Sáb 18.11.2006

EL PAíS

“Los jóvenes no deben cargar con la mochila ensangrentada de otros”

Al inaugurar en Bahía Blanca la nueva Escuela de Suboficiales que reemplaza a la ESMA, símbolo de la represión ilegal, el Presidente exhortó a los jóvenes militares a diferenciarse del pasado.

Con el objetivo de partir aguas entre las nuevas y viejas camadas, Néstor Kirchner señaló ayer que los actuales militares “no deben cargar con la mochila ensangrentada” de sus antecesores. La frase con la que el Presidente marcó diferencias respecto de los uniformados comprometidos con los crímenes de la dictadura no fue casual: la pronunció durante la inauguración de la Escuela de Suboficiales, que reemplazará a uno de los emblemas de la represión ilegal: la ESMA, ahora convertida en museo.

La nueva escuela funcionará en la base naval de Puerto Belgrano, a 30 kilómetros de Bahía Blanca. Pero Kirchner no quiso dejar de hacer una alusión inicial a la ESMA. “Fue utilizada por la dictadura como uno de los centros más significativos de tortura y asesinatos de seres humanos que hoy, lamentablemente, figuran en lista de desaparecidos.” En ese sentido, aseguró que el museo buscará recuperar “la verdad, la memoria y la justicia”.

Fue recién después que hizo la diferenciación entre las distintas camadas de oficiales. “Los jóvenes militares, los de esta unidad y la de todos los destinos, la nueva generación de nuestros militares deben concebirse a sí mismos como el futuro de las instituciones armadas; son el futuro, no el pasado”, enfatizó.

Por eso, el Presidente dijo que los uniformados deben llevar “en una mano la Constitución Nacional y, en la otra, las armas que la patria les da para que la defiendan”. Al promediar su discurso, Kirchner ofreció la frase más fuerte del acto: “No deben por ello cargar con la mochila ensangrentada de la que otros son responsables, muchos de los cuales se encuentran hoy en situación de ser juzgados para que la impunidad termine de una vez en nuestro país y deje paso a la justicia”.

El acto, realizado en la base naval de Puerto Belgrano, contó con la presencia de la ministra de Defensa, Nilda Garré –quien improvisó su discurso, y los jefes de estados mayores de la Armada, almirante Jorge Godoy; Conjunto, brigadier Jorge Chevalier; de la Fuerza Aérea, Normando Costantino, y el subjefe del Ejército, general Néstor Pérez

Vovard. También asistieron el gobernador bonaerense, Felipe Solá, y el ministro de Interior, Aníbal Fernández.

En referencia a la nueva Escuela de Suboficiales, que tuvo sus orígenes en la presidencia de Nicolás Avellaneda, en 1870, Kirchner afirmó que “debe rescatar las mejores tradiciones” de su historia. “Marchamos hacia Fuerzas Armadas integradas y cohesionadas con mayor nivel educativo y con fuerte compromiso con la democracia y la defensa de los derechos humanos”, destacó el Presidente.

La escuela inaugurada para la formación de oficiales les da importancia a las especialidades técnicas –habrá 14– y ha logrado una importante convocatoria femenina. Se han registrado 950 aspirantes para apenas 200 vacantes disponibles.

Durante el acto, que había sido postergado por un conflicto salarial, Kirchner hizo especial hincapié en la educación como motor del desarrollo nacional y la inclusión social. Y si bien enumeró logros, como el envío al Congreso de la Ley Nacional de Educación, admitió que “todavía queda mucho por hacer en cuanto a los resultados”.

Al respecto, el Gobierno creó recientemente un consejo consultivo, del que participan representantes de los ministerios de Defensa, Educación y las universidades públicas y privadas para modificar los planes de estudio de las instituciones militares. Al respecto, Garré indicó que la nueva escuela es “un eslabón más” en la reforma de la enseñanza de los institutos de las Fuerzas Armadas y resaltó que los egresados deben ser “ciudadanos militares”.

Quien también hizo uso de la palabra fue Godoy. Y en eso estuvo a tono con Kirchner: advirtió sobre la necesidad de que “cada eslabón” de la fuerza cumpla “con la debida prudencia su rol en la cadena de mando”. No lo dijo, pero todos leyeron allí una implícita alusión a la obediencia debida.

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