EL PAíS › ARRESTARON A GUGLIELMINETTI, VISUARA Y OTROS REPRESORES DE AUTOMOTORES ORLETTI
El juez federal Daniel Rafecas ordenó la detención de quince personas que actuaron en Orletti. Visuara, Guillamondegui y Guglielminetti, que estaba prófugo, están arrestados. Honorio Martínez Ruiz, que estaba detenido por el robo al Banco Nación, y diez represores uruguayos completan la lista.
› Por Victoria Ginzberg
El antiguo taller mecánico tenía un cartel en el frente que decía “Automotores Orletti”. La puerta grande tenía una cortina metálica. Había otra entrada sobre la izquierda, era blindada, tenía una mirilla y se abría mecánicamente cuando se escuchaba la consigna por la radio: “Operación Sésamo”. En la planta alta estaba la sala de torturas que compartían los represores argentinos, uruguayos y de otras nacionalidades que usaban el lugar como base de operaciones en Buenos Aires. El juez federal Daniel Rafecas ordenó la detención de quince personas que actuaron en ese centro clandestino durante la última dictadura. El coronel Rubén Visuara, el vicecomodoro Néstor Horacio Guillamondegui y el ex agente de inteligencia Raúl Antonio Guglielminetti –que estaba prófugo– fueron arrestados ayer. Diez de los acusados son uruguayos: Rafecas pidió la extradición de seis de ellos que ya están presos y la detención internacional de los cuatro restantes.
Guglielminetti estaba prófugo desde que se reinició la investigación sobre los crímenes cometidos en el Primer Cuerpo de Ejército. Rafecas lo buscaba por su actuación en los campos Atlético, El Banco, Olimpo, Vesubio y ahora por Orletti. Ayer por la mañana Interpol lo ubicó en una quinta de Mercedes. Además de haber integrado la Triple A y el staff de por lo menos seis centros de detención del Primer Cuerpo, también tuvo participación en la represión que se instrumentó en el Quinto Cuerpo y en la “conversión” de bienes de desaparecidos. En democracia, él mismo se reconvirtió: fue custodio del ex presidente Raúl Alfonsín y trabajó en el grupo de inteligencia paralelo “Alem”, que fue desarmado después del secuestro de Osvaldo Sivak. De hecho, los secuestros extorsivos fueron una de las especialidades en las que se recicló. Estuvo involucrado en el del empresario Emilio Naum –que fue asesinado– y en el de Mauricio Macri.
Además de Visuara, Guillamondegui –sucesivos jefes de la Dirección de Operaciones Tácticas I de la SIDE, de la que dependía Orletti– y Guglielminetti, el juez ordenó la captura del represor Eduardo Ruffo, quien es buscado desde hace años por la apropiación de Carla Rutila Artes. También pidió el arresto de el ex agente de la SIDE Honorio Martínez Ruiz, actualmente detenido por el robo a las cajas de seguridad del Banco Nación.
Respecto de los represores uruguayos, Rafecas solicitó la extradición de los militares José Nino Gavazzo, Ernesto Avelino Ramas Pereira, Jorge Alberto Silveira Quesada, Ricardo José Medina Blanco, Jorge Ricardo Arab Fernández y Gilberto Valentín Vázquez, quienes ya estaban presos en base a pedidos realizados por los jueces Guillermo Montenegro y Norberto Oyarbide. Y ordenó la captura de otros cuatro miembros del ejército vecino que estaban libres. Ellos son: Manuel Cordero, Luis Alfredo Maurente, Ernesto Soca y Ramón Díaz Olivera. Todos pertenecieron al Servicio de Información de Defensa (SID) uruguayo, que dependía del Ministerio de Defensa Nacional y que operó en la Argentina junto a la SIDE. Gavazzo, Silveira y Cordero habían sido indultados por el gobierno de Carlos Menem. La semana pasada, Rafecas anuló esa medida como paso previo a las detenciones que se solicitaron ayer.
El taller mecánico Automotores Orletti, ubicado en la Venancio Flores y Emilio Lamarca –que fue inspeccionado por Rafecas el 5 de julio pasado–, funcionó como centro clandestino desde mayo a noviembre de 1976. Aníbal Gordon tenía allí una oficina con el retrato de Adolfo Hitler y las siglas Triple A.
A través de testimonios de sobrevivientes, el juez pudo reconstruir la mecánica de funcionamiento del lugar, así como la identidad de los desaparecidos y los nombres y apodos de represores. Por el momento, comprobó el secuestro de unas 70 personas, la mitad uruguayas.
En las declaraciones recogidas durante la investigación se repite la descripción de los tormentos recibidos: las víctimas eran colgadas de forma que sus pies quedaran a 30 centímetros del piso, se les colocaba un cable alrededor del cuerpo, y se las bajaba hasta que tocaran el suelo, en el que había agua y sal gruesa. Cuando los pies tocaban el piso, producían impactos eléctricos. La uruguaya Sara Méndez relató que una vez en Orletti le colocaron en el cuello una madera con un número identificatorio con el que llamaban a la gente cautiva. La mujer fue secuestrada en su casa de Belgrano por un grupo que comandaba Nino Gavazzo y además de las torturas padeció el secuestro de su hijo, que duró 25 años. Recién en 2002 pudo reencontrarse con él.
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