pasaba caminando comenzó a insultarlo. Las cámaras dirigieron su atención al hombre: “Este señor es un farsante. Fue partícipe del gobierno de Menem que corrompió no sólo a su partido, sino a todos”. Fue un escrache en vivo y directo.

- Alfonsín: Los vecinos de la asamblea de la plaza Rodríguez Peña eligieron la casa de Raúl Alfonsín –un vecino del barrio– como símbolo. Allí fueron un miércoles de febrero de este año a golpear sus cacerolas. Y también el miércoles siguiente. Pero ese día el ex presidente decidió enfrentar a la protesta personalmente. “Felices Pascuas”, “La casa está en orden”, “ladrón”, le gritaban. Alfonsín se acercó e intentó defenderse a las piñas. “Pegó, pero como es un hombre mayor no lastimó a nadie”, describió una vecina. Los asambleístas regresaron después de un par de semanas a la puerta del edificio del ex presidente. No volvieron a ver a Alfonsín, pero se encontraron con un grupo de jóvenes radicales dispuestos a defender a su líder. No hubo golpes, sólo una guerra de cánticos.

- Eduardo Menem. El ex hermano presidencial no reconoce herencia alguna de Raúl Alfonsín. Pero algo Eduardo Menem aprendió del ex presidente: a agarrarse a golpes con quienes le reclaman por sus fallidos actos de gobierno, sus promesas incumplidas, los actos de corrupción. Una semana después del “incidente” del ex presidente, Menem le asestó un puñetazo en el rostro a un hombre que lo insultó en un avión. El senador se había sentado en la segunda fila. Delante de él se ubicó un joven que apenas lo vio comenzó a cantar contra la familia Menem. ¡Qué olor a mierda!, dijo.Los colaboradores del legislador relataron que “en el mismo momento en que profirió el insulto, se dio vuelta y lo miró, a lo que Menem le preguntó `¿cómo dijo?`”. El senador no esperó a que finalizara la respuesta y se desquitó en la cara de viajero. La tripulación tuvo que llevar a Menem al fondo del avión.

- Moliné: Además de los cacerolazos que se suceden todos los jueves frente al Palacio de Tribunales, algunos de los miembros de la Corte Suprema tuvieron que soportar escarnios personalizados. El ministro Eduardo Moliné O`Connor se levantó del palco oficial del Buenos Aires Lawn Tennis Club durante un partido de la copa Davis (Moliné es vicepresidente segundo de la Asociación Argentina de Tennis) después de que le gritaran que se fuera. Su colega Adolfo Vázquez fue insultado en su domicilio y suspendió una cena con amigos por miedo a atravesar la puerta de su casa. Vázquez hizo la denuncia judicial pero no logró convencer al fiscal Eduardo Freiler, que no consideró que el hecho fuera un delito.

- Macri: Mauricio Macri se preparó para hablar con los vecinos de Chacarita y Colegiales en el club Félix. Pero muchos de los habitantes de los barrios no estaban interesados en escucharlo. En cambio, las asambleas de la zona organizaron un escrache-cacerolazo. Los bombos, cantos y ruidos de utensilios de cocina lograron suspender el acto del empresario. Macri acusó a empleados del Gobierno porteño de “boicotear” su presentación, pero los vecinos de Chacarita y Colegiales reivindicaron su protesta. “Somos una asamblea democrática y abierta y no somos conducidos ni tenemos relación con el gobierno de la Ciudad. Ratificamos nuestra voluntad de manifestar nuestra bronca. El señor Macri es un beneficiario directo del vaciamiento de nuestro país”, expresaron.

- Ruckauf: Como Eduardo Menem, el canciller Carlos Ruckauf también fue víctima de un “aero-escrache”. En febrero, cuando volvía con su esposa de su viaje oficial por España, el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires fue reconocido en el aeropuerto de Barajas por pasajeros que hacían fila en el preembarque. Unas cuarenta personas comenzaron a hacer ruido con valijas y a insultar al funcionario, que se refugió detrás de los mostradores de Aerolíneas Argentinas. Los acompañantes del canciller contestaron a los gritos con gestos obscenos y tuvieron que ser sacados del lugar por personal de la compañía de aviación. A pesar de que las azafatas les dijeron que Ruckauf había sido derivado a otro vuelo, los pasajeros seguían convencidos de que había abordado y luego de la cena empezaron a golpear platos y cubiertos de plástico contra las bandejas, ante la mirada desconcertada de los turistas europeos.

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