Jue 25.05.2006

EL PAíS  › ACTO EN HOMENAJE A LOS “MUERTOS POR LA SUBVERSION”

Represores fieles a sí mismos

En plaza San Martín, la mediática Cecilia Pando reunió a militares de uniforme para recordar a “las víctimas de la subversión”. Un cronista de televisión fue golpeado cuando los uniformados se vieron filmados.

“Vos no hagás preguntas o también cobrás”, amenazó a Página/12 un individuo regordete de bigote blanco y porte castrense. Unos minutos antes, en un acto en el que reivindicaron a los “muertos por la subversión” y a los represores, convocado por la mediática Cecilia Pando, una horda de participantes se arrojó sobre el cronista de América Marcelo López, luego de que las cámaras de ese canal registraran a los oficiales de uniforme que estaban escabulléndose tras participar de la ceremonia de apoyo a la dictadura. “Vengo por el homenaje a los muertos, sólo por el homenaje”, aseguró a este diario el capitán Lucioni, para luego batirse en retirada. “¡Matalo a ese zurdo de mierrrrrrrda!”, gritaba un grupo de jóvenes y ancianos (muchos con gorra y uniforme), todos con escarapela a la vista, mientras volvían a empujar al suelo al cronista, que fue perseguido hasta salir de plaza San Martín.

El acto, que reunió a varios centenares de personas, comenzó con una prolijidad estudiada frente al cenotafio de Malvinas. Lo convocaron Pando –cuyo esposo, el mayor Rafael Mercado, fue pasado a retiro luego de que ella reivindicara el terrorismo de Estado– y María Pía Schwab, hija del represor Héctor Schwab –el dueño de la empresa de seguridad Scanner, con pedido de captura internacional dictada por Baltasar Garzón y denunciado por extorsión en la Argentina–. Eligieron el día en el que ocurrió el copamiento de Montoneros al Regimiento de Monte 29 de Formosa. Durante la última semana, los cuarteles fueron volanteados con invitaciones al acto. Además de los seis o siete oficiales con uniforme, que no superaban los treinta años, se pudo ver al ex coronel carapintada Emilio Nani.

Desde el Ministerio de Defensa, consideraron que según el Código de Justicia Militar se debe sancionar a los oficiales en actividad que participen de un acto político. “Estamos evaluando si había personal en actividad en el acto”, señalaron, aunque destacaron que “se trata de un grupo minoritario en las Fuerzas Armadas y en la sociedad”. Precisaron que el capitán Lucioni pasó a retiro del Ejército hace un mes. Es hijo del teniente primero Oscar Lucioni, asesinado por Montoneros el 18 de octubre de 1976. Su hermana, Ana María Lucioni, habló en el acto junto con Carina Mujica, de Memoria Completa, y el general retirado Miguel Guliano, de la Unión de Promociones del Ejército Argentino.

“En marzo pasado se ha hecho uso de una memoria subjetiva y hemipléjica. ERP y Montoneros son equiparables a Al Qaida”, sostuvo el general, vestido de traje y escoltado por un cura y un oficial en uniforme. Guliano se solidarizó con “los camaradas que están siendo perseguidos políticamente” y pidió una indemnización para los “muertos por el terrorismo marxista-leninista, cuyos crímenes no prescriben”. Luego gritaron en tono marcial sus nombres, seguidos de un “¡presente!” bien castrense, mientras los militares hacían la venia y los de civil se cuadraban, por las dudas. “Es una injusticia lo que le hicieron a (Luis) Patti”, comentaba Carlos Guerrero, un aviador naval retirado.

Luego de cantar el Himno Nacional, los oficiales jóvenes comenzaron a retirarse, mientras recibían agradecimientos de las mujeres con la remera de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos Argentinos (AFyAPPA), que muestra una bandera argentina tras las rejas (en alusión a los represores detenidos). Pero se encontraron de frente con las cámaras de televisión. Allí comenzaron los golpes hacia el cronista de América, primero por parte de un individuo de sonrisa insidiosa y saco de tweed que se presentó como “comisario mayor”. Luego continuó un grupo de jóvenes y de ancianos al grito de “¡volá, periodista zurdo, chupamedia de Kirchner! ¡Andá a ver al desprolijo tuerto, apátrida!”. Sólo lo dejaron en paz cuando logró cruzar la calle hacia Retiro. “Le metería una bomba yo”, gritaba una mujer con un prendedor de Aunar, otra de las asociaciones que defiende a los represores. La multitud finalmente se desconcentró. Sobre el piso, solamente quedó una pintada que decía: “Asesinados por la suversión” (sic).

Informe: Werner Pertot.

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