“Esta casa es para que todos tengan un espacio político donde estar unidos. No hay utopías que se vuelvan realidad sin pequeños hechos diarios y éste es un paso más hacia la concertación plural impulsada por el presidente Néstor Kirchner”, declaró ayer el secretario de Legal y Técnica de la Nación, Carlos Zannini, al inaugurar la casa central de la corriente kirchnerista Compromiso K en el barrio de Monserrat.

El acto y el discurso fueron cortos, pero buscaron tocar la cuerda emotiva, con repetición de palabras como “casa”, “hogar” y “amistad”. En el escenario estaban sentados Zannini; el dirigente radical afín a la política del Presidente Roberto Porcaro y el intendente de La Plata, Julio Alak, entre otros.

El flamante bunker de Compromiso K, en Belgrano al 500, sugestivamente a escasos metros del restaurante El General, lugar de reunión de los legisladores justicialistas seguidores del ex ministro de Economía, Roberto Lavagna. Después de que Zannini hiciera referencia al lanzamiento de la corriente cercana a la concertación, Iniciativa Socialista, de los sociólogos Julio Godio y Torcuato Di Tella, habló Porcaro, quien afirmó que “esta casa se hizo en base a la amistad, y los que no lo hicieron así se fueron solos, y el nombre de casa Compromiso K se debe a que es un hogar de todos nosotros, para acompañar al presidente Néstor Kirchner”.

En las paredes se podían ver perfectamente acomodados y separados por el logo de la agrupación K, afiches con las figuras del ex presidente radical Hipólito Yrigoyen, Eva Perón en su discurso de renunciamiento, Juan Domingo Perón estrechando la mano de Ricardo Balbín y el socialista Alfredo Palacios, dejando el centro para Néstor Kirchner y Cristina Fernández abrazándose y sonriendo.

El salón estaba al tope. Entre el público se mezclaban los dirigentes Juan Carlos Dante Gullo, del grupo Michelángelo; Marcelo Mayo, del peronismo bonaerense, y concejales del conurbano y el interior.

Al terminar, y al ritmo de una canción de Bob Marley versionada por el brasileño Gilberto Gil, repartieron sandwiches de miga, los que generaron entre los presentes la única pequeña discusión en la nueva casa.