EL PAíS › LITO BORELLO, PIQUETERO Y FUNCIONARIO
Dirigente del Comedor Los Pibes, Angel “Lito” Borello se convirtió en el primer piquetero en llegar al gobierno de la ciudad. En esta entrevista, el flamante coordinador de Políticas Sociales Urbanas explica los motivos de su decisión.
› Por Martín Piqué
La primera frase es obligada. Viene automáticamente después del saludo, como un acto reflejo. “Pero Sorin metió el cambio de frente para que le pegara Maxi Rodríguez”, dice el piquetero Angel “Lito” Borello. Con ese comentario termina la catarsis –compartida por el angustioso partido entre Argentina y México. Como la mayoría de los argentinos, Borello no se puede aislar del Mundial. Y el entorno contribuye. Un televisor, encendido y sin volumen, reina en las alturas del bar elegido para la entrevista. Aunque es un funcionario del gobierno porteño –lo acaban de nombrar coordinador de Políticas Sociales Urbanas–, Borello parece un hincha más. Lleva un buzo de Los Pumas y un gorrito de Argentina. “En el comedor tenemos la camiseta de Sorin, firmada”, explica. Sucede que el padre del capitán de la Selección, el arquitecto Jaime Sorin, decano de Arquitectura de la UBA, suele colaborar con la organización que encabeza Borello.
No es la primera vez que Borello aparece en los diarios. Su nombre cobró notoriedad hace dos años a partir de un hecho trágico: el asesinato de su amigo y compañero de militancia Martín “Oso” Cisneros. El crimen se produjo el 25 de junio de 2004 –ayer se cumplieron dos años– y el homicida fue Juan Carlos Duarte, un personaje muy conocido en La Boca, a quien los vecinos atribuyen estrechos vínculos con la seccional 24ª de la Policía Federal. Duarte fue detenido varias horas después del crimen. Mientras estuvo prófugo, Borello y los miembros del Comedor Los Pibes tomaron la comisaría en reclamo de su detención. Los acompañaba el hoy subsecretario de Tierra y Hábitat, Luis D’Elía. Desalojaron la seccional a primera hora del otro día, cuando la policía ya había detenido a Duarte.
El caso tendrá novedades el jueves. Está previsto que ese día termine el juicio por el crimen. “El mejor homenaje que le podemos hacer al Oso es que se haga Justicia”, dice Borello que promete una importante movilización a los tribunales de Comodoro Py con la presencia de Hebe de Bonafini y organizaciones como el Movimiento Evita y Libres del Sur. Borello explica cuáles serán sus funciones en la Coordinación de Políticas Sociales porteña. “La lucha contra el paco va a ser una de las improntas. No es sólo la droga de los pobres, es un disociador social”, adelanta.
–¿Qué funciones tendrá su área y cuál será su poder real?
–Coordinar para un mejor aprovechamiento del abanico de programas. Uno de los objetivos más importantes es pensar qué queremos que quede después de nuestra gestión. Queremos que quede un instrumento, una herramienta que se consolide independientemente de quiénes estemos al frente. Que las organizaciones empiecen a participar, no sólo en el control de las políticas públicas sino también en el diseño y en la construcción. Tenemos que empezar a acostumbrarnos que en lo social tiene que haber una línea mixta, una integración entre el Estado y las organizaciones sociales.
–¿En qué consiste la reconversión de los planes?
–Adecuar los planes, que en un principio fueron diseñados como un subsidio al desempleo encubierto, a una etapa donde hay que consolidar y profundizar la economía alternativa, social o popular.
–Algunos dicen que la economía alternativa es algo artificial, que no responde a una demanda genuina del mercado.
–Hay que profundizarla por eso mismo. El Estado tiene que hacerse cargo, cumplir un rol de ordenador de la comercialización. Si el microemprendimiento queda librado a la acción del mercado obviamente no será sustentable en el tiempo. Tiene que haber también una inversión del Estado. Pero no solamente económica. Tiene que jugar un papel importante en capacitación, formación, infraestructura, en capacidad instalada.
–¿Cuál es su balance de la política social del gobierno de Ibarra y lo que va del gobierno de Telerman?
–(Silencio). Hay condiciones que no se habían aprovechado, la posibilidad de incorporar estos saberes. La incorporación de nuevos actores. Las organizaciones sociales significan también nuevos saberes. En estos años de lucha han ganado experiencia en el conocimiento de la realidad, en la articulación y el peso de lo comunitario como un elemento novedoso. Hay mucho para aprender en la manera en que funcionan las organizaciones, que van mucho más allá del asociativismo.
–El Comedor Los Pibes tuvo una relación difícil con el ibarrismo. Ustedes solían pintar “Ibarra trucho” en las calles de la ciudad.
–Eso tenía que ver con un plan de lucha que tenían las organizaciones de La Boca, porque había muchísima dificultad en la relación con la gestión de Ibarra. A veces pensábamos: ¿cómo puede ser que vengan de otros países a hacer pasantías en el comedor y en el gobierno porteño tengamos tantos problemas? Ahora es distinto. Frente a una propuesta de las organizaciones al jefe de Gobierno, Jorge Telerman, en muy poco tiempo se efectiviza la incorporación de esta herramienta. Esto demuestra que era posible incorporar a las organizaciones a un proceso de gestión.
–¿No le genera una contradicción formar parte de un gobierno que parece estar muy cerca de Lavagna?
–Nosotros no hacemos la interpretación de que este gobierno porteño está cerca de Lavagna.
–Un funcionario muy cercano de Lavagna, Guillermo Nielsen, ocupa la Secretaría de Hacienda y maneja el Banco Ciudad.
–Más allá de cualquier interpretación que se les pueda hacer a algunos de los miembros del Gobierno de la Ciudad, vemos que esta gestión –y también por lo que hace Telerman– está absolutamente identificado con el plan del presidente Kirchner. Y la materialización de este instrumento del cual nosotros somos parte no hace otra cosa que refrendar la interpretación que estoy haciendo. Porque la incorporación de los nuevos actores a la gestión ya se dio en el gobierno nacional, se dio en el gobierno bonaerense, y ahora se da en la ciudad.
–El ingreso de piqueteros a la gestión pública ha reforzado las acusaciones de cooptación. ¿Qué opinan sus compañeros del comedor de que usted pase a formar parte de la gestión de la ciudad?
–Quienes hablan de cooptación tienen una posición que subestima al movimiento de masas y a las organizaciones populares. Decir alegremente que cualquiera puede ser cooptado oculta una subestimación. Yo no tomo esta determinación de manera personal. Fue una decisión de asamblea de mi organización de base, fue un tema discutido larga y profundamente. Cuando las organizaciones populares empezamos a decir “nos estamos preparando para gobernar” no tenía que ver con que nos estuviéramos preparando para una campaña electoral, sino con una decisión de jugar un papel protagónico. Y eso implicaba no solamente la lucha como movimiento de masas, sino también la acumulación en el plano de lo institucional, y por lo tanto la gestión. Así que lejos de creer esto, para nosotros es al revés. Creemos que la frescura y el estilo de militancia de las organizaciones sociales y populares le incorporan a la gestión una frescura de lo nuevo.
–¿Qué entiende por frescura? La misma palabra usa Pekerman para hablar del juego que pretende para la Selección...
–Es esa prepotencia del trabajo, esa tenaz manera de resolver cotidianamente las dificultades, esa forma de ver las dificultades como escuela de voluntad de vencer que la fuimos haciendo en el transcurso de la lucha. Esa característica, esa manera de resolver en forma comunitaria, esa democracia directa –no asambleísmo barato– tiene mucho que ver con el movimiento de masas de los últimos quince años. Le agrega un elemento muy importante para transformar el Estado que teníamos al Estado que necesitamos para un proceso de transformación social.
–Durante su asunción se habló mucho de la problemática del paco o pasta base en barrios como La Boca, Lugano o Soldati. ¿Qué consecuencias genera el paco dentro de los barrios?
–El paco es un disociador social. Apuesta a seguir profundizando la ruptura del tejido social.
–¿Cómo es la situación concreta en La Boca?
–Hay una indiscriminada generalización de esta droga, a la que algunos llaman la droga de los pobres, aunque nosotros vemos que no solamente afecta a los sectores más vulnerables. También hay sectores de clase media que lo viven culposamente, pero también en jóvenes de clase media empieza a calar este problema. Vemos que es un problema social que tiene una raíz política. ¿Qué quiero decir? Que hay intereses que apuestan a que se fracture el tejido social, que se golpee a los sectores de la juventud.
–¿Quiénes son los que trafican pasta base?
–Está claro que esto no se puede hacer sin la connivencia con sectores de la policía, aunque no hablamos de la totalidad de la policía. Pero es innegable que ese flagelo tiene que ver con un alto grado de corrupción en esas fuerzas, que sirven de andamiaje para que eso se pueda hacer.
–¿El gobierno de la ciudad qué podría hacer en este tema?
–Hemos encontrado muy buena predisposición y una alta receptividad. Apenas lo planteamos –porque en el mismo momento que se habló de la posibilidad de sumarnos a la gestión planteamos la problemática del paco–, encontramos una asimilación de este tema.
–¿Pero cómo se pueden relacionar las organizaciones sociales con otro tipo de organizaciones, de tipo delincuencial, que controlan el tráfico y menudeo de droga en las villas, por ejemplo?
–Yo no estigmatizaría a las villas. Esto está extendido en muchos lugares de la ciudad. No es un problema de las villas. Por eso, si no se articula entre el Estado y las organizaciones es muy difícil encarar alguna solución. Y la respuesta no tiene que ver con la acción represiva del Estado. Al contrario, se soluciona fortaleciendo el tejido social, mejorando la capacidad de conciencia de las organizaciones y los jóvenes, que hoy son la comunidad más vulnerable.
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