EL PAíS › OPINION
› Por Eduardo Aliverti
¿Cuáles noticias hay para opinar acerca del momento político, en tanto “Política” como identificación de lo que ocurre en el campo popularmente admitido como tal? Más bien ninguna. O en verdad, ninguna que tenga alguna proyección profunda, que asemeje a trascendente, a propósito de qué hay de nuevo, viejo.
Recorramos títulos principales de la última semana y recordemos las siguientes dos cosas. Ni las tapas de los diarios, ni sus interiores, ni lo que dicen la radio y –menos que menos– la televisión, son necesariamente el reflejo de lo más importante que ocurre. Ni conviene engañarse y creer que todas sus informaciones provienen de una interpretación afiebrada o interesada de la realidad. Vendría a ser: esto no es todo, pero no se puede negar que representa a las partes de un todo que algo quiere decir.
Han firmado otro acuerdo para bajar el precio de la carne (todavía se aguardan resultados del primero). No viene una funcionaria de Finlandia, enojado ese país por las críticas argentinas al papel de Botnia. Procesaron y embargaron al secretario de Agricultura, que sigue en su puesto. Terminó dividida la cumbre de los radicales. Elisa Carrió dijo que, desde López Rega, nunca vio nada igual a Julio De Vido. Debaten sobre el uso del celular en las escuelas. La UBA sigue sin elegir nuevo rector. Empezaron a desalojar el Mercado de Pulgas de Colegiales. Kirchner prometió convocar al Consejo del Salario, en la misma reunión, lo que son las casualidades, donde solicitó la participación activa de la CGT para el acto del 25 de Mayo en apoyo al Gobierno. Reapareció el Fondo Monetario: está preocupado por la inflación y manda una misión de monitoreo. Atacaron las esculturas del paseo Caminito. Hace 4600 millones de años, Marte era cálido y húmedo. Nuevo record del precio del petróleo, y mayores pérdidas de la Argentina porque importa fueloil y gasoil para subsidiar a las generadoras por falta de gas. Se confirmó que al principio las serpientes tenían patas. La economía continúa creciendo a ritmo chino. Una parte del Chaco volvió a quedar bajo el agua y auxiliaron a los ranchos desde un único helicóptero. Los bancos ganaron más plata.
Si uno busca encuentra, por supuesto. Entre esos datos, hay una estructura energética del país atada con piolín y hay la distribución de la riqueza. Y si busca entre los que estuvieron menos, también encuentra. El acto de la CTA en el Congreso, nutrido por los estatales de ATE que se oponen al monto del aumento decretado, tuvo un inédito contenido de cuestionamiento al gobierno nacional. Y antes que nada, se encuentra de todo entre lo que ya no es “noticia” sino “paisaje”: índices de pobreza e indigencia que las miradas oficiales achican de un mes o semestre a otro como si se tratara de cifras de exportaciones, o los problemas de vivienda, o la precarización laboral, o las cuestiones de medio ambiente, o la cuasi desaparición de los intelectuales críticos o lo que más guste.
La “actualidad” se compone de esos elementos habituales, más otros que se consigan revolviendo. Pero, en periodismo de opinión, “actualidad” es cuáles novedades hay en torno de que tales elementos sufran modificaciones o sacudidas de algún tipo. Eso es lo que no se encuentra en el momento político argentino. El hecho de que, en líneas generales y desde cierta perspectiva, se esté mejor (y hasta mucho mejor) que hace unos cuatro o cinco años, debería ser aprovechado para pensar y debatir grandes líneas de acción que hagan saltar al país de la coyuntura a la estructura. De la placidez de la soja al desafío científico-técnico, dicho con algún sentido de chicana rápida pero de provocación eficiente. Y si no hay caso con eso, resulta que sigue habiendo gente con hambre y escuelas que funcionan como comedores y un analfabetismo funcional espantoso. ¿De qué sirve el superávit fiscal y el crecimiento de la economía si no es para hablar decosas como ésas en aras de liquidarlas? Para nada, por lo visto. La Argentina se recupera e inclusive avanza, dicen los números y puede dárselo por cierto. Tan cierto como que su clase dirigente vuelve a demostrar una ceguera casi absoluta de grandes miras, como no sea para garantizar los negocios corporativos.
Quitemos del medio a quienes, a diario, no tienen chances de sentido de futuro sino urgencias de estómago y condiciones de vida deplorables. Por fuera de ellos y además del Gobierno, hay una oposición que no existe, una clase media ensimismada con la última pelotudez que puedan traer los teléfonos celulares y las tribus de la clase dominante sacando tajada como en los mejores tiempos de la rata. Estos últimos vaya y pase, porque nadie pretende seriamente que se dediquen a otra cosa.
Pero el resto del grueso, ¿ya no tiene más nada para decir que valga la pena? ¿Se terminó el partido? ¿La Argentina se agotó en el rating de Tinelli y Pergolini?
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