Sáb 07.10.2006

EL PAíS  › MASIVO ACTO DE LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS POR JULIO LOPEZ

“No tenemos miedo, queremos justicia”

“Buscamos verdad, buscamos justicia, buscamos a Julio López”, fue la consigna convocante de la marcha. Participaron artistas y políticos de distintos partidos. Fue el primer reclamo masivo por la aparición del testigo contra el represor Miguel Etchecolatz. Fue también una respuesta al pedido de amnistía de las agrupaciones procesistas.

› Por Martín Piqué

Desde que el albañil Julio López comenzó a ser nombrado como desaparecido, una situación que parecía imposible hace dos semanas, ningún sector del amplio y cada vez más diverso movimiento de derechos humanos había logrado organizar una movilización realmente masiva, un acto que fuera el primer paso de una respuesta contundente por parte de la sociedad. Eso se logró ayer. El acto convocado por los organismos de derechos humanos encabezados las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, al que se plegaron las agrupaciones adherentes al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, concentró a decenas de miles de personas en varias tandas (muchos llegaron cuando la actividad en el palco había terminado, otros demoraron a propósito su ingreso a la Plaza para diferenciarse de los organizadores), y mostró por primera vez en mucho tiempo que las diferencias políticas –centradas en la opinión sobre el Gobierno y la responsabilidad que le cabe en el caso– podían quedar en un segundo plano aunque sea por un rato.

La escena fue fuerte para quien quisiera detenerse en ella. Media hora después de que el palco quedara desalojado, militantes de izquierda y de agrupaciones universitarias cantaban las mismas consignas que habían coreado treinta minutos antes los partidarios de los movimientos kirchneristas. “Ahora, ahora/ resulta indispensable/ aparición con vida y castigo a los culpables” y “Como a los nazis/ les va a pasar/ a donde vayan/ los iremos a buscar” eran los cantitos más escuchados. Y en los rostros se notaban conmoción, fervor, la sensación de estar viviendo algo que se pensaba imposible. Las mismas emociones se habían podido comprobar media hora antes, cuando terminaba la actividad en el escenario y Tati Almeida arengaba a la multitud para que cantara la consigna que compara a los represores con los nazis. La gente respondió a puro grito.

El acto había sido convocado para las 18 pero al ver la cantidad de gente que se acercaba a la Plaza se hacía claro que todo se iba a demorar. Media hora después de la hora convenida, las Madres y Abuelas aún no habían podido llegar al escenario montado de espaldas a la pirámide. Pudieron alcanzarlo una hora después de lo convenido, tras caminar desde Avenida de Mayo y Lima con los demás organismos que convocaban: Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Hermanos, HIJOS Capital, CELS, Serpaj, APDH, MEDH y la Asociación Buena Memoria. Llevaban carteles con el rostro de López y la inscripción “Con vida ya”. A las 19 traspasaron las vallas y se subieron a la plataforma que hacía de escenario. Desde allí anunciaron que calculaban que en la Plaza había 120 mil personas.

En el corralito esperaban varios actores, como Daniel Fanego, Patricio Contreras, Arturo Bonín y Alberto Fernández de Rosa, que se habían sumado a los spots de video y radio con el eslogan “Buscamos verdad, buscamos justicia, buscamos a Julio López”. Entre los artistas habían funcionarios y dirigentes del oficialismo, como el ex jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra; Juan Carlos Dante Gullo; Miguel Bonasso, Remo Carlotto; Eduardo Luis Duhalde y el titular de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy, quien hace una semana fue protagonista de un hecho extraño que denunció como una intimidación. Por la Plaza también se los vio a dirigentes kirchneristas porteños como Juan Manuel Abal Medina (h), Víctor Santa María y Héctor Capaccioli.

Mientras las agrupaciones seguían entrando a la Plaza por avenida de Mayo –justo en ese momento aparecía al lado del Cabildo una gran columna del Frente para la Victoria que reunía a los funcionarios del gobernador Felipe Solá con la mayoría de los movimientos K– el actor Daniel Fanego comenzaba a leer un poema de Neruda del libro Canto General, uno de los preferidos de Ernesto Guevara. “Pido castigo para quienes de sangre salpicaron a nuestra Patria, pido castigo para el verdugo que mandó a esa muerte...”, comenzó a escucharse por los parlantes. Como en la mayoría de los actos multitudinarios, en el fondo de la Plaza no se escuchaba nada. “No los quiero de embajadores. Tampoco en sus casas tranquilos. Los quiero ver juzgados en esta Plaza, en este sitio”, terminó de leer Fanego.

Carlotto, sin pañuelo, estaba en el palco y agradeció al actor con un abrazo muy largo. Tati Almeida se acercó entonces el micrófono. Dijo algo que no pasó desapercibido, en las primeras filas se notaba la emoción. Era una respuesta clara a lo que había pedido un día antes José María Sacheri, uno de los oradores del acto promilitar en plaza San Martín. El jueves, Sacheri había reclamado una consulta popular para votar una “amplia amnistía”. “No les tenemos miedo. Justicia legal, jamás justicia por mano propia. Nunca lo hemos hecho ni lo vamos a hacer”, exhortó desde el micrófono. Luego siguió hablando del tema con los periodistas: “No quieren más juicios, sino que todos queden libres”, advirtió.

Tras escuchar la versión del himno de Charly García, los organizadores comenzaron a pedir que se desconcentraran en orden. Eran las 19.45. Pero todavía estaban llegando grupos y columnas que se cruzaban con los que habían llegado temprano y ya se iban. La mayoría de los partidos de izquierda, la FUBA y la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos llegaron a las ocho de la noche, en una columna unificada de varias cuadras. En primera fila marchaban Vilma Ripoll, Patricia Walsh, Juan Carlos Giordano, Adriana Calvo y Pablo Giachello, un joven militante del Partido Obrero de La Plata que el domingo recibió una golpiza de parte de cuatro desconocidos. “Te tenemos fichado”, le dijeron antes de dejarlo inconsciente. En esa columna caminaba la sobreviviente Nilda Eloy, la otra testigo clave del juicio a Miguel Etchecolatz.

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