La Secretaría de Derechos Humanos escribió un nuevo prólogo para el Nunca Más. El anterior, que no fue suprimido, es un texto paradigmático de la teoría de los dos demonios.
› Por Victoria Ginzberg
“Durante la década del ’70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda.” Así comienza el prólogo del Nunca Más, texto que con el tiempo se convirtió en uno de los documentos más característicos de la llamada teoría de los dos demonios. A propósito del 30º aniversario del golpe de Estado de 1976, la Secretaría de Derechos Humanos decidió reeditar el libro de mayor difusión sobre los crímenes de la última dictadura. Pero esta vez con una nueva introducción, que no reemplaza sino que se agrega a la anterior. “Es preciso dejar claramente establecido –porque lo requiere la construcción del futuro sobre bases firmes– que es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas, como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado que son irrenunciables”, dice el nuevo texto.
“Nos pareció que era muy importante la reedición del Nunca Más pero al mismo tiempo era muy importante ponerlo en la perspectiva del actual proceso de lucha contra la impunidad. El prólogo histórico del Nunca Más está recorrido de un extremo a otro por la doctrina de los dos demonios. Si bien sostiene que hubo un terrorismo que fue más grave que el otro, dice que hubo dos terrorismos y que uno fue la causa del otro: la llamada violencia de abajo fue la que generó la violencia de arriba, que fue peor, más condenable porque se practicaba desde el Estado, pero fue en respuesta a una violencia de abajo. Esto nos parece una falsedad”, señaló a Página/12 el subsecretario de Derechos Humanos, Rodolfo Mattarollo.
Como contracara del prólogo de Ernesto Sabato, Mattarollo mencionó un trabajo sobre la estrategia represiva de la dictadura militar que Emilio Mignone y Augusto Conte McDonnell presentaron en el coloquio de París en 1981. En “La doctrina del paralelismo global” los fundadores del CELS mencionaban que la debilidad de las organizaciones guerrilleras en el momento del golpe de Estado convertía en falacia la hipótesis de que un terror llegaba para combatir a otro.
El Nunca Más lleva vendidos 400 mil ejemplares y fue traducido al alemán, inglés, italiano, hebreo, portugués, ruso, finés y vietnamita. Ahora se reeditó junto con los anexos en los que figuran los nombres de los desaparecidos, cuyos secuestros fueron denunciados ante la Conadep y la Secretaría de Derechos Humanos y una lista actualizada de los centros clandestinos de detención, que de 365 centros clandestinos pasaron a 498.
–¿Se pensó en algún momento en suprimir el viejo prólogo? –preguntó Página/12 a Mattarollo.
–No. Consideramos que el Nunca Más es un documento histórico. En ocasiones hemos recibido pedidos de personas mencionadas como represores para sacar su nombre de los testimonios. Siempre consideramos que los archivos eran intangibles. Se puede agregar información, pero no se puede quitar. Si una persona mencionada como represor quiere hacer un descargo lo puede hacer y va a ingresar al archivo, pero no se puede alterar ninguna de las evidencias o testimonios que existen. Pero el prólogo histórico del Nunca Más está recorrido de principio a fin por la teoría de los dos demonios y eso nos parece una falsedad. Para esta gestión lo que fue decisivo fue el acuerdo entre la Nación y la ciudad de Buenos Aires que se firmó el 24 de marzo de 2004 en la ESMA. Ahí nos parece que se enterró definitivamente la doctrina de los dos demonios.
–El Presidente tuvo algunas críticas por decir que el Estado no había hecho nada antes de su gestión.
–Lo que hizo el Presidente fue pedir perdón en nombre del Estado y eso no se había hecho nunca. Lo hizo Patricio Aylwn en Chile; lo hizo el presidente de Francia, Jacques Chirac, respecto de la responsabilidad del Estado francés en la deportación de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. El acto de la ESMA fue un hito porque, al instalar el espacio para la memoria, indica la calidad totalmente distinta que tiene el terrorismo de Estado de las acciones reprochadas a los particulares: el carácter masivo, sistemático del plan criminal. Pero hay más, en el prólogo histórico de la Conadep había un intento de justificación del terrorismo de Estado. Nos pareció que equivalía en Argentina a lo que se llama el negacionismo en Europa respecto de los crímenes de los nazis. Así como en Europa hay una frontera que parece que no se debería sobrepasar por cuestiones éticas, nos parecía que en Argentina ésa era la frontera. Se discute mucho sobre si hay una memoria oficial. Nosotros no creemos que haya una versión oficial de la memoria, creemos en la pluralidad de voces, testimonios. Pero creemos que hay una frontera ética de la no aceptación en forma alguna del terrorismo de Estado.
–Como balance, ¿cuáles cree que fueron las virtudes y cuáles las limitaciones del informe de la Conadep?
–Hay dos vertientes de la verdad, la verdad individual y la verdad global. La individual es el establecimiento de lo ocurrido en los casos individuales y la global es la metodología de la represión, el contexto. Esto último es insuficiente en el informe de la Conadep. Pero tuvo una gran virtud metodológica que fue haber tomado como eje de la investigación el centro clandestino de detención.
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