Al presentar el proyecto de Ley Nacional de Educación, el ministro Daniel Filmus dijo que a partir del 2011 se van a separar del 6 por ciento del PBI los recursos para ciencia y técnica y así habrá más para el área.
› Por Nora Veiras
El Salón Blanco de la Casa Rosada desbordaba de oficialistas y no pocos opositores. El ministro de Educación, Daniel Filmus, se paró detrás del atril y propuso: “Imaginemos un país donde todos los chicos y jóvenes puedan egresar de la escuela media con conocimientos válidos para seguir estudios superiores; un país donde hasta los más humildes tengan una educación de similar calidad a los de mayores recursos; un país donde la escuela primaria tenga más horas de clase para que se pueda enseñar un segundo idioma, nuevas tecnologías; una Argentina sin analfabetos; un país con maestros y profesores jerarquizados, con una sólida formación de base, docentes apasionados por el conocimiento, la lectura y la ciencia...” Un aplauso unánime marcó el cierre de la presentación del proyecto de Ley de Educación y, de inmediato, el abrazo del Presidente.
–Pensé que ibas a seguir imaginando y me dejabas sin discurso –lo saludó Kirchner.
–Si seguía, me imaginaba el triunfo de Racing y de San Lorenzo –respondió Filmus a esa altura ya más relajado, pero no menos emocionado.
Después precisó que una vez que se cumpla la Ley de Financiamiento Educativo y se llegue al 6 por ciento del PBI en 2010, “la ley prevé que los recursos para ciencia y tecnología se van a separar, es decir que a partir del 2011 quedará más dinero para educación: a los valores de hoy, serían 2000 millones de pesos más”.
El secretario general de la CGT, Hugo Moyano; el saliente titular de la CTA, Víctor De Gennaro, su sucesor y titular de la Ctera, Hugo Yasky; el presidente de la UIA, Héctor Méndez; el titular de la Sociedad Rural, Luciano Miguens; Mario Vicens de ABA (banca privada), Carlos Heller de Abappra (la banca pública y cooperativa); los diputados Francisco Delich (Partido Nuevo), Claudio Lozano (CTA), Hermes Binner (socialista); la titular del Iipe-Unesco, Margarita Poggi; la representante de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Tati Almeyda; la pedagoga Berta Braslavasky, Gustavo Grobocopatel, conocido como “el rey de la soja”, y el obispo auxiliar de Buenos Aires, Mario Poli, fueron algunos de los que colmaron el salón y permitieron a Kirchner y Filmus remarcar “el pluralismo” y el “consenso” que se alcanzó en el debate del proyecto que aspira a convertirse en ley antes de fin de año.
“La historia nos muestra que a mediados y fines del siglo XIX hubo quienes imaginaron otro país a partir de la educación. No había escuelas ni maestros –hubo que traerlos del exterior– ni población –por eso se abrieron las puertas de la inmigración–, parecía un sueño pero a partir de ahí, a mediados del siglo XX, la Argentina alcanzó el mayor grado de equidad y desarrollo y se transformó en la envidia de la región”, evocó Filmus intentando parangonar la ley 1420 de enseñanza laica, gratuita y obligatoria que modeló la Argentina con la propuesta que pretende diseñar el país del siglo XXI. Remarcó que hoy en día están dadas las condiciones para apostar a un proyecto estratégico siempre y cuando se tenga en cuenta que “los tiempos educativos no están ligados a los calendarios electorales”.
Después tomó la palabra el gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, quien destacó que el proyecto “resuelve con razonable equilibrio la autonomía provincial y la necesaria coordinación nacional del sistema educativo”, y se permitió una autopromoción: “Nosotros ya lo hicimos”. Estaban todos los gobernadores excepto el salteño Juan Carlos Romero, uno de los que se oponen, justamente, al fortalecimiento de las funciones del Consejo Federal de ministros de Educación y a que la ley de financiamiento obligue, de hecho, a las provincias, a aumentar la inversión educativa.
Kirchner se instaló detrás del atril y azuzó: “Para que vean que somos democráticos, Daniel (Filmus) me obligó a cambiar la línea argumental. Dios quiera que podamos imaginar ese país que describió. Cuando asumimos y tuvimos que ir a Entre Ríos para solucionar la huelga docente, después a San Juan, no imaginábamos hasta qué punto había llegado la decadencia”. El Presidente remarcó que “esta ley es el inicio de un camino para que el país que soñamos, de inclusión, redistribución del ingreso, de pluralismo, se realice. Un país alejado de un las decisiones feudales, con ciudadanos cualificados, que recuperen la autoestima”.
“Señor presidente”, irrumpió, desde el fondo la voz de una mujer. “Señor presidente”, insistió. Un aplauso puso fin al acto. La mujer salió sollozando y contando que sólo el Presidente podría salvar a su familia de las tropelías del intendente de Merlo (Raúl Othacehé). “Es por otro tema”, se tranquilizó una colaboradora de Filmus decidida a que nada opacara la velada.
Yasky daba pie a la algarabía. “Será la ley más progresista de América latina. Marca el papel indelegable del Estado en la educación, impide que la educación sea incorporada como una mercancía en los Tratados de Libre Comercio, plantea el protagonismo de los docentes, el no financiamiento a los emprendimientos educativos con fines de lucro –lo cual traerá polémica– y desmantela los restos del modelo neoliberal. Después de la sanción de las leyes de Educación Técnica, de Financiamiento y de ésta, sólo falta cambiar la Ley de Educación superior. Ahora hay que convertir la ley en realidad y en esto la Ctera tendrá un papel clave.”
El debate en el Congreso es la prueba que le falta sortear al proyecto para ver hasta dónde llega el consenso.
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