Mar 21.03.2006

EL PAíS

Los reveladores documentos de los vínculos entre Iglesia y dictadura

Horacio Verbitsky presentó los documentos –anticipados el domingo en Página/12– que demuestran la relación entre ambas jerarquías. Las revelaciones son la base de su nuevo libro Doble Juego.

Tres días después del entierro de monseñor Enrique Angelelli, la Conferencia Argentina de Religiosos dirigió un angustioso llamado al cardenal Raúl Primatesta en busca de protección ante “la escalada contra algunos sectores de la Iglesia” por parte de grupos armados “que actúan con impunidad, asociados con organismos de seguridad”. Primatesta respondió que los obispos habían elegido ser “prudentes como las serpientes” y que estaban convencidos de que “hay tempus loquendi y tempus tacendi”, que quiere decir, “tiempo de callar” (ver facsímil). Esto surge de uno de los 1200 documentos que sirvieron de base para la investigación de Horacio Verbitsky plasmada en el libro Doble Juego, la Argentina católica y militar, anticipada en este diario el domingo pasado.

Ayer, en conferencia de prensa, el periodista presentó una selección con la veintena de los facsímiles más reveladores de la relación entre la Iglesia y la dictadura. Se trata de papers que no fueron incluidos en las recopilación oficial que la Iglesia publicó para recordar los treinta años del golpe de 1976, el volumen “Iglesia y democracia en Argentina”.

Otro de los impactantes documentos desclasificados es el cable ATO56, del 22 de diciembre de 1978, en el que consta que la Nunciatura informó a la Embajada de Estados Unidos que las Fuerzas Armadas se habían visto obligadas a “encargarse” de 15 mil personas (take care of, en el original en inglés). Según explica Verbitsky, la fuente era un alto jefe del Ejército que había suministrado ese dato al nuncio Pio Laghi. Una semana después, el 29 de diciembre, Primatesta fue entrevistado en una radio italiana. “Se ha hablado mucho de este tema de los derechos humanos y no siempre de manera imparcial”, dijo el religioso. Según él, se trataba de “situaciones actuales o pasadas” que debían verse “a la luz de otros esfuerzos que se están haciendo, y en forma positiva, para tener una vida de paz”. Cuando el periodista insistió en saber “¿qué hace la Iglesia, y sobre todo la jerarquía católica argentina, por el problema de los desaparecidos?”, Primatesta respondió: “La Iglesia ha advertido en forma constante a las autoridades. No digo a los responsables, porque sería necesario saber quiénes son los responsables, y se trata de algo que a muchos se les escapa, sin excluir a las mismas autoridades. Por desgracia, la Argentina se encontró en una situación terriblemente peligrosa, por no decir caótica. Creo que los argentinos tienen la capacidad de ver las cosas en su real contexto y no mediante informaciones que pueden ser muy interesadas”.

Como base de su libro, Verbitsky utilizó, entre otras, estas “perlitas”:

- A una semana del golpe, Primatesta autorizó la entrega de domicilios de docentes y alumnos de colegios católicos a la inteligencia militar. Y dejó constancia de su decisión en el Boletín Eclesiástico del Arzobispado de Córdoba. Varias personas de esas listas fueron secuestradas.

- El 27 de septiembre de 1976, al recibir al nuevo embajador de la dictadura, Rubén Blanco, Pablo VI declaró su consternación y pena “ante los recientes episodios que han costado la pérdida de valiosas vidas humanas, incluidas las de diversas personas eclesiástica, en circunstancias que todavía esperan una explicación adecuada”. En esa forma elíptica se refería a los asesinatos de los sacerdotes palotinos y riojanos y del obispo Angelelli, cometidos por la dictadura en los dos meses previos. Pero una vez a solas con el embajador, el Papa le dijo que el gobierno militar contaba con su comprensión y toda su paciencia y exaltó las “relevantes condiciones” del dictador Jorge Rafael Videla. Así lo informó Blanco a la Cancillería.

- La Comisión Ejecutiva del Episcopado declaró su adhesión a la dictadura porque “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo”. Según refleja el acta de la reunión de la Junta Militar con ese organismo, del 15 de septiembre de 1976, la Iglesia mostró su conocimiento detallado sobre secuestros, torturas, asesinatos de presos, ataques a obispos y sacerdotes, control de sermones en las iglesias y de las instituciones eclesiásticas”.

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