Dom 20.08.2006

EL PAíS

Con los radicales hay buena onda, pero rara

Una encuesta muestra que se acepta que hagan acuerdos con el Gobierno, pero a la vez, los quieren ver independientes.

Aunque parezca contradictorio, al ciudadano común no le parece mal que el radicalismo haga acuerdos electorales con el Gobierno e incluso que respalde una eventual reelección de Néstor Kirchner o la candidatura de Cristina. Pero, a la vez, tampoco ve con malos ojos que la UCR siga siendo un partido opositor, quiere que lo sea y, además, no le cae mal que lleve como candidato a Roberto Lavagna. “No son visiones incompatibles –dice el titular de la consultora Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), Enrique Zuleta Puceiro–. Por un lado, la sociedad le pide al radicalismo que acompañe a Kirchner, porque todavía existe la idea de que estamos en emergencia. Y al mismo tiempo no quieren un peronismo hegemónico, de manera que tampoco ve mal que mantenga un perfil opositor.”

Las conclusiones surgen del estudio realizado por OPSM esta semana, cuando los radicales se preparan para su convención nacional. En total se entrevistaron 1100 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. La coordinación del trabajo estuvo a cargo de Julián Lisa e Isidro Adúriz.

“Los datos de nuestra encuesta evidencian que hay un debate abierto –sostiene Zuleta–. Ninguna opción recoge niveles del 80 por ciento de adhesión, todo es 50 a 40 o porcentajes similares. Por ejemplo, hay más ciudadanos que creen que la UCR tiene que acompañar a Kir-chner que los que se oponen a esa idea. Pero también hay más encuestados que quieren que el radicalismo se mantenga en la oposición. Y respecto de la candidatura de Lavagna, un tercio lo ve bien, un tercio regular y un tercio mal.”

Para Zuleta existe un cambio muy categórico respecto a la noción de partidos verticalistas, con disciplina y un aparato que no permite la existencia de distintas corrientes. Ese modelo es desechado y, por ejemplo, se acepta más que antes la existencia de distintos peronismos y distintos radicalismos. “Al votante le gustaría una izquierda fuerte y un centroderecha fuerte. Por eso, Macri no está mal en las encuestas. Está lejos, pero es más aceptado que antes. Y respecto de Lavagna pasa algo parecido: está en el 12 o 15 por ciento de intención de voto, depende que semana se encueste, pero ha conseguido una especie de legitimación de su candidatura, más allá de que tiene evidentes problemas para conformar el agrupamiento político que lo sostenga”, explica Zuleta.

El debate dentro de la UCR es visto en forma ambigua. Por un lado, lo gobernadores dicen que hay que colaborar con el Gobierno y de alguna manera hablan de una especie de alianza transversal, que ya existe en varias provincias a través de los llamados frentes cívicos. Eso no cae mal, de acuerdo al estudio de OPSM. Y tampoco cae mal el argumento de los dirigentes radicales que afirman que el partido tiene que mantener su independencia y plantarse como una oposición nítida. Los dos criterios son válidos para los encuestados.

“Tal vez podríamos resumirlo de la siguiente manera –redondea Zuleta–: a la gente no le gusta que se haga oposición por la oposición misma. En ese terreno piensa que esos son métodos de los políticos tradicionales que hay que rechazar. Pero también quiere alternativas, no un poder monolítico. Y entonces eso se traduce en una política no tradicional, donde se mira distinto a las alianzas nuevas que puedan surgir y a los nuevos alineamientos dentro y fuera de los partidos. No hay añoranza del verticalismo, del peronismo de aparato y del radicalismo como maquinaria partidaria.”

El estudio de OPSM plantea varios otros debates, con posturas a favor y en contra bastante parejas. Un 50 por ciento aprueba la política del Gobierno de captar fuerzas políticas y gobernadores opositores, pero el 34 por ciento rechaza esa estrategia. Hay un 40 por ciento que afirma que el radicalismo ya dejó de existir como partido unido, mientras que el 50 por ciento dice que es una crisis temporaria. Y, por último, un 54 por ciento de los consultados cree que las estructuras partidarias tienen que serflexibles, adecuándose a nuevas alianzas, mientras que el 40 por ciento afirma que es bueno que tengan cierta rigidez, disciplina y respeto a la conducción.

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