EL PAíS › OPINION
› Por Eduardo Aliverti
La admisión de que el país está en crisis energética, aunque de manera “oficiosa” y hasta contradictoria porque el Gobierno insiste en darle al tema una importancia secundaria, es sin dudas la noticia más relevante de los últimos tiempos políticos.
No es sólo por su connotación coyuntural, que implica la probabilidad de apagones sumada a las crecientes dificultades en el suministro de gasoil. Rodean al asunto definiciones de largo plazo que sirven, o deberían servir, para medir la voluntad y capacidad estratégicas del kirchnerismo. Porque en lo táctico viene siendo claro que se mueve como pez en el agua, sabiendo inventar o aprovechar enemigos y adversarios; promoviendo gestos e inclusive medidas institucionales concretas, de escaso costo político; valiéndose de una oposición que fluctúa entre la impotencia y el patetismo. Pero lo estratégico es otra dimensión. Es saber si la Argentina cuenta sólo con gobernantes o si además tiene estadistas.
En cambio, que el ministro De Vido haya llamado a un uso “racional” de la energía, e incurrido a la vez en que eso no significa “un desaliento al consumo”, es una noticia de largo aliento. Es el primer signo de que resolvieron no continuar con el barrido de toda la tierra debajo de la alfombra, y llama a preguntarse por uno de los aspectos estructurales del futuro argentino. Porque, además, el semirreconocimiento oficial de los problemas que aquejan al abastecimiento eléctrico no se dio en cualquier momento, sino en la semana en que hubo dos datos (previstos pero igualmente –muy– considerables) sobre la Argentina de más allá de la coyuntura.
Se trata de noticias complementarias. Por un lado, la Secretaría de Energía informó que las reservas de petróleo alcanzan para cubrir poco más de 8 años de consumo. Y con el gas el panorama es casi idéntico, o algo peor si se toman las estimaciones del 2004. ¿Para cuánto alcanzaba el gas antes de las privatizaciones? Para 35 años. ¿Y cuánto bajaron las reservas comprobadas de petróleo en los dos últimos años? En más de un 11 por ciento. Las tribus de derecha arguyen que esa caída monumental de las perspectivas de exploración y explotación son producto del estallido devaluatorio y el congelamiento de las tarifas que cobran, como si esa explosión parcialmente contraria a sus intereses no hubiese sido el producto de la arquitectura neoliberal de la rata, que usufructuaron durante todos los ’90.
Hablando de eso, justamente, el segundo elemento informativo es que la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto que exime de impuestos y derechos de importación a las compañías petroleras. Bajo la excusa, desesperada por las perspectivas a años vista, de que esa medida las alentará a invertir en exploraciones, les permiten diferir el IVA, el impuesto a las ganancias y el de la Ganancia Mínima Presunta. El Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (Moreno) denuncia el hecho con una lógica de improbable refutación, más allá de la simpatía ideológica que despierten sus integrantes. “Vuelve a repetirse la historia: las inversiones y las pérdidas son del Estado argentino y las ganancias son privadas. (...) Resulta curioso que si no invirtieron con el barril (de petróleo) que superó los 70 dólares, ahora exijan hacerlo a costa de los impuestos que paga toda la población argentina. (...) Siguen gozando de la libre disponibilidad del 70 por ciento de las divisas de exportación y obtienen beneficios descomunales: el costo promedio de producción del barril en Argentina es de 5 dólares, y en el mercado internacional superó los U$S 70. Diecisiete años de vigencia incontrolada de las reglas del mercado muestran un fracaso inocultable ante la pérdida del autoabastecimiento, logrado en la década del ’80 sobre la base del esfuerzo de YPF.” Estas sencillas oraciones fueron incluidas en una solicitada del Moreno publicada en Página/12 del miércoles 6 de septiembre pasado, una semana antes de que la Secretaría de Energía viniera a decirnos que el petróleo y el gas se terminan en poco más de 8 años.
Es cierto que merece dudas cuáles son las condiciones del Estado argentino para hacerse cargo de la renta petrolera por vía de su nacionalización. Es cierto que una medida de esa naturaleza implicaría un conflicto de gran proporción en las relaciones internacionales (no mayor, de todos modos, a lo que significó el default y la devaluación más grandes de la historia; y aquí estamos, vivitos y coleando). Es cierto que nadie habla de soplar y hacer botellas. Pero sería bueno saber cuál es un eficiente argumento adverso, visto que tal como estamos se nos acaba el petróleo y el gas en menos de 10 años; y que la única apuesta es subsidiar a las grandes compañías extranjeras, corresponsables, junto al Estado ratuno, de haber conducido al país hasta esta situación.
Esta columna se permite reiterar aquello que remarcara hace siete días. Si es por lo electoral, y habida cuenta de que no hay oposición, el Gobierno zafa. Como ya se dijo y ya se dice, en todos los medios, los shopping cerrarán más temprano, modificarán la hora a favor de la luz solar y restringirán los espectáculos nocturnos. Con eso y poco más atraviesan los comicios del 2007. Lo cual es gobernar.
Definir el proyecto de país con sentido de Nación; determinar un modelo productivo sólido capaz de que no importe si se apaga la vela de la soja (o aprovecharla para el desarrollo del biodiésel, que debería ser una política de Estado de la cual no hay noticias); establecer criterios de desarrollo desde una soberanía que sepa pensar global y actuar local, son cosas que nada tienen que ver con los resultados electorales del año que viene. Cosas que no son gobernar sino aquello de ser estadista.
¿Es Kirchner un estadista o solamente un buen titiritero de circunstancias favorables? La crisis energética es el primer gran problema que lo y nos pone frente a esa pregunta.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux