Vie 21.06.2002

EL PAíS  › ALVAREZ GARCIA VOLVIO A ACUSAR A UN MILITAR EN EL SENADO

“Es Braga, que anda secuestrando”

El ex diputado relató en la Comisión de Acuerdos cuando el militar, que pretende su ascenso, secuestró a su hermano en 1976.

› Por Victoria Ginzberg

El ex diputado radical Normando Alvarez García terminó de hacer su relato y se ubicó cerca de una de las salidas de la sala. Fijó su vista en otra puerta: por allí entró el teniente coronel Rafael Braga. Se habían visto hace 26 años, cuando un grupo de tareas irrumpió en la casa de los padres de Alvarez García en Jujuy y secuestró a su hermano Julio Rolando. Ayer se cruzaron en el Senado, donde el militar fue a defender su pliego. No intercambiaron palabras, cada uno habló por separado. El ex legislador ratificó que Braga era uno de los oficiales que participó en la desaparición de su hermano.
El sábado 21 de agosto de 1976 los Alvarez García almorzaban en familia en su casa de Jujuy. Un grupo de tareas integrado por hombres vestidos de civil tocó la puerta. Uno de ellos, que parecía ser el jefe, le puso una pistola en la cabeza a Horacio, el padre de la familia. Rolando estaba en el baño, cuando salió, lo tiraron al piso y le preguntaron por “las armas”. El hombre, militante de la Juventud Universitaria Peronista, dijo que no sabía de qué hablaban. La patota se llevó a Rolando. Sus hermanos siguieron de lejos a los captores y vieron cómo los dos autos entraban al Regimiento 20. Fue lo último que supieron de él.
Horacio Alvarez García fue a la comisaría para denunciar el secuestro de su hijo pero allí no lo quisieron atender. En búsqueda de cualquier dato que pudiera acercarlo a Rolando habló con su cuñado, Ulises Orellano, que tenía simpatías por los militares. Horacio le describió a algunos de los hombres que entraron a la casa, entre ellos a uno que tenía una cicatriz grande en la parte izquierda del rostro. “Ese es el teniente Braga, que anda secuestrando”, le dijo Orellano. Con ese dato, Horacio volvió a la comisaría y acusó al militar invocando a Orellano. Esa noche su cuñado fue arrestado pero pudo zafar gracias a un policía amigo.
Este fue el relato que el ex diputado Alvarez García efectuó ayer ante los senadores de la Comisión de Acuerdos –que preside el entrerriano Jorge Busti– en el salón de lectura Arturo Illia. Además, su padre, que hoy tiene 86 años, les envió una nota a los legisladores. También lo hizo Inés, la mujer de Rolando. “Lo raro es que después de tantos años y todas las denuncias que hicimos, ahora él dice que no participó. Pero lo dice cuando se discute su ascenso. Nunca acusó a mi familia de calumnias e injurias ni se presentó a la Justicia, que lo investigaba diciendo que no tenía nada que ver”, dijo Alvarez García, sensibilizado, antes de levantarse del sillón de cuero marrón.
El ex diputado terminó de hablar pero no abandonó la sala. Observó cómo entraba Braga y luego se sentó para escuchar sus argumentos. Sólo podía ver la nuca del represor.
Braga entró con un carpeta en la mano. En su mejilla izquierda, a la altura de la mandíbula y bajo la oreja, sigue siendo visible su cicatriz. El militar usó la marca en su rostro para defenderse. “No he participado de la detención de Rolando Alvarez García. Nadie pudo haberme visto ahí porque no estuve. Posteriormente se me relaciona con el hecho por poseer una seña evidente como son mis cicatrices”, leyó con tono marcial. Además presentó una coartada, dijo que la semana en que secuestraron al hermano del ex diputado estaba de licencia en Buenos Aires.
Aun si alguien creyera la historia, hay otros casos en los que Braga está involucrado que no fueron tratados por los senadores. El militar fue señalado como partícipe de los secuestros del dirigente gremial Carlos Eulogio Villada y de Eulogia Cordero de Garnica y sus hijos Domingo Horacio y Miguel Angel del Ingeniero Ledesma. La mujer fue liberada pero sus hijos siguen desaparecidos.
Durante su descargo, Braga aseguró que mientras estuvo destinado en Jujuy –durante el año ‘76– no se enteró que hubiera secuestros. Pero después admitió que “había detenciones. No sé si las realizaba la policía, la Gendarmería, o el Regimiento 20”. Así, diferenció esta guarnición del Grupo de Artillería de Montaña 5, al que dijo haber pertenecido. “Honestamente señor, quiero decirle que no le creo”, le replicó el senador radical jujeño Gerardo Morales.
Por ahora, no hay consenso entre los catorce miembros de la Comisión para rechazar o propiciar el ascenso de Braga, como tampoco el del marino Julio César Binotti, que se discutió la semana pasada con la presencia del ex detenido desaparecido de la ESMA Víctor Basterra. Por decisión de Busti, estas sesiones fueron abiertas a los organismos de derechos humanos –estuvo presente el CELS– y los medios de comunicación. La última vez que un militar asistió a una audiencia pública fue en 1994, cuando los marinos Carlos Rolón y Antonio Pernías admitieron haber torturado.
El pliego de Binotti –que prefirió no concurrir personalmente la semana pasada– se tratará primero, una vez que la Armada sea notificada del testimonio de Basterra, quien en 1982 le sacó al marino una foto vestido de policía en la ESMA. En cambio, para cerrar la discusión sobre Braga aún falta pedir y cotejar datos de la justicia jujeña. Lo más probable es que haya proyectos a favor y en contra de los militares y que la promoción se decida en el recinto. Allí se verá si tiene éxito la fuerte presión que está ejerciendo la Armada, encabezada por su jefe, Joaquín Stella, quien en febrero fue al Congreso a reclamar personalmente el ascenso de Binotti.

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