Al acusado Quiroz, de Independiente, se le presentó un hincha de Estudiantes como “particular damnificado”. No sólo complica el caso: refuerza las sospechas del juez.
› Por Martín Piqué
La batalla de San Vicente no sólo fue entre la Uocra y Camioneros. También representó un nuevo round de la histórica enemistad entre las barras bravas de Estudiantes e Independiente. Así lo entiende el juez de la causa, César Melazo, que investiga la participación de hinchas de ambos clubes en los combates del día de traslado del cadáver de Perón. El único detenido por ahora es el camionero Emilio Quiroz, colaborador de Pablo Moyano, fanático de Independiente y vocal titular de la comisión directiva del club. La defensa de Quiroz, a cargo del ex juez Daniel Llermanos y su estudio jurídico, tuvo ayer una mala noticia. Y el contratiempo llegó de manos de un hincha de Estudiantes, de nombre Guillermo Wilson. Patrocinado por el abogado Fernando Burlando, conocido en los medios y muy vinculado a las autoridades de la Bonaerense, Wilson se presentó como particular damnificado por los disparos de Quiroz.
En el escrito presentado por Wilson se consigna que el 17 de octubre fue al acto de San Vicente y que en un momento, al hallarse en una de las puertas de la quinta, quedó en “la línea de fuego” de los disparos de Quiroz. “En dicho lugar se produjeron una serie de incidentes que resultan de público y notorio conocimiento, por los que una persona identificada como Emilio Quiroz produjo una serie de disparos contra la multitud, entre la que me encontraba. Desde ya el hecho ha implicado poner en serio riesgo mi vida, ya que me encontraba en la línea de fuego”, expuso el pincharrata Wilson en el escrito patrocinado por Burlando.
La defensa de Quiroz aspira a que su defendido sea condenado por “abuso de armas”, un delito excarcelable. Sin embargo, tanto la acusación de la fiscal Leyla Aguilar como la flamante presentación de Wilson pusieron en crisis esa estrategia. Hasta ahora, el camionero está imputado de “tentativa de homicidio, intimidación pública y daño calificado por el uso de arma de fuego”. El escrito del hincha de Estudiantes, en el que dice que estuvo en San Vicente para presenciar el traslado de los restos de Perón, alimentó la sospecha del juez Melazo de que en los choques de la quinta participaron barrabravas de Avellaneda y La Plata. La presencia de simpatizantes de Independiente se descontaba por la íntima relación que existe entre la Barra del Rojo y el hijo de Hugo Moyano.
En el caso de Estudiantes, la cuestión era más difícil de probar porque ese club, al menos su dirigencia, no ha tenido una relación especialmente cercana con el peronismo. Quienes conocen las internas y los vericuetos de la política y el fútbol en La Plata aseguran que Estudiantes siempre estuvo más vinculado al radicalismo que al PJ. “La dirigencia está muy cerca de (Raúl) Kraiselburd, el dueño del diario El Día. Y la distancia con el peronismo, o el Frente para la Victoria, se profundizó luego de que (el intendente Julio) Alak no quiso apoyar las refacciones de la cancha de Estudiantes, en 1 y 57”, contó a Página/12 un diputado provincial que proviene de La Plata. Mientras la dirigencia de Estudiantes siempre estuvo más cercana a la UCR (todo lo opuesto que Gimnasia, proclive al peronismo), últimamente la barra brava ha mostrado diferencias internas.
Conocida primero como “La 114”, luego como “Los Horneros” y finalmente como “La Banda de los Pincharratas”, la barra de Estudiantes mantuvo en los últimos años fuertes conflictos y peleas. Uno de los más graves se produjo hace tres años, luego de que uno de los líderes de la barra, Angel Omar Alonso Perrone, alias “El Hache”, se pronunciara públicamente a favor de la reelección del intendente. Empleado de la Municipalidad de La Plata, Hache llevó a la cancha banderas que bancaban la candidatura de Alak. Para la mayoría de sus compañeros de tribuna, eso era un pecado gravísimo: por su oposición a la refacción del estadio, Alak es considerado uno de los principales enemigos de Estudiantes. De hecho, dos de sus competidores por la intendencia, Pablo Bruera y Gonzalo Atanasof (hijo del ex jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde), aprovecharon el tema para intentar sumar voluntades entre los pincharratas.
Por la influencia que tanto Estudiantes como Gimnasia tienen en la vida cotidiana de La Plata, Alak intentó tener alguna ascendencia sobre ambas hinchadas. Con Gimnasia eso lo logró a través de El Volador, uno de los capos de la barra que tiene vínculos con el diputado provincial Alberto Delgado y, por extensión, con el propio intendente. En el caso de Estudiantes, Alak sólo logró colar una fracción menor de la tribuna. Hace ocho meses, tras una nueva pelea interna, su hombre en la barra, El Hache, recibió un balazo en el estómago mientras viajaba en tren. Según las crónicas que contaron el hecho, el agresor habría sido el jefe de un grupo antagónico de la Banda de los Pincharratas.
Si las peleas internas por el poder o el rumbo de las alianzas con el poder político se dirimen de esa forma, ¿qué podría quedar para los choques con otras barras bravas? Un ejemplo cercano se produjo en 2004, cuando los barras de Estudiantes esperaron a los de Independiente al costado de la autopista La Plata. Aquella vez hubo corridas y peleas antes y después del partido. Y de ambos lados estaban algunos de los contendientes que volvieron a encontrarse hace una semana, en San Vicente.
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