EL PAíS › MULTITUDINARIA MARCHA EN JUJUY PARA RECLAMAR LA DESPENALIZACION DEL ABORTO Y LA IGUALDAD
El punto culminante del XXI Encuentro Nacional fue protagonizado ayer por unas diez mil mujeres que marcharon por las calles de la capital provincial. Pidieron la liberación de Tejerina y la aparición de López. Un grupo terminó frente a la Catedral, bloqueada por una guardia civil. No hubo incidentes, aunque sí choques de consignas y rezos a los gritos.
› Por Carlos Rodríguez
Desde San Salvador de Jujuy
Más de diez mil mujeres desbocadas –porque no dejaron nada por decir– conmocionaron los cimientos del centro de esta ciudad y en la Iglesia Catedral, frente a la plaza Belgrano, protagonizaron un duelo verbal antológico con un numeroso grupo de católicos ortodoxos que rezaron el Padrenuestro a lo disco rayado, sin desmayo, como si sintieran la necesidad de exorcizar a la multitud. Sólo fue un desprendimiento de la marcha reivindicativa del XXI Encuentro Nacional de Mujeres, unas dos o tres mil personas, el que llegó hasta las puertas del templo, que estaba custodiado desde temprano por centenares de personas atildadas, bien vestidas, que actuaron como si fueran sus ángeles guardianes. A los “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” que esgrimían los custodios de la Catedral, se le opusieron algunos cánticos que apuntaban a señalar ciertas contradicciones: “Sí señores, sí señores, prohíben el aborto, los curas abusadores”. La marcha recorrió todo el centro de la ciudad y las que llegaron hasta la Catedral desobedecieron el pedido de las organizadoras, que no querían problemas con el clero. Todo terminó en paz.
El cordón humano que cerró toda posibilidad de acceso a la Catedral –algo que no pretendían las manifestantes– estuvo organizado, en persona, por el ministro de Gobierno, Justicia y Educación, Armando Cavadini, quien estaba en un auto oficial en Belgrano y Domingo Faustino Sarmiento, es decir en la esquina del templo. Muchos de los que levantaron la muralla que cerró todas las entradas a la iglesia eran policías de civil –hombres y mujeres– que estaban atentos, tanto como si el posible choque con las mujeres del encuentro tuviera alguna semejanza con el Día del Armagedón, que según la Biblia es el de “la batalla final entre el bien y el mal”. La mayor agresión que sufrieron los devotos fue el tener que ver, a pocos metros, las colas desnudas de varias chicas que se bajaron los pantalones en señal de protesta.
La situación planteada fue desopilante. Algunas de las mujeres que siguieron la marcha hasta la Catedral intentaron dialogar con los feligreses sobre el porqué profundo del reclamo por la despenalización del aborto, pero ellos sólo respondían con rezos. Una suerte de monaguillo hiperquinético recorría la larga fila, de punta a punta, aconsejando: “No los miren, no les hablen, no respondan”. Obedientes, ninguno abrió la boca, salvo para elevar sus plegarias. Desde la cúpula de la Catedral, dos personas, un hombre y una mujer, filmaban a las manifestantes, como en los mejores tiempos de la dictadura. Su presencia fue saludada con renovadas ironías: “Que se tiren, que se tiren, el Señor los salvará”. Y como la fidelidad no llegó a tanto, de nuevo el coro de muchachas los saludó mal: “No tienen fe, no tienen fe”.
La marcha había comenzado cerca de las 19. Desde media hora antes, los distintos grupos se concentraron frente a la escuela normal “Superior Juan Ignacio Gorriti”. Una enorme bandera blanca, con letras oscuras, decía “Exigimos al gobierno la aparición con vida del compañero Julio López”. El grupo Pan y Rosas, del PTS e independientes, adhería al reclamo por López con una consigna dirigida al gobierno nacional: “Kirchner no chamuyes más, si López no aparece, qué quilombo se va a armar”. Las manifestantes se agruparon a lo largo de unas quince cuadras y atravesaron todo el corazón del centro de la ciudad. La mayoría de los comercios cerraron sus puertas y algunos pocos transeúntes se acercaron para observar. En los bares y confiterías había muchos clientes, la mayoría viendo en directo el partido que jugaron Boca y Newell’s. Detrás del vidrio, los hombres miraban, atónitos, pasar a mujeres de todas las edades, eufóricas, plenas, con una vitalidad que, a primera impresión, parecía inhibirlos un poco.
Una de las consignas propias de este XXI Encuentro Nacional de Mujeres es la que celebró haber podido organizar la reunión: “Qué momento, qué momento, a pesar de todo, les hicimos el encuentro”. La raíz futbolera, esta vez feminista, dejaba sentado que se había logrado torcerles la mano –y algo más, tal vez– a las presiones de la Iglesia para restarle presencia, de jujeñas, a la cita nacional. La ciudad se llenó de carteles muy duros pegados por los grupos antiabortistas: “Sexo pervertido promocionado por el poder internacional que hunde en la pobreza a los países del tercer mundo, por las multinacionales que fabrican anticonceptivos y son difundidos por grupos marxistas. Todos juntos para destruir a la familia cristiana”, decía uno de los textos más duros. La curia local había colgado pasacalles que sugerían: “Cuidemos juntos el don de la vida”.
La respuesta llegó a través de los cánticos más populares: “Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. También se escuchó el “hay que saltar, hay que saltar, el que no salta, es patriarcal”. El grupo local más numeroso fueron “las pibas”, como se denominan ellas, del movimiento Túpac Amaru de ATE, que con sus remeras blancas con inscripciones en negro y sus consignas a todo pulmón, hacían temblar la calle a cada paso. Cuando se llegó al final previsto por las organizadoras, la vieja estación del Ferrocarril Belgrano, “las pibas” arrancaron y quemaron un pasacalle que el gobernador Eduardo Fellner les había dedicado a las madres en su día. “Adónde están, adónde están, esos milicos que nos iban a parar”, fue el estribillo elegido por las Túpac Amaru al entrar en la recta final, cuando pasaron frente a la Jefatura de Policía, en una de cuyas paredes se recuerda que el lugar fue centro clandestino de detención durante la dictadura.
La entrada a la Jefatura estaba cerrada por una guardia, que incluía dos autobombas cruzadas sobre la calzada. “Lo sabía, lo sabía, a los violadores, los cuida la policía”, fue el puñal que lanzaron las manifestantes. Hubo columnas del Partido Obrero y del Polo Obrero, de Suteba Mar del Plata, de ATE Moreno, de Mujeres por la Igualdad de Oportunidades del FTV de La Matanza, de Mujeres de Casilda, de Suteba La Plata que pedía “aumento salarial”. Finalmente, por decisión de algunos de los grupos participantes, unas dos mil chicas siguieron la marcha hasta las propias barbas del Obispo de Jujuy.
El templo estaba cerrado. Sobre su puerta principal, en lo alto, se podía ver la misma consigna de los pasacalles: “Cuidemos juntos el don de la vida”. Una de las pancartas que levantaban los grupos antiabortistas decía: “Auxilio: me quieren matar y soy inocente”. Debajo de la leyenda se veía la foto de un bebé en gestación. Cuando las manifestantes vieron que el diálogo era imposible, optaron por la guerra de consignas contra el escudo protector de los rezos, que se levantaban como crucifijos frente al mismísimo demonio. Uno de los cantos improvisados daba cuenta de las delicias del “orgasmo clitorial”. Los oponentes a la marcha pro abortista trataban de no mirar a las mujeres: “No las miren, no las miren, canten más fuerte, canten más fuerte”, les gritaba por medio de un megáfono el maestro de ceremonias del exorcismo público.
Entre los que formaban el paredón sin después que cubría todo el frente de la Catedral estaban algunos funcionarios de segundo nivel. Uno de los identificados fue el ex concejal Alfredo Simón. Varias jujeñas que participaban de la marcha le recordaron el cierre de la planta de Altos Hornos Zapla, en Palpalá. El ex concejal, que fue uno de los que impulsó su privatización, siguió rezando. Las expresiones contrapuestas continuaron durante cerca de una hora, pero las cosas no pasaron a mayores. Algunos malintencionados dicen que muchos de los custodios varones alcanzaron a ver algo de los desnudos en vivo y en directo. Todo terminó con un “tetazo”, porque algunas chicas mostraron sus senos para demostrar que eran “simplemente mujeres, nada del otro mundo, nada para despreciar. Mujeres con las tetas bien puestas”, bramó una de ellas. Y se fueron todas, con su alegría, a la peña que se hizo anoche en la vieja terminal ferroviaria.
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