Mar 25.06.2002

EL PAíS  › OPINION

¿Qué hacer?

Por Mariano Ciafardini (*)

El título le queda demasiado grande a este artículo periodístico, pero no hay otra pregunta que vaya más al punto de lo que interesa discutir, hoy, políticamente, en la Argentina. Hacía tiempo que los argentinos no debatíamos política e ideológicamente en la forma generalizada en que hoy lo hacemos. Esto es muy bueno, pero solo en la medida en que ya se comience a incorporar, también, una discusión seria acerca de: ¿qué hacer?
En el mundo globalizado de un modo neoliberal, los gobiernos nacionales, especialmente los del subdesarrollo, no “gobiernan” en el sentido pleno de la palabra, sino que administran crisis sucesivamente heredadas, dentro de límites estrictamente impuestos por una situación global que además está en continuo cambio.
¿Qué hacer? Es una pregunta que pone la acción por delante de la lucubración teórica. ¿Qué hacer cuando no existe una propuesta política teóricamente acabada seria y creíble favorable al interés general?
Sólo la inteligencia colectiva pueda armar una propuesta que no existe. Y, precisamente, la inteligencia colectiva sólo funciona en la acción.
Esto significa que para que vaya tomando cuerpo una salida integral de la sociedad, toda la sociedad debe construirla en forma integral. Eso hoy no se construye teóricamente sino en la experiencia de gestión, de gobierno o de cogobierno. Es decir que el paso previo a la estructuración de una institucionalidad verdaderamente democrática en todo el sentido (incluido el económico ) de la palabra, es que se genere una práctica social cotidiana de administración y gestión y control de los distintos ámbitos del quehacer social por las personas directamente involucradas en ese ámbito. En el barrio el vecino debe cogobernar. En la escuela pública la comunidad educativa (padres, docentes, no docentes, y en su caso alumnos). En el hospital público la comunidad médica, no médica y los representantes de la comunidad que es atendida por ese hospital. Habrá que encontrar formas originales de hacer participar a todo el mundo en las cuestiones que les afectan o le interesan en forma directa. ¿Por qué usamos el término cogobierno que refiere claramente al hecho de gobernar juntamente con el poder político (o parte del poder político) que hoy gestiona la administración en nuestro país? Porque las intenciones de autogestiones aisladas unas de otras, como la pretensión de basarse solo en la acción directa prescindiendo de todo lo “gubernamental”, además de tener por su propia descontextualización corto alcance con resultados frustrantes, corren el peligro de superponerse y enfrentarse o de perjudicar sin intención con sus decisiones a otro sector o grupo. Alguien tiene que monitorear permanentemente el todo, la resultante del conjunto de esta gestión de cogobierno e informar, permanentemente, a todas las partes de lo que les ocurre como conjunto. Ese alguien no puede ser otro, no tenemos hoy otro tipo de herramienta, que el Estado en sus distintos niveles: nacional, provincial y municipal. Esto no significa ir detrás de las propuestas que provengan sólo del Estado en cada caso, sino que las propuestas puede y deben venir también de los gobernados y todas deben ser de debatidas razonablemente, llegar a acuerdos que contemplen necesidades y posibilidades entre los representantes del Estado y los ciudadanos y controlar que todos realicen las acciones previstas en ese acuerdo y evaluar objetivamente los resultados para pasar así a otra propuesta y así....
Como escribía Labriola, uno de los más inteligentes intérpretes del “Qué hacer”, debemos ir de la vida al pensamiento y no del pensamiento a la vida. De la participación concreta en una experiencia cotidiana de cogobierno a la teoría de la “salvación nacional” y no de la lucubración especulativa de un grupo de “salvadores nacionales”, disfrazados de la ideología que sea, a la imposición de recetas no consensuadas, o porque no se le dio la suficiente importancia al consenso o, gran parte de lasveces, porque el grupo de salvadores nacionales no las diseñó precisamente para ser consensuadas sino para ser impuestas.
(*) Militante político en los años 70, actualmente secretario de Política Criminal.

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