El canciller de Uruguay, Reinaldo Gargano, dijo tener esperanzas de que la semana próxima se realice la suspendida cumbre por las papeleras entre Tabaré Vázquez y Néstor Kirchner. Gargano lo anticipó luego de reunirse en la Casa de Gobierno uruguaya con su presidente; hasta el martes pasado, en Montevideo se mostraban con pocas ganas de hablar de una fecha para la reunión. En contraste con el optimismo del canciller, sin embargo, en Buenos Aires el Gobierno insistió en que la condición de la cumbre es que haya acuerdo sobre el estudio de impacto ambiental. “Tenemos que determinar a qué llamamos medio ambiente, no se trata sólo de la atmósfera, el agua, la flora y la fauna, sino también de saber de qué las plantas van a afectar la economía y el turismo, lo ictícola y lo rural”, sostuvo el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

La Casa Rosada envió ayer a Tabaré Vázquez un texto con su propuesta, en el que volvió a plantear la necesidad de que se estudien los efectos que las fábricas pueden tener sobre la economía y la vida social de los vecinos de Entre Ríos.

Los funcionarios argentinos quieren evitar que se repita la historia de la comisión binacional que el año pasado intentó, sin éxito, llegar a un acuerdo sobre las plantas de celulosa. Aquel equipo creado por Kirchner y Tabaré para destrabar el conflicto ni siquiera llegó a contar con la información necesaria para dar un dictamen y terminó enredado en una discusión sobre si el Uruguay había entregado los datos que le requirieron y si la culpa era de las empresas o de la administración de Tabaré. Finalmente hubo dos dictámenes por separado.

Ahora, como punto de partida, el Gobierno quiere establecer qué temas deberán analizar los expertos. Según el jefe de Gabinete, son diez o doce puntos que buscarán dar un panorama de cómo puede quedar afectado el medio ambiente.

“Ahí es donde tenemos el debate con Uruguay”, señaló Fernández. “Por ejemplo, queremos que se mida el efecto acumulativo de ambas plantas, porque no se puede medir el efecto de una separada de la otra”. Las fábricas de Botnia y Ence van a estar separadas por sólo 6 kilómetros entre sí; “los ambientalistas sostienen que uno más uno no siempre es dos. Uno más uno potencia el resultado y termina siendo cuatro”.

“Uruguay propone definiciones más laxas. La verdad, que nosotros sentimos que esa experiencia ya la vivimos. Por fijar temas de pericia con imprecisión, después los peritos terminan siendo imprecisos. Por eso queremos plantear puntualmente cuáles son los temas.”

El tema fue analizado por Tabaré Vázquez junto a su canciller y el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, su negociador oficial en el conflicto.

“Seguimos dialogando con las autoridades argentinas y estamos tratando de superar las diferencias”, afirmó Gargano a la salida de la reunión. “Estamos trabajando, lo vamos a seguir haciendo todo el fin de semana y esperamos que el lunes haya avances y novedades.”

En Gualeguaychú, los vecinos expresaron su “conformidad” con la posición de no firmar con Uruguay “un acuerdo que no refleje” sus “principales preocupaciones”. Edgardo Moreira, de la asamblea ambientalista, consideró que Uruguay “nunca quiso hacer un estudio de impacto ambiental, porque no le conviene” y que por ese motivo propicia un acuerdo que sólo contenga “consideraciones generales”. En la ciudad, al igual que en Colón, los pobladores realizan asambleas diarias sobre la evolución de las negociaciones.