EL PAíS › SE TENSA LA RELACION ENTRE BOLIVIA Y BRASIL
A medida que se acerca el vencimiento del plazo de la negociación para definir los nuevos contratos entre las petroleras y el gobierno de Bolivia, se tensa más la situación política. Ayer, el canciller brasileño, Celso Amorim, lanzó una suerte de advertencia pública al declarar que “no podemos quedar como esclavos de un plazo, ya que las negociaciones necesitan tiempo”. Se refería a las negociaciones entre Petrobras y las autoridades bolivianas, que parecen estancadas. Desde el lado de la administración de Evo Morales, su ministro de Hidrocarburos, Carlos Villegas, había amenazado previamente con tomar el control de las dos principales refinerías del país, pertenecientes a Petrobras, sin pagar indemnización.
El ministro había involucrado, indirectamente, a la petrolera brasileña en presuntas maniobras ilegales en la explotación del crudo y el gas boliviano. “Petrobras trabaja bien, no de manera fraudulenta”, le respondió ayer Amorim. E indicó que a Brasil “lo que le importa es tener una buena negociación” y que “lo único que no aceptaría son decisiones unilaterales y arbitrarias”. Advirtió que, en caso contrario, “tomaremos las medidas legales correspondientes”.
Brasil importa diariamente 26 millones de metros cúbicos diarios de gas desde Bolivia, a través de un gasoducto de 3200 kilómetros de longitud operado por una subsidiaria de Petrobras. Dicho volumen representa el 70 por ciento del consumo de San Pablo y casi la mitad de la demanda total de Brasil.
Además de la relación entre Petrobras y las autoridades bolivianas, para cuya redefinición se había fijado un plazo de 180 días a partir del decreto de nacionalización de hidrocarburos (1º de mayo pasado), ambos países tienen pendiente la negociación de un nuevo precio para el gas, en la cual Bolivia reclama un incremento del 100 por ciento sobre el valor pagado hasta ahora. Brasil ofreció, a cambio, participar en el desarrollo industrial boliviano, a través de un polo gas-petroquímico y la construcción de centrales de generación eléctrica en el país del Altiplano. “Bolivia sólo puede ganar con su asociación a Brasil, no sólo porque tiene que vendernos su gas, sino porque también podemos ayudar a Bolivia a tener un desarrollo razonable”, había prometido Lula semanas atrás.
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