Luis y Ricardo Bussi rompieron lanzas y se enfrentarán en una interna para resolver las candidaturas de Fuerza Republicana. Mientras, su padre, el represor Antonio, sigue preso y deprimido.
› Por Eduardo Tagliaferro
Bien podría definirse como una pelea por la herencia. En este caso por la herencia política, o lo que queda de ella. Ante la cercanía de las elecciones provinciales de 2007, los hermanos Bussi rompieron lanzas y se enfrentarán en una interna partidaria. Luego de una efímera tregua, el sector ricardista, como se denomina a los seguidores de Ricardo, el menor de los Bussi, descartó apoyar a Luis José, el hermano mayor, como primer candidato a legislador provincial. Ricardo tiene el respaldo de la mayoría de las autoridades partidarias. Luis José tiene su base en quienes acompañaron a su padre en la construcción histórica de Fuerza Republicana.
“En la capital de la provincia apoyamos a Ernesto Padilla, en el interior estamos dispuestos a dirimir las candidaturas mediante internas, pero siempre enrolados dentro de la línea oficial del partido”, explicó la senadora nacional Delia Pinchetti. La legisladora mostró de esta manera su encolumnamiento con el menor de los Bussi. También dejó en evidencia la interna que divide a los hermanos. Luis José ratificó que será precandidato a primer legislador provincial. La interna está lanzada y ya produjo bajas. Dos dirigentes partidarios, Carlos Canevaro y Javier Morof, fueron desplazados de los cargos de conducción luego de abandonar las filas del oficialismo para sumarse a las huestes de Luis José.
La pelea política y familiar tiene sus antecedentes. En 2005, Luis José responsabilizó a los candidatos que promovió su hermano Ricardo como principales responsables por la catastrófica performance electoral. Los malos guarismos le sirvieron en bandeja el discurso de “volver a las fuentes”. Cosa que intentó hacer a través de una línea política, que para no pecar de original bautizó Línea Fundacional.
Lejos, muy lejos, habían quedado los días felices de Fuerza Republicana. Su estrella se apaga junto a la de su creador, el represor Antonio Domingo Bussi, detenido en el ex arsenal Azcuénaga. Mientras papá enfrenta once causas por violación a los derechos humanos, su hijo mayor promete volver por el poder que supieron disfrutar. “El General, como lo llama su pueblo, no puede hoy estar con nosotros por imperio de la injusticia. Lo iremos a buscar para reconquistar su gobierno, ya que en su gestión encendió una llama que sigue viva en el corazón de miles de tucumanos”, dijo Luis José hace pocos días al inaugurar una sede partidaria con el nombre del ex hombre fuerte de la represión en Tucumán y el norte argentino.
El mayor de los Bussi se presenta como el elegido. Fue él quien llevó a las autoridades partidarias la carta del general en la que éste anunciaba su desafiliación política. “No tiene nada que ver con Tucumán, es un ‘balconero’”, lo define un analista político de la provincia. Ser portador de una carta de su padre fue suficiente para disparar la crisis. En el 2003, por apenas 17 votos, el represor había triunfado en la elección a intendente de San Miguel de Tucumán. La prisión preventiva le llegó antes de que pudiera sentarse en su nuevo cargo. A partir de ese momento todo fue cuesta abajo para Fuerza Republicana. El punto más bajo llegó con la última elección de 2005. En esa ocasión, los seguidores de Bussi sumaron 39 mil votos. Lejos de los 374 mil que consiguió el Frente de la Victoria y que le permitieron llevarse las cuatro diputaciones nacionales en juego.
Cuando las heridas estaban todavía abiertas, el mismo día de la elección, Luis José señaló a los responsables. No faltaron quienes le criticaron al mayor de los hermanos haber boicoteado la campaña del partido fundado por su padre. De allí en más, el enfrentamiento fue in crescendo. En el medio hubo tiempo para fotos de reconciliación. Luis José especuló entonces con contar con el respaldo partidario para ser el primer candidato a legislador provincial, pero los seguidores de su hermano lo descartaron. El mayor de los Bussi se muestra como el preferido de papá. Si el dedo de papá había consagrado a su hermano Ricardo como candidato a gobernador en 1999, ¿por qué ahora presentarse como el elegido no podría garantizarle elprimer puesto de la lista? No falta quien recuerda que en 1999, luego de que FR fuera derrotada en las elecciones a gobernador, Bussi desalojó a su hijo Ricardo de la oficina que tenía en la gobernación. Los gritos de padre e hijo se escucharon en varios pasillos de la sede del gobierno tucumano.
La suerte de Fuerza Republicana aparece íntimamente sellada a la del ex militar. Para Ricardo, la mala elección de 2005 se explica porque “no entró la marca Bussi”. Algo que sostiene que no sucederá en los próximos comicios. “En las próximas elecciones, cuando se elija gobernador, intendente y concejales, pondremos en juego la marca”, prometió.
Los dos hermanos coinciden en un punto: vaticinan el retorno al poder. Pero su agrupación se encuentra en un estado raquítico. Por eso analizan futuras alianzas electorales, algo que en los buenos tiempos ni siquiera contemplaban. “Cómo construir una coalición exitosa”, se denominó al taller del que días atrás participó el líder de Recrear, Ricardo López Murphy. “Es hora de que busquemos afinidades programáticas antes que ideológicas”, aseguró el Bulldog en la reunión en la que el ex senador por el bussismo y hoy referente de Recrear en Tucumán, Pablo Walter, se reencontró con el menor de los Bussi. Mientras tanto, el general no puede contener las lágrimas, ni su depresión. No muestra ningún interés por la política y comparte su suerte con un ex superior: el feroz general Luciano Benjamín Menéndez. El otoño de Bussi también le llegó a su criatura política.
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