EL PAíS › ROVIRA CERRO SU CAMPAÑA CON CRITICAS A LA OPOSICION
El gobernador eligió el pueblo de Ramón Puerta para su último acto. Y a él se refirió cuando dijo que “los políticos del pasado” habían buscado a un candidato religioso.
› Por Werner Pertot
Desde Apóstoles
Vacas. Tres camiones cargados de bovinos descansaban al costado de un camino de tierra. La gente que pasaba los miraba, como preguntándose qué hacían allí. Finalmente, el locutor del acto del gobernador Carlos Rovira develó la incógnita. “Serán entregados en las chacras a cooperativas.” Así las vacas se sumaron a los planteles de abejas, viviendas y subsidios que condimentaron el último acto del gobernador antes de las elecciones que definirán si puede ser reelegido para un tercer mandato. Para su última intervención eligió nada menos que Apóstoles, tierra natal de su ex mentor Ramón Puerta, a quien le apuntó en su discurso: “Los políticos responsables del pasado que todos conocemos han recurrido a un candidato religioso. Ese gato encerrado fue advertido por los misioneros”, bramó.
El calor agobiante alejó a la mayoría de la gente de las calles teñidas de rojo de Apóstoles, que además de ser la capital nacional de la yerba mate es la tierra natal de Puerta, del ex senador Mario Losada y el radical Enrique “Coti” Nosiglia. Los pocos que se animaban a salir buscaban la protección de las hileras de árboles simétricas en los boulevares o se tendían en reposeras a esperar el fresco. Entre los vecinos, nadie parece recordar a Nosiglia, conocido por su perfil bajo. Pero todos se acuerdan de Puerta.
“¿Querés que te hable de ese sinvergüenza? Yo los conozco a los padres, viven por acá. Puerta era querido, pero te parlaba, te parlaba y nunca cumplía”, lanza Ramón Caballero, un camionero que nació y vivió toda su vida en Apóstoles (“Bah, la mitad la pasé en la ruta”). Morocho, canoso, con una cruz al cuello, arroja un puñado de palabras antes de escaparle al sol: “Cuando empezó Kirchner se encaminó la cosa. Así que si hay que votarlo al petiso éste, lo vamos a hacer”.
En el centro de la ciudad, una gigantesca bombilla anuncia la entrada a la casa del mate, una especie de museo. En el centro, hay una foto del papa Juan Pablo II tomando unos amargos. “Es real, ¿eh?”, aclara Gerardo. También tiene sus recuerdos de Puerta. “Ramón es conocido acá. Un tipo macanudo. Mirá, la idea de Rovira de cambiar la Constitución no me parece muy buena. Pero bueno, el pueblo decidirá”, dice.
A un par de cuadras, “El Máquina” Fiorela, un mecánico, prende un cigarrillo y dice: “Puerta es mi her-ma-no. Nos conocemos de chiquitos”. Peinado a la gomina, tiene el aspecto de un malevo salido de un tango. “Mi papá tenía una heladería y Puerta se cruzaba a la siesta y me pedía helado a escondidas”, recuerda Fiorela. “Acá Rovira se pelea con Puerta. Pero él llegó gracias a Puerta y ahora quiere ser como Stroessner”, opina, antes de piropear a una estudiante que pasa hacia el acto de Rovira.
Un poco de miel
Alumnas de colegios religiosos, maestras de guardapolvo blanco, obreros de la construcción con sus cascos amarillos se mezclaban frente al palco, donde amenizó la tarde un grupo afrocubano. “¡Chico, pero me podrían aplaudir un poquito!”, reclamó una mulata, que se despachó con un par de rumbas frente al mar verde de la selva misionera. En chancletas, Magdalena no parecía prestarle atención ni a la música, ni a la pantalla gigante que habían montado sobre el escenario. “Vine porque van a entregar muchas cosas a la gente: plan Pro-Miel, creo”, explicó. “Nuestro gobernador va a ser reelecto porque un sacerdote no puede ser gobernador”, razonó. Junto a ella, brillaban las 75 llaves de las viviendas que Rovira iba inaugurar.
El gobernador hizo su entrada en medio de una explosión de papelitos celestes y blancos, mientras el locutor leía a toda velocidad las obras: “Plan Pro-valor, Pro-tractor, Pro-Mujer”, enumeró antes de indicar cuál sería el plato fuerte: una planta de extracción de miel. Un sacerdote hizo su entrada. “Ahora vamos a hacer una oración por los que van a tener los subsidios y por la planta extractora de miel”, anunció el padre Ignacio Slogodzcian, quien bendijo la planta. Rovira, mientras tanto, aprovechó para tomar algunos mates que le ofrecía una promotora de sombrero panamá.
Finalmente, le tocó hablar. “No he respondido a las agresiones de la otra campaña”, dijo. Y le apuntó a la coalición opositora: “Solamente apelan al pasado y organizan marchas con gente de fuera de la provincia”, lanzó en referencia al acto en Oberá con Juan Carlos Blumberg. Rovira aprovechó que se hallaba en la tierra natal de su ex mentor para contarle las costillas. “Como una prenda que pone blanco y negro, cuando peleábamos contra ese mismo pasado, sacaban ese eslogan: ‘Salven a la yerba’. Pero se fue del gobierno con la yerba tirada. Valía dos centavos y ahora vale 48”, fustigó. Luego de la despedida guevarista (“Hasta la victoria siempre”), lo bañó una lluvia de papelitos, propia de las campañas estadounidenses.
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