Ante la opinión unánime de los especialistas, defendió su injerencia en el caso Ianonne. Politizó el secuestro del chico diciendo que el silencio “protege al poder político”.
› Por Raúl Kollmann
El ingeniero Juan Carlos Blumberg salió ayer a responderles a ocho especialistas en seguridad con experiencia en casos de secuestro, que lo criticaron duramente porque hizo público el secuestro del joven Hernán Ianonne. Los especialistas dijeron que revelar un secuestro mientas la víctima está en poder de los secuestradores es una grave irresponsabilidad porque aparecen las bandas que quieren mejicanear el rescate, llaman por teléfono, complican la investigación, hacen perder tiempo, demoran las negociaciones. También se agrava la angustia de la familia, se la expone a los medios y sobre todo se pone en mayor riesgo al secuestrado. Blumberg se defendió diciendo “que muchos casos concretos y experiencias internacionales recomiendan la difusión”, pero no señaló ni uno de esos casos. Es más, los especialistas consultados por Página/12 e incluso los fiscales que participaron de cursos organizados por la Procuración fueron instruidos acerca de mantener absoluta reserva del caso hasta que el secuestrado haya recuperado la libertad. Una actitud de mucha mayor cautela adoptó ayer Ricardo López Murphy. Cuando le preguntaron sobre el secuestro de Ianonne, respondió que “no hablo de secuestros en curso”.
Página/12 publicó ayer la opinión del fiscal y ex titular de la Unidad Antisecuestros a nivel nacional Alberto Gentili, del actual interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y consejero de Naciones Unidas en materia de seguridad Marcelo Saín, del comandante retirado de la Gendarmería y asesor en temas de seguridad Osvaldo Laborda, del instructor contra crímenes y drogas del estado de Maryland, Estados Unidos, y enlace internacional de la policía Alex Zunca, y del director de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral de Barcelona, Manuel Ballbé.
“Lo único que busca el poder político, en este caso el gobernador bonaerense Felipe Solá y las autoridades nacionales, es que no se difunda para que la gente no sepa la verdad”, argumentó ayer Blumberg. En realidad, los especialistas sostuvieron que la difusión del caso, las críticas y todas las opiniones deben darse una vez que la víctima está de vuelta en su casa. “No se puede hacer política partidista durante un secuestro”, dijo el español Ballbé.
Blumberg también sostuvo que “yo me callé y nunca avisé a nadie cuando tuve el secuestro de Axel. Y así fueron los resultados”. Sin embargo, los propios fiscales que dialogaron con Página/12 citaron centenares de casos –llegó a haber 40 por mes denunciados y seguramente una cifra igual sin denunciar– en los que el secuestro no se dio a conocer y la víctima volvió sana y salva a su casa. El propio secuestro de Ana María Nordmann, cautiva de la banda que mató a Axel, no trascendió a los medios hasta después de ocurrido.
Blumberg reiteró que la familia Ianonne lo llamó por teléfono y él les recomendó que difundieran el caso, en lugar de manejarse con reserva y cautela. “De esa manera tienen protección y obligan a los policías y fiscales a hacer un buen trabajo”, argumentó.
Saín, que fue invitado oficial a países como México y Colombia para exponer sobre investigaciones de secuestros, enumera algunas consignas. “Absoluta reserva, absoluta discreción en lo que es un delito en curso. Hay una investigación en marcha para identificar a la banda y uno de los puntos centrales es no romper la comunicación con los secuestradores. La inmediata publicidad del caso produce la injerencia de otras bandas, repliega a la banda que tiene al secuestrado, demora la negociación, obstruye la comunicación, agranda el peligro del mejicaneo del rescate. La lógica es que la banda que tiene al secuestrado, si es seria, se pone tensa ante la difusión, estudia qué pasa, espera, corta la comunicación. Si no es una banda muy profesional, el riesgo es enorme, porque todo se demora y una persona en poder de una banda de ese tipo corre mayor peligro.” Zunca, el instructor de la policía de Maryland, Estados Unidos, lo redondeó así: “En Argentina se da demasiada información, todo el mundo opina y no es bueno. Hay que manejarse con mucho cuidado. Las opiniones ponen nerviosos a los delincuentes, se sienten presionados y se pone en juego nada más y nada menos que la vida de una persona. Además, habilita a otras bandas a especular con el caso. La llamada mejicaneada en Argentina está a la orden del día”. Por su parte, el fiscal Gentili contó la experiencia que, cuando el caso se hace público, vive la familia del secuestrado: “Las cámaras se ponen frente a la casa y ellos se aterrorizan porque enfoquen a otra hija o hijo, que les vean el auto, que se perciba que tienen más o menos dinero, que haya rencillas, que todos opinen sobre si son ricos o no. Eso doblega a las familias y se las necesita enteras para la dramática negociación con los secuestradores”.
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