Noviembre. Ese es el mes en el que Felipe Solá pondrá fin al misterio de su futuro político. De ahí en adelante se sabrá si el gobernador buscará decididamente la reelección o si allanará el camino para alguno de los numerosos candidatos que tiene en carpeta Néstor Kirchner. El dato fue confirmado a Página/12 por voceros del presidente de la Nación y del mandatario provincial.

Solá ya blanqueó sus pretensiones. Pero aún no libró la batalla judicial. Lo único que existe es un debate entre quienes dicen que la Constitución lo autoriza y los que aseguran que el gobernador estará forzando la ley. La clave está en saber si la Carta Magna provincial –que permite una sola reelección– considera que Solá transita por su primer período o por el segundo, ya que anteriormente al actual mandato se hizo cargo de la gobernación por la huida de Carlos Ruckauf.

Entre los detractores de Solá se ha hecho carne una especulación: que el gobernador promovió su reelección para transitar sin sobresaltos los últimos meses de gestión. Pero que en rigor lo que busca es evitar el karma del “pato rengo”, término que acuñaron los norteamericanos para describir la pérdida gradual de poder de un mandatario en salida.

La inexistencia de una presentación judicial alienta la teoría de que Solá está ganando tiempo. Sin embargo, desde las usinas del gobernador juran que el mandatario ansía un período más para revalidar los pergaminos ya sin el andamiaje que en su momento le brindó el duhaldismo.

Solá no deja de caminar sus pagos. Por cuestiones de gestión, visita el conurbano y el interior. Y así como se reúne con intendentes, también lo hace con dirigentes del Frente para la Victoria.

Kirchner considera que noviembre es el mes límite para empezar a moldear otro candidato si lo de Solá no prospera. La lista de aspirantes es enorme y no es para menos: la provincia no tiene a la vista un rival que pueda doblegar al kirchnerismo. Aníbal Fernández, José Pampuro, Florencio Randazzo, Sergio Massa, Alberto Balestrini sueñan con la bendición presidencial. Cristina Kirchner es un tema aparte.

Hasta ahora no hubo gestos públicos de la Casa Rosada que indicaran preferencias. La excepción fue un acto en San Isidro –suspendido a último momento– que Alberto Fernández iba a compartir con su tocayo Aníbal. El gesto del jefe de Gabinete se completó con una declaración del sindicalista Víctor Santa María a favor de la candidatura del ministro del Interior. Se sabe, cuando habla Santa María el que habla es Alberto.

Fue notorio el enojo que esa maniobra produjo en Pampuro, a quien días antes Kirchner le había dicho que se largara a la aventura. “Por ahora no soy candidato a nada”, amagó con bajarse de la competencia. Pasado el pico de bronca, el senador volvió a ponerse en carrera.

La situación de Randazzo es distinta. Como ministro de Gobierno de Solá no moverá una pieza mientras el mandatario siga presentando sus credenciales. Pero si el gobernador desiste de la pelea legal, o la pierde, no bajará la guardia. Randazzo es un niño mimado de Kirchner.

Desde la presidencia de la Cámara de Diputados, Balestrini no oculta sus deseos. Y aunque es muy bien visto por el círculo áulico de Kirchner, observa que la Casa Rosada no lo tiene entre los primeros de la lista de preferidos. Lo mismo sucede con Massa, quien, si bien cumple los deberes al frente de la Anses, está algunos escalones por debajo de otros aspirantes.

Cristina Kirchner, la gran ganadora de octubre, no parece entrar ahora en la discusión. Acaso por la hipótesis de su candidatura presidencial. Lo que está claro es que Kirchner, encuestas en mano, se inclinará en el principal distrito del país por quien ayude a fortalecer un gobierno que alcanzó el poder con apenas el 22 por ciento de los votos.