EL PAíS › CARLOS AMPRINO, EL EMPRESARIO QUE CONTRATO A UN GRUPO PIQUETERO
Primero puso reparos, pero tras conocer el trabajo del MTL, los subcontrató para una obra oficial. Aquí, explica sus razones.
› Por Laura Vales
Carlos Amprino no es un excéntrico. Al menos, no lo parece: llega a la entrevista vestido con una camisa clara y un pulóver al tono, hiperclásicos. Cuando la fotógrafa le pide que pose, de pie contra una de las paredes de la oficina, lo hace con evidente incomodidad. Es claro que no le gusta exponerse, pero no se queja. Habla, además, con el tono bajo y pausado de los tímidos. Sin embargo, acaba de hacer algo absolutamente fuera de lo común: como directivo de la compañía constructora Green SA, contrató para la realización de un complejo habitacional (serán diez torres de nueve pisos) a una cooperativa piquetera. ¿Por solidaridad? “Por motivos económicos”, dice él, que recién ahora comienza a tomar dimensión del costado social de los contratados, integrantes del Movimiento Territorial de Liberación (MTL), la organización de desocupados del Partido Comunista. Ingeniero, Amprino no ha tenido militancia política; tampoco su socio, con quien comparte la compañía que hizo el contrato. En realidad, ninguno de los dos quería saber nada con los piqueteros, pero terminaron confiándoles la totalidad del proyecto, en el que trabajarán cuatrocientas personas.
–¿Cómo fue la historia?
–Es una obra del Instituto de la Vivienda (de la ciudad de Buenos Aires), en la que ganamos la licitación. Poco después, la gente del Instituto nos preguntó si estaríamos interesados en trabajar con la cooperativa. Pero nos aclararon que esta gente era piquetera, y dijimos que no.
–¿Por qué?
–Nos pareció una cosa extraña. Además, hacer este tipo de obra es una responsabilidad... se necesitan subcontratistas con conocimiento...
–¿Entonces?
–Dijimos que no, pero los del Instituto insistieron en que por lo menos fuéramos a ver lo que la cooperativa estaba haciendo, y cuando llegamos a la obra encontramos que están muy organizados. La estructura de conducción que tienen, el departamento de compras, el departamento técnico... y la obra en sí, que es similar a la que nosotros vamos a construir. Está hecha con buena calidad, la gente trabaja bien, se nota un ambiente cómodo. Nos sorprendió incluso que hubiera mujeres trabajando. Nosotros lo habíamos hecho para la limpieza, pero no para trabajos de obra.
–¿Con esa visita quedaron convencidos?
–En realidad... (piensa), en realidad sí. Es decir, con esa visita nos alcanzó para considerarlos como una alternativa. El MTL empezó a ser una posibilidad, y había también otros subcontratistas. Después pedimos los presupuestos para la mano de obra y nos quedamos con ellos. Incluso vimos que lo conveniente era darles el cien por ciento de la obra, porque somos un grupo de Mendoza, y la demanda de mano de obra que hay en la actualidad en Buenos Aires por la cantidad de construcciones vuelve al tema complicado. Con la cooperativa lo teníamos resuelto. Así que nos sentamos a negociar.
–En el MTL dicen que fue difícil.
–Nos llevó dos meses ponernos de acuerdo.
–¿En qué consiste la obra?
–Son diez edificios de departamentos, de viviendas populares.
El presupuesto total del proyecto, que está en sus inicios, es de cuarenta millones de pesos. Green SA. contrató a la cooperativa por trece millones, para que se encargue de la ejecución. El MTL pondrá trabajadores y maquinarias. Como la cooperativa está terminando un complejo de viviendas en Parque Patricios, para pasar a este nuevo proyecto ya tiene a sus operarios formados. Amprino aclara que Green SA. estará a cargo de comprar los materiales y controlar la construcción.
–¿Cómo es su empresa?
–Empezamos en San Luis hace dieciocho años, en la época de auge de la obra pública. Los dueños somos mendocinos pero, por cuestiones laborales, residíamos allá. Tuvimos obras también en Mendoza y hace cuatro años hicimos un trabajo importante, la autopista que une Mendoza con Córdoba, atravesando San Luis, lo que nos permitió dar un salto y salir a otras provincias. Hoy tenemos trabajos en Formosa, en Buenos Aires, Neuquén y Santiago del Estero.
–¿Cuántos socios son?
–Dos. Carlos Arroyo, que es el presidente, y yo, el vice.
–¿Ya habían tenido obras con organizaciones sociales?
–No.
–Así que esta fue una decisión económica.
–Nada más que económica, recién ahora estamos tomando dimensión de toda esta cuestión social, porque en realidad, cuando fuimos a ver a la cooperativa lo que vimos es una empresa constructora, gente que trabaja en lo mismo que uno. No se nota la diferencia; o será que uno no toma conciencia de lo que están haciendo. Lo hablábamos ayer con (Carlos) Chile (dirigente del MTL); ellos están buscando cómo generar trabajo, pero no dejan de reclamar.
–Le parece bien.
–Desde el punto social, me parece bárbaro.
–¿Por qué cree que fueron los primeros en hacer este contrato?
–No sé. Por ahí fuimos los únicos que fuimos a ver. Seguro que así como nos propusieron a nosotros la idea, lo hicieron también con otras empresas. Pero cuando te dicen “hay una gente piquetera que quiere trabajar con ustedes”... bueno, como mínimo, eso te llama la atención
–Salen corriendo todos, quiso decir.
–... (Amprino ríe, pero no contesta.)
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