EL PAíS
› PERFIL DE MARIO MIJIN, EL COMISARIO DE LOMAS QUE YA ACTUO JUNTO A CAMPS
Quién le daba órdenes a Franchiotti
Hubo que esperar dos asesinatos para que el poder político fijara su atención en la Departamental de Lomas de Zamora de la Bonaerense, que controla Avellaneda. Por encima de Franchiotti revistaba un comisario que participó de Destacamento Arana, el peor campo de concentración de la dictadura en la zona de La Plata. Y todavía no fue pasado a retiro.
› Por Martín Granovsky
Si el nuevo secretario de Seguridad bonaerense, Juan Pablo Cafiero, cumple con su promesa de “meter mano en la policía”, en esta nota tendrá indicios de por dónde empezar: el jefe directo del comisario Alfredo Franchiotti, Mario Mijín, es otro comisario que durante la dictadura integró el grupo selecto de policías destinado al campo de concentración Destacamento Arana, que dependía directamente del general Ramón Camps.
Mijín era, hasta el miércoles, subjefe de la Departamental de Lomas de Zamora de la policía bonaerense. De ese organismo dependía Franchiotti, definido como “un asesino” por el gobernador Felipe Solá y a quien la Justicia investiga como jefe de la patota que copó Avellaneda y mató a dos piqueteros en la estación.
Solá descabezó a la Departamental, pero no pasó a disponibilidad a Mijín. Simplemente, el alto oficial espera nuevo destino con la suerte de siempre. Quienes conocen al comisario lo describen como “un tipo muy activo”, al que le gustan la acción y la calle, y muy hábil para moverse en la convivencia con el poder político territorial.
Tanta habilidad explica que Mijín haya hecho carrera hasta llegar a la poderosa policía de Lomas, con jurisdicción sobre Avellaneda. De la zona sur del Gran Buenos Aires son, entre otros, el secretario de Legal y Técnica, Antonio Arcuri, el secretario general Aníbal Fernández, el jefe de Gabinete Alfredo Atanasof y el propio Presidente Eduardo Duhalde.
Mijín formó parte del campo de concentración de Arana, que estaba subordinado a la comisaría quinta de La Plata. En el “Nunca más”, la Comisión de Desaparición de Personas (Conadep) sostiene que Arana era utilizado como centro de torturas e incluso de asesinatos, aprovechando que estaba ubicado en “un paraje descampado”.
La Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos entregó a la Justicia argentina y al juez español Baltasar Garzón una ficha sobre Mijín. Allí se lee: “Mijín, Mario. Alias El Verduguito. Oficial ayudante de la policía de la provincia de Buenos Aires. Integrante de la Dirección de Investigaciones desde febrero a marzo de 1977. De marzo del 77 a enero del 79, Brigada de Investigaciones de La Plata. Tez blanca, pelo lacio peinado a la gomina. Era muy cruel en su trato. Usaba un pañuelito blanco. Oficial de servicio en Arana a cargo de los prisioneros. Visto y acusado por María Cristina Gioglio y Víctor Illiodo. También es acusado por Francisco Fanjul González, padre del desaparecido José Fanjul Mahía”.
María Cristina Gioglio, una docente que declaró ante la Conadep y en el juicio de la verdad que realizó la Cámara Federal de La Plata. Gioglio es hoy integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos.
–Estuve en Arana del 8 de diciembre de 1977 al 30 de marzo de 1978 -dijo ayer Gioglio a Página/12.
–¿Usted estaba desaparecida?
–Sí, había sido secuestrada en Ranelagh.
–Ante la Cámara de La Plata, Mijín dijo que en Arana había detenidos a disposición del Poder Ejecutivo.
–Mentira. Solo pasamos por allí los que estábamos desaparecidos. No había nadie con orden de detención. Arana era solamente un lugar de interrogatorios donde traían gente permanentemente. Y se la llevaban. En el juicio, Mijín para cubrirse hasta dijo que él estaba afuera, lo cual es absurdo en un lugar tan chico como Arana, y que otros policías lo maltrataban. Pero resulta que algunos de los otros policías de los que habla están muertos. No pueden atestiguar. Es un canalla. Dijo que no había encapuchados.
–¿No había?
–No. ¿Y sabe por qué? Porque nos tenían con los ojos vendados. Esa era la modalidad del campo.
En el juicio de la verdad, el camarista Leopoldo Schiffrin le preguntó a Gioglio cómo sabía que estaba en Arana. –Yo soy platense –dijo la docente–. Pero no me di cuenta por un reconocimiento de zona sino porque escuchábamos la radio policial.
En cuanto a la guardia, Gioglio aportó un dato clave sobre su grado de participación.
–Había gente en la puerta del Destacamento y la función que tenían, aparte de cuidar la puerta, era de avisar cuando venían autos de la Brigada y avisar cuando pasaban los vecinos o chicos que salían de la escuela, para que pararan de torturar...
Gioglio dijo a los camaristas que la guardia de Mijín era la que peor los trataba, incluso impidiéndoles ir al baño.
Mijín, de 48 años, como Franchiotti, también declaró en el juicio de la verdad. Y, curiosidades de la carrera policial, en ese momento era ya comisario inspector y jefe de patrullas de Avellaneda. Como Franchiotti hasta el último miércoles. Su defensa fue que en Arana había sido “alternativo”, es decir guardia externo.
Cuando los camaristas le preguntaron por lo que sucedía en Arana antes de 1977, Mijín no pudo responder.
–No sé, porque yo en el año 1976 estuve en Inteligencia, en la delegación de la Capital Federal, en Callao y Viamonte.
En ese edificio funcionaba entonces, en el año del golpe de Estado, el servicio de informaciones del Ejército, donde un policía provincial no tenía acceso a menos que cumpliera funciones de coordinación entre los jefes militares apostados en Buenos Aires y Ramón Camps.
Hace dos semanas, en Llavallol, la policía baleó al rehén Claudio Barbarelli, de 35 años. Los agentes dispararon 40 tiros contra el auto en el que viajaba secuestrado.
–Son unos animales, unos asesinos –le gritó la viuda Elena Barbarelli a un comisario inspector.
–Señora, la entiendo –fue la respuesta de Mario Mijín–. Nosotros también somos seres humanos.
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