Mié 28.06.2006

EL PAíS

“Fue el primer golpe con intenciones fundacionales”

Hace 40 años era derrocado Arturo Illia. Tres historiadores explican que con la dictadura que encabezó Juan Carlos Onganía comenzó “la idea de la transformación del sistema político” y la represión sobre expresiones del poder civil.

Hace 40 años el general Julio Alsogaray y otros oficiales armados entraron en la Casa Rosada y rodearon al presidente radical Arturo Illia. Lo desalojaron a la fuerza en la mañana del 28 de junio de 1966. Así comenzó la dictadura que encabezó el general Juan Carlos Onganía. “He asumido el cargo que las Fuerzas Armadas han coincidido en conferirme. La circunstancia nacional nos impone obligaciones inexcusables: producir un cambio fundamental que devuelva a los argentinos su fe”, proclamó Onganía. Como un preanuncio del golpe que vendría después, dijo que la “Revolución Argentina” no tenía plazos. Página/12 consultó a tres historiadores sobre las consecuencias políticas, económicas y culturales que tuvo ese golpe, así como sobre el rol que jugaron los movimientos sindicales, culturales y los medios masivos de comunicación en la antesala del terrorismo de Estado.

“En la época de Illia ya estaban planteados los conflictos que después se desplegaron en los setenta. La movilización tan amplia y generosa que hubo en los setenta no tuvo como opción la democracia. Ahí es donde ese tajo de Onganía en la historia hizo mucho daño a la Argentina, al no permitir la opción de la democracia”, explicó Luis Alberto Romero, titular de la cátedra de Historia Social y General de la UBA, quien también recordó el rol que jugaron los medios de comunicación en el golpe. “La construcción de la imagen de Illia empezó antes de que asumiera. Toda la caída estuvo rodeada por esa imagen de la incapacidad del Presidente, sumada a la de la crisis económica, aunque luego se comprobó que era un momento de bonanza. La otra imagen totalmente construida fue la de Onganía: de un mediocre general trataron de hacer un nuevo caudillo”, aseguró Romero.

El hecho maldito

“Lo que hace inviable la democracia es la proscripción del peronismo en el ’55, pero Illia había avanzado mucho para abrir ese callejón sin salida. Con un poco más de tiempo, podría haber llegado a un acuerdo sobre las reglas del juego, como fue después La Hora del Pueblo, en 1971”, destacó Romero, que –haciendo uso de la historia contrafáctica– matiza el rol que cumplió el sindicalista Augusto Timoteo Vandor con su proyecto de formar un “peronismo sin Perón”. “Los sindicatos jugaron un papel importante en el golpe, pero el vandorismo básicamente era oportunista, no estratégico. Si las cosas hubieran ido por el lado de las instituciones, se hubieran acomodado”, hipotetizó.

“Al participar de algún modo del golpe, el vandorismo produjo una crisis en el movimiento obrero”, destacó el historiador José Vazeilles, quien afirmó que rápidamente se generaron resistencias dentro del propio sindicalismo: la CGT de los Argentinos, de Raimundo Ongaro, y el clasismo sindical de Sitram-Sitrac y de Luz y Fuerza, con Agustín Tosco en Córdoba. Vazeilles rechaza la lectura de que Illia haya tenido un “pecado de origen” con la proscripción del peronismo, que se volcó al voto en blanco y lo llevó a ganar las elecciones con un 27 por ciento en julio de 1963. “A Illia lo habían votado unos millones y a Onganía lo votaron cuatro personas. El iba camino a resolver la proscripción, que era la bestia negra de los militares”, aseguró.

No tan dictablanda

“La intención era gobernar con la exclusión de todos los partidos, porque el bloque oligárquico sólo momentáneamente ha tenido un partido propio, como fue el intento de la UCeDé de Alvaro Alsogaray, que era hermano del oficial que lo desalojó a Illia”, remarcó Vazeilles, quien recordó que “los golpes nunca han sido puramente militares, sino que fueron impulsados por los sectores concentrados, con la participación de la Sociedad Rural, que siempre fue una institución golpista. Ellos lo aplaudían a Onganía, a pesar de que sus políticas económicas no favorecían al campo”.

El historiador también consideró que la caída de Illia sentó un precedente para el golpe del ’76. “Una cosa que inaugura el golpe del ’66 es no declararse gobierno provisional, sino que tiene intenciones fundacionales de un nuevo orden constitucional. Esa es una novedad en esa historia de los golpes, que retoma el de 1976, que fue el más terrorista de todos desde 1955”, resaltó.

En ese sentido, la historiadora Hilda Sábato coincidió con que “este golpe en particular inaugura de una forma muy fuerte la idea de la transformación del sistema político. Se pretendía cambiar las bases con las que el sistema republicano argentino existe desde sus orígenes”. “También inaugura una práctica de represión sobre distintas expresiones del poder civil: intervienen la universidad, los partidos políticos, la vida sindical, cosa que el golpe del ’76 volvió a hacer con creces. La idea era cambiar las bases del sistema institucional y convertirlo en un sistema corporativo”, reflexionó Sábato.

La historiadora planteó que confluyeron en ese momento las visiones de sectores progresistas y de derecha sobre el gobierno radical. “Curiosamente, también los sectores de izquierda estábamos contra Illia por otros motivos, por lo que jugó como un movimiento de pinza”, consideró. “Los militares le cuestionaban su debilidad ante el comunismo internacional porque, por ejemplo, con la intervención de Estados Unidos en Santo Domingo en 1964, Illia se negó a mandar tropas”, analizó.

“También los militares le señalaron el problema del ‘libertinaje’ cultural de los sesenta: el lugar de la mujer, el sexo. Eso tuvo una repercusión en la vida cotidiana, en la forma en la que nos vestíamos y nos comportábamos”, recordó la historiadora, que en ese momento era estudiante universitaria. “Los grupos progresistas lo dábamos como natural, mientras por derecha lo veían como la decadencia de la familia y los valores cristianos. Lo primero que hizo Onganía fue atacar todo eso: desde intervenir el Instituto Di Tella hasta cortar el pelo a los jóvenes en la calle”, señaló Sábato. “El golpe de Onganía se inscribe en una serie que empieza en los ’30 y esperemos que haya terminado”, concluyó.

Informe: Werner Pertot.

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