Vie 28.06.2002

EL PAíS

“Duhalde debería haber echado a Carlos Ruckauf”

El intendente de Avellaneda, Oscar Laborde, consideró que el canciller, al reivindicar el decreto de aniquilamiento de la subversión abonó el terreno para desatar la represión de anteayer.

› Por Santiago Rodríguez

El intendente de Avellaneda, Oscar Laborde, se rehúsa a aventurar una hipótesis sobre el modo en que se desencadenó la represión que terminó con la muerte de los piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Costeki, pero advierte que las declaraciones del canciller Carlos Ruckauf acerca de que volvería a firmar el decreto que abrió el camino a la represión ilegal durante la dictadura militar “pueden haber significado un indicio para las fuerzas de seguridad”. Laborde, jefe del distrito en el que se produjeron los hechos, señaló también a Página/12 que “todo el clima previo daba la impresión de que iba a suceder lo que ocurrió”.
–La represión contra los piqueteros y los dos muertos fueron en su distrito, ¿qué posición tiene frente a lo que pasó?
–El miércoles vivimos lamentablemente un día terrible. Mi función fue, primero, la de cubrir humanitariamente a la gente que se refugió dentro de la Municipalidad y después asistir con alimentos porque al haber detenidos quedaron muchas mujeres y chicos sin cubrir, ocuparme del tema de la salud, estar con los comerciantes. Mi posición es que se investigue profundamente, que se constituya una comisión en Diputados y que el propio Ejecutivo implemente una investigación no intencionada para que la población se entere cuáles han sido las razones.
–¿Cuál es su análisis de lo que ocurrió?
–Es difícil; no quiero aventurar como intendente una hipótesis. Sí me parece muy llamativo que 48 horas antes Ruckauf hiciera las declaraciones que hizo. Sinceramente pienso que Duhalde debería haberlo echado porque no puede mantener en el gabinete a una persona que reivindica después de 27 años y casualmente en estas horas una situación que abrió una puerta a lo que después se desencadenó.
–Frente a la represión, la versión oficial habló de un enfrentamiento entre piqueteros, ¿usted qué piensa?
–No sé qué argumentos tienen unos y otros. Yo seguí los acontecimientos de la ciudad y sinceramente fue bastante convulsionado todo el asunto para que tenga una definición. No sería serio dar una definición porque no tuve una visión del conjunto ni lo estaba siguiendo siquiera por televisión.
–Usted hace hincapié en las declaraciones de Ruckauf, ¿hasta qué punto pueden haber influido en lo que sucedió?
–Tengo la impresión de que pueden haber significado un indicio para las fuerzas de seguridad. También son una señal para los sectores autoritarios de que él se ofrece.
–¿Qué opina de los cortes que habitualmente se realizan en el Puente Pueyrredón?
–La forma de lucha de cortar sistemáticamente el puente es un error que sufren los vecinos de Avellaneda, que normalmente están en una condición similar al que está cortando. El corte perjudica al fletero que está haciendo su rebusque, al estudiante, al que viene de trabajar y llega dos horas tarde. El corte del puente es una medida extrema que hay que tomar en situaciones extremas y no puede ser que por cualquier conflicto se corte el Puente Pueyrredón porque se hace disfuncional a una ciudad y perjudicando, insisto, a gente que no es responsable de lo que pasa, porque de este lado no viven los grandes grupos económicos que han hundido este país ni los políticos corruptos que se lo han permitido.
–¿Habló con el gobernador Felipe Solá o con el secretario de Seguridad bonaerense, Luis Genoud, cuando se desató la represión?
–No. Yo me remití, porque me parece que era el papel que debía jugar, a cubrir humanitariamente a la gente. Además, todo el clima previo daba la impresión de que iba a suceder lo que ocurrió.
–¿Por qué?
–Las declaraciones del Gobierno eran de confrontación. (Alfredo) Atanasof advirtió que no se iban a permitir más cortes. Era evidente que eso cambiaba un criterio que habían tenido las fuerzas de seguridad.
–¿Con la policía habló en algún momento?
–Tuve informaciones aisladas. Realmente con lo que estuve mucho fue con los vecinos y la gente herida porque me pareció que había que estar muy presente en eso.
–Y después, cuando todo pasó, ¿tampoco habló con nadie?
–Tuve una conversación con Solá, pero no fue una cosa demasiado prolongada.
–Hubo políticos, como Luis Zamora o Vilma Ripoll, que aparecieron en todos los medios. Usted dice que también estuvo ahí pero tuvo menor exposición, ¿fue por decisión de mantener un perfil bajo?
–No fue un perfil bajo. Estuve permanentemente en actividad, estuve en el Fiorito para ver a los heridos, gente de mi gobierno se acercó al local de Izquierda Unida, estuve visitando a la gente que quedó a la noche y que había que alimentar; más que perfil bajo fue uno de los días más intensos de mi vida. Obviamente, Zamora tiene mucha prensa y jugó un papel destacado en cuanto a la libertad de los presos que me imagino sería lo que pensó que debía hacer como diputado.

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