El ex ministro de Economía siguió con su estrategia mediática y en una entrevista con el diario español El País criticó la política internacional del Gobierno y elogió los logros alcanzados durante su gestión.
“Hay sitio para radicales, peronistas e independientes”, avisó el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, refiriéndose a su proyecto político “de centro y progresista”, al que insistió en calificar como “superador”, una palabra que también gusta decir el presidente Néstor Kirchner, a quien cuestionó por confundir “fortaleza en el ejercicio del poder con aislacionismo”. Además, habló sobre la política internacional del Gobierno, renovando su disgusto por el acercamiento con el venezolano Hugo Chávez, y explicitó su desacuerdo con los “poderes especiales que se ha atribuido el Ejecutivo para disponer del Presupuesto Nacional”.
Aunque sigue sin anunciar su candidatura, Lavagna argumentó, basándose en principios económicos, que sus aspiraciones presidenciales son el síntoma de “una demanda importante de los sectores sociales” que lo requieren como candidato, ya que nadie “parece haber despertado el mismo interés” que él. Sus declaraciones, aparecidas en el diario español El País, también tuvieron un tono conciliador con la gestión kirchnerista. “No es una oposición al Gobierno en términos de blanco y negro, sino un proyecto constructivo para aprovechar todo lo bueno que se ha hecho hasta ahora en política social y económica”, dijo el ex ministro aunque aclaró, “en buena parte (de los logros) intervinimos mi equipo y yo entre 2002 y 2005”. El probable candidato de lo que llamó un “proyecto de convergencia”, y no una “alianza”, exigió alternativas para una sociedad “moderna y compleja” que no puede funcionar “con un exceso de concentración de poder”.
El ex ministro de Economía volvió a criticar la intervención estatal –una tendencia que, aseguró, crece desde las elecciones de octubre del año pasado–, y señaló que “el Gobierno no está para tomar participaciones en el mostrador de un aeropuerto, en la cola de un avión o para entregar una empresa de servicios esenciales como la del agua a los sindicatos”. En este sentido, Lavagna renovó su desacuerdo con la reestatización de Aguas Argentinas y opinó al respecto que “probablemente había que poner fin a esa privatización, pero habría que haberlo hecho de una forma distinta, tal vez privatizando la compañía otra vez”.
Aunque reconoció que “hace falta un Presidente fuerte”, Lavagna intentó diferenciarse de Kirchner acusándolo de imponer “un pensamiento único, donde cualquier opinión distinta supone un acto de oposición negativa” y relató que “un alto funcionario kircherista” le dijo una vez: “‘Acá se es esclavo o enemigo, y yo elegí ser esclavo’. Esta opción, sin duda, no es para mí”, dijo Lavagna.
El ex ministro profetizó que el Estado “no tiene ni los recursos ni la capacidad administrativa para hacerle frente” a la etapa que viene y, por lo tanto, sólo “debe ocuparse de lo que yo llamo bienes públicos básicos: educación, salud, cuestiones sociales en general, seguridad e instituciones públicas”. También criticó el ingreso de Venezuela en el Mercosur y, puntualmente, la iniciativa de Chávez de tender a unificar un ejército sudamericano.
La posible candidatura presidencial de Roberto Lavagna surgió de un grupo de radicales liderados por el ex presidente Raúl Alfonsín y los posduhaldistas del grupo El General que integran Francisco De Narváez, Jorge Sarghini, Juan José Alvarez y Eduardo Camaño.
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