Mar 25.07.2006

EL PAíS  › EN EL TERCER DIA DEL PARO, LANZAN EL PLAN PARA RECOMPONER LA OFERTA DE CARNES

La pulseada de siempre, con armas renovadas

En el inicio, la pelea fue por el precio de la carne. A un año de comenzada, la disputa entre la dirigencia del agro y el Gobierno se convirtió en una puja entre proyectos para el sector contrapuestos. La baja de la hacienda puso al grueso de los productores en contra del Gobierno. El plan lanzado ayer busca privilegiar a los más chicos.

› Por Raúl Dellatorre

Con el paro y las medidas de protesta del sector ganadero de un lado y la permanente amenaza de desbordes inflacionarios de los núcleos empresarios formadores de precios del otro, el gobierno nacional lanzó ayer el plan ganadero para aumentar la oferta de carnes en los próximos cuatro años, buscando una respuesta de los productores a los incentivos crediticios y de asistencia técnica, pero sin ceder al reclamo de éstos de mayores precios. Con escasa participación de las entidades y representantes del agro en el acto de presentación, el anuncio resultó una instancia más de la pulseada que desde hace meses –iniciada desde antes del cambio de ministro de Economía– enfrenta al Gobierno con la línea más conservadora de la dirigencia agropecuaria. El enfrentamiento quedó reflejado ayer por lo menos en tres escenarios distintos: los cortes de ruta y concentraciones de productores en distintos puntos del interior del país, las operaciones con buen ritmo pese al paro en el Mercado de Liniers con subas del orden del 8 por ciento en los precios y el citado acto de lanzamiento en Casa de Gobierno. El presidente de la Nación encabezó este último pero no habló, pero fue notoria su cara de disgusto.

El conflicto que enfrenta al Gobierno con el sector ganadero reconoce dos vertientes. Uno, propio del sector, tiene origen en la insuficiencia de la oferta ganadera para atender la demanda de carne vacuna para consumo interno y para exportación, ambas en crecimiento sostenido. Otro tiene elementos comunes con lo que sucede en la estructura productiva de diversos bienes de consumo masivo y también con insumos claves: la concentración de la capacidad de formación de precios en muy pocas manos. Pero desde que el Gobierno bloqueó la posibilidad de traslado automático de los precios acordados en Liniers a los mostradores –mediante el cierre del grifo a las exportaciones y otras medidas de intervención–, no sólo impactó sobre la capacidad de maniobra de estos sectores concentrados, sino que afectó a los productores en general al recortarles la rápida recuperación de la rentabilidad de que estaban disfrutando.

Esto quedó reflejado en el acto de lanzamiento del Plan Ganadero de ayer, al que la mayoría de las entidades le retacearon su participación, ya sea enviando representantes de segunda o tercera línea –con la excepción de Luciano Miguens, presidente de Sociedad Rural– o, directamente, pegando el faltazo –CRA y Federación Agraria–. Aun dirigentes políticamente cercanos al Gobierno debieron responder a la presión de sus bases para que expresaran el malestar reinante por la baja en el precio de la hacienda en los últimos meses, que atribuyen directamente al accionar oficial. Ese cuadro de situación, con notorias ausencias, se reflejó en el ánimo del Presidente durante el acto en el que, extrañamente a su costumbre, optó por no hablar.

El plan ganadero de mediano y largo plazo que anunciaron ayer el secretario de Agricultura y Ganadería, Miguel Campos, y la ministra de Economía, Felisa Miceli, recoge algunas de las propuestas que elevaron las organizaciones agrarias, pero no llegó a obtener el consenso de las mismas, precisamente porque la disputa entre el campo y el Gobierno dejó a mitad de camino las negociaciones. La pulseada fue cambiando de eje, desde las políticas de retenciones a la exportación que aplicó Roberto Lavagna en las últimas semanas de su gestión –sin lograr resultados inmediatos en el control a la suba de precios, que era su objetivo– a la más drástica suspensión de las exportaciones, ya con Miceli en el Palacio de Hacienda.

Más recientemente, con la flexibilización de las restricciones a la exportación y la política de subsidios a los frigoríficos exportadores, el Gobierno logró además calmar las voces más belicosas de este sector e incluso pudo “sumarlo” a la táctica de suspender las compras de hacienda el viernes último para incrementar la oferta –diez mil cabezas de remanente– de ayer, en pleno paro. Pero no así a los ganaderos. La caída del precio de la hacienda, del orden del 35 por ciento en tres meses, impactó en mayor medida de lo esperado en el bolsillo de los productores, pero no lo hizo de igual modo en el precio de la carne al consumidor. El alto costo que pagó el Gobierno fue que el clima de protesta se difundió a todo el espectro de productores, independientemente de su tamaño y de la organización gremial detrás de la cual se alineen. Esto se vio reflejado en la participación de entidades de base de FAA y de pequeños y medianos productores en las movilizaciones de protesta de ayer.

La formulación del Plan Ganadero intenta recuperar los lazos políticos y la identificación con los pequeños y medianos productores, que serán los principales beneficiarios de las medidas de apoyo enunciadas. El Gobierno tiene la dura misión ahora de convencer de que el sector se beneficiará con el plan, aunque ahora se le nieguen los aumentos de precios que reclama.

La apuesta oficial es expandir la oferta mediante bajas en los costos, y no por vía de mayores ingresos a través de aumentos de precios. Tal como está diseñado, el programa depende en gran medida de la voluntad de los productores de presentar un plan de desarrollo productivo para acceder a los beneficios. En tal sentido, a falta de consenso con las organizaciones rurales, el gobierno nacional apostó a un activo rol de las administraciones provinciales, que tendrán no sólo un papel central en la difusión del plan sino, incluso, recursos para asignar directamente a los productores que ellas elijan.

Tal cual repasó ayer Felisa Miceli, los ingresos del sector agropecuario se han visto fuertemente beneficiados por la política oficial de sostenimiento del tipo de cambio, la estabilidad interna y el subsidio al precio de los combustibles y desgravaciones de IVA para insumos. Ahora es el turno de los pequeños productores, que son enorme mayoría pero con escaso poder. Gran parte de los 400 millones de pesos de costo fiscal del programa buscará favorecer a los casi 150 mil productores con rodeos de menos de 250 animales. No será sencillo, en medio de una disputa que amenaza prolongarse más allá de hoy, cuando se cumpla la última jornada de la medida de fuerza.

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