EL PAíS
› SIN DUDAS SOBRE LA ALEVOSIA DEL ASESINATO
“Les pidió que no disparen”
› Por Laura Vales
El chico que mostró ayer este diario en tapa, con los brazos abiertos en cruz, la cabeza golpeada y las piernas en alto es Maximiliano Costeki tirado en hall de la estación de trenes de Avellaneda. Pero no fue herido allí, sino en la calle. Otro desocupado que venía escapando en tumulto por la avenida Hipólito Yrigoyen relató a Página/12 que encontró al joven muchos metros antes de la estación, en la vereda donde termina el hipermercado Carrefour. Costeki ya estaba herido.
–Me dio la yuta, me quema, llevame –le pidió.
El testigo (que pidió reserva de identidad hasta declarar ante la Justicia) lo cargó y le ayudó a llegar hasta la estación. Mucha gente corría hacia el mismo lugar con la idea de escapar en tren. En la avenida había corridas y disparos, la gente adelante, tratando de llegar a la estación, la policía detrás, todavía a varias cuadras de ella, con tiradores disparando desde arriba de las camionetas.
“Llegamos al hall y lo senté”, continuó el testigo. “Porque yo lo dejé sentado, no con los pies hacia arriba como apareció después. Estábamos ahí los dos y lo vi llegar a Darío (Santillán, el segundo muerto) que se acercó y trató de reanimarlo. Después nos dijo que nos fuéramos, que rajemos, que él se quedaba. Salí y crucé al otro lado de la avenida, donde había una mujer que no sabía para dónde salir. La policía ya estaba cerca, calle abajo venía creciendo la nube de gas lacrimógeno. Empecé a correr, hice unos metros y escuché disparos.”
Adentro, Darío Santillán seguía al lado de Maximiliano Costeki. Así los vio “uno inclinado sobre el otro” uno de los fotógrafos que presenció la matanza, Pepe Mateos, de Clarín. “Yo estaba parado en la vereda de la estación cuando escuché que desde adentro empezaron a pedir auxilio. Vi a Costeki tirado en el piso y al otro chico, Darío, tirado hacia él, como tratando de ver qué tenía. Había otra mujer muy descompuesta, que no podía respirar, así que llamé a mi diario pidiendo que mandaran una ambulancia.” La mujer descompuesta es Mirta Mironi.
Mateos escuchó acercarse a la policía, los disparos, los gritos, y se metió al hall de la estación. “Otros corrieron para el lado de Lanús, pero yo me metí en la estación y me pegué a la pared para protegerme.” El testigo vio a la gente huir y a la policía disparar. “Cuando la policía entró, Darío empezó a correr hacia el fondo, para el lado donde están los andenes.” Allí cayó herido, en el patio interior de la estación Avellaneda, al lado de un kiosco de diarios. El balazo le dio en la espalda, a la altura del cóccix.
Dos policías lo arrastraron hasta la vereda. Según el fotógrafo, Darío Santillán todavía estaba vivo y perdía sangre, como quedó registrado en la foto 7 de la página dos: Santillán es arrastrado mientras a la derecha está el cuerpo de Maximiliano Costeki, inmóvil.
Como se observa también en las imágenes, a Costeki le levantaron las piernas y se las dejaron elevadas, apoyadas sobre el cartel central de la estación. Si el chico todavía vivía, tal posición habrá ayudado a que se desangrara más rápido.
Un segundo fotógrafo, Mariano Espinosa, de la agencia Infosic, que tomó las fotos 7 y 8, también estaba en la vereda cuando escuchó gritos desde adentro de la estación pidiendo auxilio. “Estaban asistiendo a la mujer vestida del pulóver rojo, la que se quedó sin aire. Me asomé y vi que la estaban auxiliando los mismos piqueteros. Todos gritaban pidiendo una ambulancia. Entonces la policía entró al hall disparando, vi por lo menos a cuatro, al mando del comisario Franchiotti. El pibe de la gorra blanca (Santillán) estaba auxiliando al otro. Yo entré al hall de la estación detrás de la policía, por una entrada de la izquierda. Cuando la policía entró, el de la gorra (Santillán) levantó las manos pidiendo que no disparen. En ese momento tomé una fotografía. Después, el chico corrió hacia el fondo.”
Adentro de la estación de trenes, en el patio interno donde cayó, hay varios locales comerciales. Graciela trabaja en uno de ellos, el de loterías. Cuando la policía se metió al patio disparando contra la gente, alcanzó a trabar la puerta y se encerró. “Los que pudieron corrieron hacia arriba, donde están los andenes, pero había muchos que tenían miedo y dudaban porque tampoco sabían qué podían encontrar arriba. Vi cómo le pegaban a la gente. A una mujer la tiraron al suelo y le pegaron con los garrotes. Vi que estaba desmayada y vi que le seguían pegando. Después la arrastraron entre varios hasta atrás detrás de mi local y le siguieron pegando.” Graciela dice que dentro de la estación, los manifestantes le parecieron “desesperados. No vi que enfrentaran a nadie sino que trataban de huir. El piso quedó lleno de carteles, que abandonaron para poder correr por las escaleras”.
Gustavo trabaja en el locutorio ubicado en el mismo patio. El también se encerró en su local y desde allí vio a uno de los manifestantes (Darío Santillán) caído al lado de un puesto de diarios. En el lugar quedó una extensa mancha de sangre que ayer personal de limpieza se empeñaba en baldear.
Un tercer testigo presenció el momento en el que un policía arrastraba a Darío Santillán, todavía vivo, por la vereda de la estación Avellaneda. La diputada Vilma Ripoll habló el mismo miércoles con él. “Encontró al pibe tirado en el piso, sangrando, e intervino al ver que la policía lo quería levantar para llevárselo preso. Este hombre vio que el chico se estaba muriendo y les pidió que pararan, porque lo estaban arrastrando como si fuera un saco de papas”, agregó Ripoll. “Recién cuando el hombre insistió en que el chico estaba muy mal, lo metieron en un vehículo y lo llevaron al hospital.”
El comisario Franchiotti apareció en el Hospital Fiorito media hora más tarde. La puerta de la guardia del hospital estaba llena de periodistas y familiares de los heridos, que esperaban el parte médico. Todo lo que se sabía en ese momento era que había dos muertos sin identificar, tres personas en el quirófano y decenas de lastimados.
El comisario se acercó a los micrófonos e intentó dar una conferencia de prensa. Alcanzó a decir que los piqueteros “no habían abierto ninguna instancia de diálogo”.
Hoy cinco testigos reunidos por la Coordinadora Aníbal Verón declararán en el juzgado, con el patrocinio del abogado de la Correpi Claudio Pandolfi. En la Coordinadora anticiparon que los testigos están en condiciones de identificar a los policías que asesinaron a Santillán y Costeki, así como la participación del comisario Alfredo Franchiotti en la masacre.