EL PAíS
› ESCRACHE EN UNA UNIVERSIDAD JESUíTICA DE MANHATTAN
Menem, perdedor en New York
El ex presidente tiene cada vez más dificultades para aparecer en público. Debió pedir el resguardo de la policía por protestas de argentinos y norteamericanos en la Universidad de Fordham. “Lier, mentiroso”, le gritaron.
› Por Diego Schurman
El sopor de la mañana se desvaneció con los primeros aplausos. Un discurso clásico, con algunas estridencias y muchas referencias históricas, las de su conveniencia. A Carlos Menem le llegaba el momento de agradecer. Pero desde el fondo del auditorio comenzó a emerger el batiente ruido de las cacerolas. En un santiamén, las palmas abrieron paso a los insultos. Y el desconcierto conquistó definitivamente ese paraninfo universitario. Había varias razones, pero una primordial: el padre de las relaciones carnales acababa de graduarse como el primer ex presidente escrachado en público en los Estados Unidos.
Menem había llegado bien temprano a la Escuela de Leyes de la Fordham University de Nueva York, en plena Manhattan. Estaba junto a su mujer, Cecilia Bolocco, y un séquito de colaboradores.
El clima era distendido. Compartió algunas charlas informales con los estudiantes. Y, tras el desayuno, ingresó al auditorio. Había sido invitado por la escuela de graduados y política económica internacional de la universidad jesuítica para hablar de la crisis argentina.
Los folletos que se utilizaron para presentarlo eran pura caricia: “Menem, quien incrementó la inversión extranjera”, “cambió el sistema militar”, “logró la estabilidad política”, fueron algunas de las frases de bienvenida.
Hasta ahí todo normal, a no ser por un cartel, hecho en computadora, que le adhirieron con cinta scotch en el atril. Decía, prolijamente, “Thief”. O sea, “ladrón” en inglés. Pocos lo notaron: la seguridad del lugar se encargó de despegarlo.
El ex presidente comenzó su discurso. Leía. Pregonó sobre las bondades de la dolarización. Bendijo el sistema unicameral. Ensayó críticas a sus antecesores. Nombró a Alfonsín y a De la Rúa. Recreó la historia reciente. Y buscó sacar ventajas en la comparación.
El tono, pausado. Académico. Intentó no desentonar con los asistentes, más de 200, muchos de ellos argentinos, aunque no todos estudiantes.
–Vendiste la patria –sorprendió en voz alta uno. En ese momento nadie lo sospechó. Pero era el aperitivo de lo que se venía.
Menem siguió con su relato. Y, finalmente, hubo aplausos. Pero cuando el ex mandatario comenzaba a esbozar una sonrisa, desde las filas del fondo, en lo alto, unas cinco personas sorprendieron con el batir de las cacerolas y sartenes. Las habían traído en bolsos y mochilas. No fueron pocos los que se sumaron. El seminario era puertas abiertas.
Entre los trajes y corbatas, muchos hicieron notar las remeras de la selección nacional. No era una institución de la elite americana, pero hasta ahí Menem se mostró muy british, minimizando lo que sus ojos absorbían.
–Corrupto –se animó uno.
–Ladrón –se sumó otro.
–Cabrón –remató un tercero.
La traductora estaba impávida. No sabía qué hacer.
–Caradura, vas a volver a la cárcel –seguían las cuchilladas.
El personal de seguridad fue más expeditivo. Y en menos de dos minutos corrió del lugar a los caceroleros. Y también evitó que varios aficionados filmaran el incidente.
Nancy Bush, decana de artes y ciencias, pidió restablecer el orden. No tuvo mucha suerte. Otro grupo se sumó a las críticas.
–Aprendan a usar la democracia, brutos –gritó a los revoltosos Joaquín Luc, quien se presenta en sus tarjetas como el presidente del Partido Justicialista de los Estados Unidos
–Si no les interesa, para qué están acá –se quejó la ultramenemista Ana María Mosso. Bolocco, desde la primera fila, miraba a los ojos a Menem. Los diplomáticos argentinos y chilenos presentes dieron muestra de incomodidad. Lo mismo Javier Mouriño y Francisco “Paco” Mayorga.
“Yo me fui del país porque estaba descontento de él. Y él no sólo viene a Nueva York sino a mi universidad”, se mostró en queja Anabella Rolando ante Página/12.
La estudiante de periodismo, de 29 años, nació en Bahía Blanca y en 1995 se instaló en Norteamérica para buscar mejores horizontes. Fue al seminario de Menem como parte de su trabajo en “El Observador”, el diario de la universidad. “No soy ni radical ni peronista. No tengo militancia política. Simplemente quería hacerle llegar, a través de una pregunta, mi insatisfacción por su candidatura presidencial”, dijo la mujer que se encargó de detallar a los medios lo acontecido.
Cuando la sala recobró cierta calma comenzaron las preguntas. Nada iba a hacer cambiar la agenda, que incluía saciar las inquietudes de los presentes.
Como se hacían por escrito, Jorge Castro, uno de los escribas de Menem, buscó filtrar los cuestionarios más molestos. Pero evidentemente se le coló uno, entre las primeros.
–¿No cree que la corrupción y la mala administración del gobierno argentino de los últimos diez años, tal como la venta ilegal de armas, son los causantes del caos social y económico que está pasando la argentina? –debió leer, a su pesar, con voz firme.
Menem respondió que su gobierno había terminado con la corrupción “estructural” y que inició las tareas para combatir la “residual”. “Y lo hicimos con éxito”, remató.
Casi no había terminado cuando volvieron los ataques.
–Lier, mentiroso –exclamó un hombre, bilingüe, regalando a ex mandatario un curso acelerado de inglés.
Menem debió retirarse a una sala contigua. Pero el “escrache” siguió puertas afuera. Jóvenes argentinos desplegaron banderas en la entrada de la universidad. “Lacayo del FMI”, decía la más grande. También hubo volantes y promesas de nuevas protestas en el resto del recorrido del ex mandatario, que entre otras actividades incluía una visita a su par Bill Clinton.
Como en Buenos Aires, cuando le escracharon durante un homenaje al fallecido Julio Mera Figueroa, el semblante de Menem estaba desencajado.
Sin embargo, en diálogo con radios argentinas, el ex presidente dijo que se había exagerado la nota. Que se lo difamó.
“Es como la moneda falsa, la acuñan los delincuentes y la hacen circular los honestos, Quizás los que me atacan ahora sean personas honestas, pero han recibido moneda falsa y la están haciendo circular”, apeló a una frase que figura hace años en el manual menemista.
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