EL PAíS › EL PASADO DE JUAN JOSE ALVAREZ FUE TEMA DE TODAS LAS CHARLAS DE PASILLO, PERO NO EN EL RECINTO
El diputado no presentó la cuestión de privilegio que había anunciado. Estuvo sólo un rato en el Congreso y se reunió con el titular de la Cámara, Balestrini. Podrían tratar el tema en comisiones.
› Por Eduardo Tagliaferro
Los diputados pueden decir que tienen códigos propios. A ellos se aferraron ayer. Oficialistas y opositores fatigaron pasillos y despachos para evitar que el pasado de Juan José Alvarez se debata en el recinto de la Cámara baja. El temor a una guerra de acusaciones en la que podría salir a la luz la relación con la dictadura militar de más de uno de los miembros del establishment político, fue el límite que ninguno de los parlamentarios quiso traspasar. Un llamado de la Rosada con la directiva de “no victimizar a Alvarez” fue el freno que tuvieron que morder más de uno de los diputados del Frente para la Victoria que pretendía discutir el tema. Los legisladores del grupo El General no ocultaban su enojo con el Gobierno, a quien responsabilizan por la filtración del legajo con los antecedentes de Alvarez como agente de la SIDE durante la dictadura. Ayer primaron los códigos. Nadie puede asegurar que el tema no se debata a partir de hoy en comisiones o en otros encuentros. “En el recinto, no. Fuera del recinto todo es posible. Esa es la orden que tenemos”, explicó a este diario un destacado diputado del oficialismo.
El propio Alvarez había afirmado que iba a plantear el tema en el recinto. Luego de haber reconocido su participación en la SIDE durante la dictadura, criticó la difusión de un dato confidencial e hizo referencia a la obligación de guardar secreto que impone la ley de Inteligencia.
Alvarez ingresó por el Senado, ya que la puerta de Diputados estaba cerrada, y se reunió con el titular del cuerpo, Alberto Balestrini. Allí le informó que no plantearía la cuestión de privilegio y pidió que el oficialismo no sacara el tema. A esa altura y después de una hora y media de debate, el kirchnerismo había decidido no llevar la cuestión al recinto.
Remo Carlotto, Diana Conti, Hécor Recalde, Jerónimo Vargas Aignasse y Osvaldo Nemirovsci se encontraban entre los más ofuscados con el pasado de Alvarez. Carlotto, incluso, había dicho que si Alvarez participaba de la sesión, él sacaría el tema. Se impuso el espíritu moderador del titular de la bancada, Agustín Rossi, quien en sintonía con el mandato de la Rosada, pidió no victimizar a Alvarez. En uno y otro bloque se decía que, alegando motivos familiares, Alvarez pediría licencia por un mes. Sin embargo, el diputado no lo mencionó en su encuentro con Balestrini.
A esa altura, los diputados Jorge Sarghini y Eduardo Camaño habían disuadido a Alvarez para que no participara de la sesión. Camaño no ocultaba su enojo ni tampoco una carpetita, con la que buscaba minimizar el pasado de Alvarez comparándolo con información ya conocida sobre el desempeño de la ministra Felisa Miceli en el Ministerio de Economía en tiempos de Alfredo Martínez de Hoz. El conocido curriculum del ex canciller Rafael Bielsa era otro de los dardos con los que el duhaldista pretendía responder al Gobierno.
Las reuniones y las negociaciones dominaban los pasillos del Congreso. También las chicanas. “El grupo El General cambió de nombre. Se llaman grupo El Vigilante”, comentó sonriente un conocido diputado del kirchnerismo. No menos pícaro, otro diputado del oficialismo lo corrigió y dijo que habían mutado su nombre por el de “grupo El General Harguindeguy”.
El pasado de Alvarez era el tema recurrente de todas las charlas del Congreso. Incluso en la Cámara alta. Luego de decir que “ni sabía que había trabajado en la SIDE”, la senadora Hilda “Chiche” Duhalde recordó que Alvarez tenía 25 años en esa época. “He tratado de pensar en esa etapa de la vida de cualquier persona que forma una familia. Dijo que era un empleado administrativo”, afirmó la senadora bonaerense. Palabras más, palabras menos, lo mismo que aseguraron los diputados radicales. No era ése el clima que dominaba entre los senadores del radicalismo. “Resulta que al final Alvarez es como la pianista del prostíbulo. Tan sólo tocaba el piano”, se quejó un senador de la UCR que no ocultaba su enojo.
Flanqueado por Francisco De Narváez, Camaño y otros legisladores de El General, Alvarez ingresó al recinto. Con una alta cuota de histrionismo, recibió el saludo de la ex riquista Mirta Pérez y de la duhaldista Marina Cassese. Así como entró, se sentó y se retiró. Para muchos legisladores el pasado de Alvarez era una sorpresa. Para otros era la clave que les permitía engarzar varias piezas sueltas. Recordaron que en su primer gabinete municipal en Hurlingham lo tuvo como jefe de Gabinete al coronel Carlos Sánchez Toranzo. Un militar que visitaba las cárceles de la dictadura para convencer a los presos políticos para que firmaran un papel en el que consignaran su arrepentimiento por su militancia “subversiva”. De sus informes dependía la libertad o no de los prisioneros de la dictadura. En ese mismo gabinete municipal también estaba Silvia Barreyro, la hermana de Ernesto Nabo Barreyro, el carapintada que dio comienzo al levantamiento de Semana Santa en 1987 y con quien Alvarez tuvo un trato más que cercano. Lo que se dice una línea de conducta.
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