EL PAíS
› EL GOBIERNO ORDENA EL GABINETE: NOMBRO A TOMA EN LA SIDE
Ahora sólo resta esperar al Lole
Toma asumirá su cargo el miércoles. El Gobierno apuesta a que Reutemann diga sí. Si no, apoyará a De la Sota. También a Felipe Solá como gobernador bonaerense.
Chiche no competirá.
› Por Sergio Moreno
Eduardo Duhalde terminó de ordenar su gabinete –acaba de designar a Miguel Angel Toma al frente de la SIDE en reemplazo de Carlos Soria–; Roberto Lavagna mantendrá su política en relación al corralito y la negociación con el FMI; Juan José Alvarez será el encargado de transmitir a la Corte Suprema los que piensa el Ejecutivo y, además, tratará de evitar la repetición de la masacre de Avellaneda en las próximas expresiones de protesta social. Con las piezas puestas sobre el tablero, al Gobierno sólo le resta esperar el producto de la introspección de Carlos Reutemann –si acepta ser candidato del PJ lo acompañará, si no, su apoyo irá a José Manuel de la Sota– y cerrar las conversaciones con Felipe Solá para definir su candidatura a la gobernación que ahora ejerce por la huida de Carlos Ruckauf. Estas últimas dos instancias quedarán definidas en esta semana que comienza. Duhalde y su mujer, Hilda “Chiche” González, no competirán por cargo alguno. A no ser, en el caso de la dama, que sea “imperiosamente necesario”.
Una vez concretado el anuncio de adelantamiento de elecciones, Duhalde se dio a la labor de recomponer su gabinete, zaherido por la ineficiencia, por un lado, y por el bochorno, por otro, en sus áreas más deficitarias. Ineficiencia que encontraba en la magra y gris gestión del ex ministro de Justicia, el radical Jorge Reynaldo Vanossi, cuyas tareas poco aportaban a saciar las necesidades del Ejecutivo. La falta se agigantaba cuando el potro a domar era la Corte Suprema. Vanossi lejos estaba de influir con algún sentido político sobre los ministros protomenemistas del alto tribunal quienes, acosados, propinaron más de un mandoble al Gobierno donde más le duele: en lo referente al corralito bancario.
La necesidad de la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda de cerrar la canilla judicial del goteo de fondos –vía amparos– hizo insostenible la permanencia casi decorativa del constitucionalista radical. Meses atrás, un altísimo funciona-
rio del Ejecutivo había confesado a Página/12: “Necesitamos un acuerdo con la Corte; necesitamos un operador ante la Corte, urgente”. Nada bueno podía esperar Vanossi. El miércoles se enteró de que lo habían renunciado.
Para desgracia del Gobierno, toda operación oficiosa ante los cortesanos recayó en manos del ahora ex titular de la SIDE, Carlos Soria, que se movió, en dos oportunidades, con la misma solvencia y precisión que podría tener un mandril al frente de una cirugía cerebrovascular.
Salida sin gloria
Soria, en los tempranos días del interinato de Duhalde –cuando el bonaerense encabezó la cruzada purificadora contra el tribunal–, fue el interlocutor a quien la Corte le espetó que tales esfuerzos podrían terminar en una catástrofe para el Ejecutivo: los supremos estaban dispuestos a acordar la inconstitucionalidad del monstruo creado por Domingo Cavallo, pegándole con ello un tiro de muerte al sistema financiero, a la maltrecha economía argentina y al propio Duhalde.
Posteriormente (a pesar de que los mismos participantes que contaron los avatares de la reunión a Horacio Verbitsky lo negaron ante la Justicia), Soria participó de una reunión con dos ministros de la corte, jueces federales y camaristas de ese fuero donde el ahora ex Señor 5 pidió que los magistrados apuntaran sus cañones contra Cavallo, los hermanos Rohm y el titular del Banco Galicia, Eduardo Escasany. La revelación que este diario hizo del meeting melló aún más a Soria.
Fue su última intervención lo que terminó con sus días al frente de la sede del espionaje criollo. “El Gringo” –como es conocido– fue uno de los arietes en la avanzada intragubernamental para reprimir la protesta social, ejercicio al que se venía oponiendo, con réditos y efectividad, Juan José Alvarez. En los días previos a la masacre de Avellaneda, Soria puso en manos del Presidente –y luego lo defendió en una reunión de Gabinete– un informe de la SIDE donde se exponía un supuesto plan piquetero para provocar una conmoción nacional y derrocar al gobierno de Duhalde. El informe –cuya consistencia era la de un puñado de arena– fue el basamento desde el cual el Gobierno, corporizado en el ministro del Interior, Jorge Matzkin, emitió un bando alertando sobre el alcance de la supuesta maniobra. A esa hora del jueves 27 de junio, algunos medios, entre ellos este diario, ya habían descubierto que los asesinatos de los piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki los había cometido la bonaerense.
Toma y obliga
El fin de semana pasado, con la vergüenza por el episodio mencionado a cuestas, Duhalde le dijo como al pasar al secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández: “Tenemos que arreglar el quilombo de la SIDE”. A principios de esta semana, el secretario privado del Presidente, José Pampuro, mantuvo una charla informal con Fernández.
–¿Cómo te ves en la SIDE? –preguntó Pampuro.
–¿Qué grado de seriedad tiene esta propuesta? –repreguntó Fernández.
–Si aceptás, el 100 por ciento de seriedad.
–Si soy el que elijo, la respuesta es no. Si el Presidente me necesita ahí, voy adonde me diga –concedió Fernández.
El secretario general temió que finalmente Duhalde lo cambiase de cargo. Fernández hubiese aceptado el puesto si su designación hubiera sido propuesta en un gobierno que empieza una gestión de cuatro años. “Nada se puede cambiar ahí adentro en tan poco tiempo como el que nos queda”, le dijo a sus hombres de confianza.
Pero Duhalde necesitaba cambiar la conducción del espionaje civil. El jueves a la noche, reunido con Matzkin, llamó a Miguel Angel Toma.
–Te dije varias veces que te necesitaba en el gabinete –empezó el Presidente–. Mirá, estoy con el Toto (como suelen llamar a Matzkin), te pido que te reúnas ahora con él y te va a aclarar una propuesta que quiero te haga. Yo me voy a cenar con los presidentes del Mercosur. Tratá de arreglar.
Toma salió a la reunión con su viejo amigo Matzkin, quien le ofertó la jefatura de la SIDE. Toma aceptó inmediatamente. Ambos conversaron lo que Duhalde le pidió para los meses que restan de gestión: que la SIDE no se transforme –como fue en cuanta oportunidad hubo– en un organismo de operaciones electorales; que cuide que ninguna mano negra de los servicios se meta en campañas contra candidato alguno. Que, como está el país, “con eso no se puede joder”.
Toma asumirá el cargo en miércoles a la mañana, en un acto donde también Juan José Alvarez jurará como ministro de Justicia y Seguridad.
Godot de Santa Fe
Hoy el Presidente se reunirá con José Manuel de la Sota en Monte Maíz, Córdoba. Va a derramar afecto hacia el gobernador, a contener, y a emitir un mensaje para el ermitaño de Llambí Campbell, Carlos Reutemann, según confesaron en el Gobierno a Página/12. Quizá por convencimiento, quizá como una expresión de deseos, en la Rosada creen que el Lole finalmente aceptará ser precandidato en la interna del PJ. En cuanto lo haga, contará con el apoyo de los bonaerenses y los cordobeses (tal como adelantó ayer De la Sota públicamente). No obstante, en el Gobierno –esta vez– hay Plan B: si Reutemann decide finalmente que tampoco esta vez el ángel tocó a su puerta, la mesnadas bonaerenses engrosarán a las cordobesas con De la Sota como candidato.
“No va a haber competencia, salvo con (Carlos) Menem. El candidato puede ser cualquiera: nosotros estaremos contra Menem”, dijo ayer a este diario un importantísimo miembro del staff gubernamental.
La ingeniería electoral del Presidente aún se debe una costura –no menor– en su propio territorio. “No entiendo por qué se han demorado tanto; Duhalde y Felipe (Solá) ya tendrían que haber definido lacandidatura a gobernador, vamos todos con él y se acabó”, dijo, un poco inquieto, un hombre de suma confianza del Presidente.
Los decires del funcionario coinciden con el horizonte de Solá, cuya expectativa es revalidar en las urnas el cargo que le dejó, cual presente griego, Carlos Ruckauf, quien no tomó el helicóptero para huir de La Plata sólo porque no tenía dónde aterrizarlo en las torres de Juncal y Salguero, donde vive.
–¿Duhalde no evalúa la posibilidad de que Chiche sea la candidata? –preguntó este diario.
–Ni Duhalde ni Chiche competirán por ningún cargo –negó la fuente, aunque se cuidó de aclarar: “a no ser que deba jugar esa carta porque las circunstancias lo impongan. En lo personal, no creo que ello ocurra”.