EL PAíS › UN MARINO CON INQUIETUDES EN BAHIA BLANCA
Un ex marino “orgulloso” de haber sido funcionario de la última dictadura “aunque nos llamen genocidas” pretende dirigir la principal biblioteca popular de Bahía Blanca, que hoy renueva sus autoridades. Para optimizar sus chances le propuso integrar su lista a un ex preso político del tristemente célebre juicio por “infiltración ideológica marxista” contra los profesores de la Universidad Nacional del Sur. “A nuestra lista le vendría muy bien tener un izquierdista notorio para que no nos acusen de fascistas”, se sinceró.
Orlando Enrique Bolognani es capitán de navío retirado, tiene 71 años y mucho tiempo ocioso que ostenta como principal capital “para sacar a flote” a la biblioteca Bernardino Rivadavia. Una semana después del golpe de Estado, “la toma del poder” en sus palabras, fue designado interventor de la Asociación Obrera Textil “para regularizar anomalías que se observan en el movimiento sindical argentino”. El abogado de la AOL hasta la intervención fue Norberto Centeno, secuestrado el 6 de julio de 1977 en el operativo conocido como La Noche de las Corbatas, visto en el centro de detención La Cueva (Base Aérea de Mar del Plata) y cuyo cadáver torturado apareció días más tarde.
Dos días después de su nombramiento Bolognani nombró como tesorero al capitán de corbeta y miembro del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada Jorge Radice, actualmente procesado, en prisión preventiva y embargado por el juez federal Sergio Torres por los delitos de robo y extorsión contra el ex detenido-desaparecido Conrado Gómez. Según el relato del secretario del Obispado castrense Emilio Grasselli a la hermana de Gómez, el contador “vivió mientras tuvo bienes para negociar, después lo trasladaron”, en referencia a los vuelos de la muerte. Ante la Justicia la mujer relató que uno de los cheques arrancados bajo extorsión durante el cautiverio de su hermano estaba firmado “a la orden de la Asociación Obrera Textil, endosado a favor de José Héctor Ríos”, alias utilizado por Radice en las operaciones inmobiliarias de los marinos. El cheque fue rechazado y nunca llegó a la cuenta del gremio intervenido por Bolognani sólo porque la cifra que los marinos pretendían cobrar era superior a la depositada.
Tres décadas después de la dictadura que más libros robó y quemó en la historia argentina, el ex marino intenta reciclarse en la biblioteca local. Dos años atrás su lista fue impugnada por no reunir los requisitos legales. El año pasado fracasó: obtuvo apenas un 18 por ciento de los votos. Para mejorar sus posibilidades consiguió domicilios y mails de los socios, a quienes en varios casos dirigió cartas personales. Una de ellas la recibió por correo postal el sociólogo e historiador Victorio Schillizzi, cesanteado en 1975 por el interventor integrista de la UNS y cara visible de la Triple A bahiense, el rumano Remus Tetu, y preso durante un año y medio por un simulacro de juicio promovido por las Fuerzas Armadas y el diario naval La Nueva Provincia contra “los responsables de la infiltración marxista en los claustros”.
“Con o sin derechos humanos –ironizó Bolognani–, la biblioteca anda muy mal, nosotros podemos arreglarla y usted puede contribuir.” Le propuso no hacerse eco “de las calumnias que andan circulando, que soy un genocida”, le aclaró que en su lista Amigos de la Biblioteca son “todos civiles excepto yo” (además de su esposa Ana María Collina lo acompañan Juan Manuel Valea, Ricardo Castro, Alejandro Videgaray, Maricel Albertino, Jorgelina Figini, Marcos Moral, Viviana Sgavetti y Pablo De Biestégui) y le propuso integrarla “para que no nos acusen de fascistas”.Consultado por Página/12, Schillizzi consideró que “es una afrenta personal que no merezco, una ostensible provocación, sobre todo en estos días”, en referencia a los actos por los 30 años.
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