EL PAíS › TERRAGNO HABLA SOBRE LAS PAPELERAS
El senador radical cree que hay margen para que Kirchner y Tabaré negocien una salida. Dice que “los cortes de ruta debilitan a la Argentina” y propone “imponer a Uruguay y a las empresas un plan de contención ecológica” supervisado.
› Por Eduardo Tagliaferro
“Hay que tener sentido de la urgencia. No hay que acorralar a los presidentes Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez, pero hay que apurarlos. Se creó una situación peligrosa en un conflicto que ha ido demasiado lejos”, dice en diálogo con Página/12, el radical independiente Rodolfo Terragno al evaluar la puja que ambos países sobrellevan por la instalación de dos plantas productoras de pasta de celulosa en las márgenes del río Uruguay. “Ni aun entre hermanos se puede hacer cualquier cosa”, dice para demostrar que el caso de las papeleras escaló demasiado.
–Usted reclamó canales de diálogo entre Argentina y Uruguay para destrabar el tema de las papeleras. ¿Hay tiempo todavía para iniciar las frustradas negociaciones?
–Hay que tener sentido de la urgencia. No hay que acorralar a los presidentes, pero hay que apurarlos. Hay que entender que uno y otro tendrán que hacer concesiones y a su vez tendrán que presentarlas como una victoria. Por eso hay que ayudar a los dos presidentes, acompañarlos y apurarlos. No hay que olvidar que hay muchos factores que interfieren y que no se pueden manejar todos al mismo tiempo.
–¿Era evitable la llegada a este punto de conflicto?
–Según mi punto de vista, dada la gran cantidad de errores que cometieron ambos gobiernos, se ha ido muy lejos. Esto ha creado una situación peligrosa en la que lo peor que puede suceder es que los uruguayos crean que los argentinos somos imperialistas y nosotros que creamos que los uruguayos son envenenadores.
–¿Cómo se puede destrabar el conflicto?
–A veces cuando se habla de la hermandad entre argentinos y uruguayos se puede caer en un exceso de confianza. Ni entre hermanos se puede hacer cualquier cosa. Tanto Kirchner como Tabaré Vázquez se han dado cuenta de esto y ahora les resulta difícil desandar el camino, pero fundamentalmente les resulta difícil salvar la cara. Por eso digo que hay que ayudarlos. No ayudan las declaraciones del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, ni las del ministro del Interior, Aníbal Fernández. Tendrían que callarse la boca y dejar que los presidentes y los cancilleres, no a través de los diarios sino de diálogos bilaterales, avancen en las negociaciones.
–¿Ve una solución posible?
–Creo que una solución posible es que Uruguay tenga sus papeleras y que Argentina les imponga a Uruguay y a las empresas un plan de contención ecológica supervisado por técnicos de ambos países. De esta manera ambos países podrían proclamarse vencedores.
–Uruguay parece estar maniatado por las empresas y por el convenio firmado con Finlandia.
–No creo que el acuerdo firmado entre Uruguay y Finlandia sea insalvable. La producción papelera no está fundada en el secreto. No hay secretos industriales en este tema. Creo que Uruguay apostó al hecho consumado y que luego de instaladas las plantas la discusión deviniera en una abstracción académica. Argentina también apostó a una medida de fuerza. Por ese camino no vamos a ninguna parte. Los cortes de ruta son una medida que nos aísla internacionalmente. Contrariamente a lo que piensan los asambleístas, esa medida debilita nuestra posición. Si Argentina se queja porque Uruguay no cumplió el Tratado del Río Uruguay, tal como sucedió, si nos quejamos de no haber tenido información ni de las empresas, ni de Uruguay, tal como pasó, la comunidad internacional estará de nuestro lado. Ahora bien, es imposible que algún tribunal o la opinión pública internacional nos apoyen si Argentina toma medidas de fuerza e interrumpe el tránsito en los puentes internacionales.
–¿Por qué no se supo prever este conflicto?
–Kirchner tiene la tendencia de apostar a la cronoterapia. Como si el paso del tiempo solucionara las cosas. Hay cosas que se curan y cicatrizan con el paso del tiempo, otras se agravan. Hay un exceso de confianza en el Presidente. Hay cosas que necesitan iniciativa, decisión, inventiva.
–¿Inventiva para frenar la inflación por ejemplo?
–Kirchner no tiene ninguna política contra la inflación. Advirtió que la inflación podía hacerle bajar muchos puntos en la consideración popular y decidió ponerse al frente del tema como si él no fuera gobierno. La inflación tiene muchas causas, el Gobierno no es inocente, pero Kirchner decidió convertirse en una suerte de Lita de Lázzari y un día atacó a Coto, otro a los supermercadistas, otro a los ganaderos tratando de que la culpa recayera en cualquiera menos en el Gobierno. Desde la renuncia de Roberto Lavagna, la Argentina no tiene ministro de Economía. Kirchner quiso ser ministro de Economía y ése es un tema que no domina.
–Pero intenta influir sobre los gremios para controlar la conflictividad social.
–Siempre dije que el desempleo no era una consecuencia no querida del neoliberalismo sino que fue buscada por su efecto disciplinador. Cuando uno de cada cuatro adultos está en la calle, los que están afuera aceptan cualquier cosa con tal de entrar y los que están adentro aceptan cualquier cosa con tal de mantenerse. Cuando la Argentina salió del uno a uno que Kirchner quería mantener, la nueva relación cambiaria permitió bajar el desempleo y era lógico que aumentara la conflictividad. A medida que baje el desempleo habrá menos piqueteros y más movimiento sindical. En este punto no hay que olvidar que aun con mucha experiencia las huelgas apuntan a lograr la mayor repercusión posible.
–¿Percibe un modelo claro de relación con las empresas de servicios públicos?
–No veo un modelo claro. No veo que el Gobierno tenga idea de cómo regular a las empresas privadas de servicios públicos. La rescisión de la concesión de Aguas fue un fiasco de Aguas Argentinas, pero también un fiasco del Etoss. La estatización viene en un momento oportuno. No hay que olvidar que esta empresa actúa en el conurbano bonaerense y que inaugurar obras de cloacas es un recurso proselitista por excelencia.
–¿Lo dice por el 2007?
–Claro. La prestación de agua potable, aún en manos privadas, requiere de subsidios y atención concurrente del Estado. Cuando a esto se le agrega el proselitismo, el tema se complica sobremanera.
–¿Por qué habla de proselitismo?
–Porque este gobierno pone el acento en que las cosas no se vean. Se aumenta el gas para los comercios y las industrias pero no para la tarifa residencial, como si esos aumentos no se trasladaran a los precios. Se prohíbe la exportación de carne con la expectativa de que bajen los precios en el mercado interno.
–Usted dice que el Gobierno hace cosas pensando en su imagen. ¿Cómo ve el manejo de la comunicación oficial?
–Creo que es brillante. Cada acto de gobierno no está pensado en el interés nacional sino en el efecto que tendrá en la opinión pública. Eso explica que un Presidente que hasta hace un año era un personaje desconocido y que en el 2003 sacó el 22 por ciento de los votos, hoy tenga una imagen positiva muy alta.
–¿Cómo ve a los medios de comunicación?
–Creo que el Gobierno tiene una preocupación excesiva por cada línea que se publica o se dice en radio o televisión. Hay una tentación de control muy grande. También veo una docilidad en algunos medios que no es responsabilidad del Gobierno. En este país hubo editores y periodistas que murieron y fueron torturados, que sufrieron cárcel o se exiliaron para no doblegarse ante una dictadura militar. Por lo tanto cuando algunos periodistas me dicen: qué querés si llama el jefe de Gabinete y se queja. Me parece que hay una actitud muy blanda de algunos periodistas.
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