Jue 14.09.2006

EL PAíS  › POR LA MUESTRA DE LEON FERRARI

Un periodista acusado

Pese a que jura que no tuvo nada que ver y que sólo se encontraba en el lugar por motivos laborales, el periodista Rodolfo Montes, del diario La Capital, continúa procesado en la causa por los daños a la retrospectiva de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta, que fue atacada a fines de 2004 por un grupo de ultramontanos de la Agrupación Custodia, que dirigen Jorge y Marcelo Gristelli. Los hermanos participaron hace unas semanas de la misa que ofició el obispo Antonio Baseotto en Luján, junto al grupo ultramontano de la revista Cabildo. Esa tarde de 2004, Montes fue detenido mientras visitaba la muestra de Ferrari, a quien tenía previsto entrevistar. Terminó preso durante 12 horas. El periodista, que recibió la solidaridad de la Utpba y del propio Ferrari, sigue imputado en la causa que instruye el juez Eduardo Moumjdian por “daños calificados y lesiones leves”, que tiene una pena máxima de cuatro años.

Montes no puede olvidar esa tarde, en la que fue a observar las obras de Ferrari que habían provocado una polémica con la Iglesia, y en especial con grupos de devotos que intentaron destruir algunas de las esculturas. “Escuché el ruido de los vidrios rotos y me acerqué como cualquier periodista”, cuenta. Finalmente, terminó en medio de un sector que quería destruir las obras y otro que las defendía. “Los policías detuvieron a cuatro personas y a mí. Llaman a testigos y uno me acusa. Yo saqué la credencial de periodista y no me dieron pelota. Me metieron en cana con los agresores y estuve cerca de doce horas en la Comisaría 19”, relata. “Qué garrón te estás comiendo, flaco”, cuenta que le dijeron los otros cuatro presos, que rezaron juntos durante media hora a la madrugada.

Por la mañana, uno de los policías lo sacó para conversar sobre la muestra: “¿No le parece que la violencia llama a la violencia?”, le preguntó. Finalmente, Montes fue liberado, pero quedó imputado en la causa, que permaneció estancada hasta comienzos de este año, cuando hubo una rueda de reconocimiento. “En la rueda, un testigo dice que yo rompí cosas, pero también dice que rompió cosas un preso que habían puesto en la rueda y que nunca estuvo en el Recoleta”, explica Montes. “La paradoja del sistema penal es que pueden acusar a casi cualquiera. Me dicen que es imposible que me condenen, pero sigo acusado”, sostiene.

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