Lun 20.11.2006

EL PAíS

La Cancillería iraní convocó al representante argentino en Teherán

Es la segunda convocatoria, considerada una expresión de disgusto en el mundo diplomático, en dos semanas. Según la Cancillería argentina, esta vez fue por una cuestión menor.

› Por Martín Piqué

Pese a los miles de kilómetros que las separan, Buenos Aires y Teherán se están convirtiendo en los dos polos de una ruta sensible –a esta altura demasiado sensible– para la política exterior argentina. Ayer, por segunda vez una semana, el encargado de negocios de Argentina en Teherán, Mario Quinteros, fue convocado por la Cancillería iraní para tener una conversación oficial con el jefe del Departamento de América latina, Safar Ali Islamiyan. El motivo de la convocatoria, un gesto que en los códigos de la diplomacia suele ser interpretado como una expresión de descontento, varía según las fuentes. Según las agencias de noticias internacionales, Quinteros recibió una queja formal por el pedido de captura contra ocho ex funcionarios de la Embajada de Irán en Buenos Aires. En la Cancillería argentina desmintieron esa información (dijeron que Irán ya había transmitido esa queja hace una semana al mismo Quinteros) y aseguraron que esta vez el encargado de negocios fue citado para pedirle informes por la seguridad de su contraparte iraní en Buenos Aires, Mohsen Baharvand.

En la semana que acaba de terminar, Baharvand concedió entrevistas a los diarios porteños, entre ellos Página/12. En esos reportajes relativizó el peso de las pruebas usadas por el fiscal Alberto Nisman para sostener el dictamen que acusa a ocho ex diplomáticos iraníes por el atentado a la AMIA. También informó que quería dialogar con el gobierno argentino y con el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral. Lo que no se supo, o no trascendió tanto, fue que Baharvand sufrió un intento de robo en su domicilio particular. Fue justo hace una semana, el domingo 12 de noviembre. Se lo confirmó ayer a Página/12 el director de Política Exterior de la Cancillería, Luis Capagli. “El domingo pasado alguien habría ingresado allí. Baharvand estaba al lado de su auto cuando el intruso huyó. Fue un simple robo o una cosa similar”, contó.

Ese episodio, aparentemente un robo, habría sido el motivo por el cual el Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán convocó por segunda vez al encargado de Negocios argentino en Teherán. Al menos ésa es la versión que daban ayer en la Cancillería argentina. “Efectivamente, a Quinteros lo convocaron y tuvo una conversación amable con el director de América latina del ministerio. No le presentaron nada por escrito. Sí le pidieron información sobre la seguridad que el gobierno argentino provee al encargado de Negocios de Irán en Buenos Aires (por Baharvand). Sobre todo en su residencia”, aseguró Capagli a este diario. En la charla también se habría hablado de “una cuestión administrativo-laboral” que la Embajada de Irán tiene pendiente desde hace varios años, tras el despido de algunos empleados argentinos que trabajaron en esa sede diplomática.

La explicación de la Cancillería contrastó con los cables de las agencias internacionales que circularon desde Teherán. Según un cable de la agencia francesa AFP, el encargado de negocios argentino habría escuchado una queja de parte del diplomático iraní Safar Ali Eslamiyan por el pedido de captura contra ocho ex funcionarios de Irán, entre ellos el ex presidente Akbar Rafsandjani. “Eslamiyan criticó la acción irresponsable del juez argentino y protestó violentamente por la orden de arresto internacional”, decía textualmente el cable. Sin embargo, en el Palacio San Martín dijeron que las agencias internacionales se confundieron porque reprodujeron el contenido de un cable de la agencia de noticias oficial, cuya sigla es Irna, que apareció recién el sábado.

Ese despacho daba cuenta de la reacción del gobierno iraní ante las cédulas de detención emitidas por la justicia argentina, un hecho que ya tiene una semana, y lo informaba como si fuera un hecho reciente. Cuando se enteró de los pedidos de captura, Teherán contestó convocando al encargado de negocios argentino. Le entregó un documento que acusaba al juicio de tener un sesgo político y de estar condicionado por Estados Unidos y Israel. El gobierno argentino respondió con otro escrito. El intercambio de presentaciones no había aparecido en la prensa de Irán. Por lo menos hasta hace dos días. “Lo que pasó es que el sábado salió un artículo de Irna, uno largo en inglés y otro más corto en farsi, contando la reacción del gobierno iraní ante las cédulas de detención. Evidentemente, en la prensa de ellos no hay simultaneidad entre el acto y la noticia. Y los cables extranjeros lo levantaron”, dijo Capagli.

Para el funcionario, esta última convocatoria a Quinteros fue sólo para hablar de la seguridad de Baharvand en Buenos Aires.

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