El ministro del Interior, Aníbal Fernández, criticó a Carrió, Lavagna y Macri por oponerse a los cortes y porque “les falta conciencia argentina”. Los opositores lo acusaron de “agredir”.
En una esquina, la retórica belicosa y ocurrente del ministro del Interior, Aníbal Fernández. En la otra esquina toda la oposición, reunida a la fuerza por las críticas de Fernández y la urgencia por responderle. La metáfora del ring side, el cuadrilátero de box, podría resumir las repercusiones que tuvo el último capítulo del conflicto por las papeleras: la decisión del Banco Mundial de conceder un crédito a la empresa Botnia para seguir adelante con las obras de Fray Bentos y el consecuente corte de ruta por tiempo indeterminado dispuesto en Gualeguaychú. La andanada verbal comenzó con el siempre dispuesto Fernández, quien suele hacer gala de su repentismo para las declaraciones. Ayer no fue la excepción. “El Gobierno no puede contar siquiera con opositores que críticamente puedan aportar a la defensa de los intereses argentinos. Les falta conciencia argentina”, cargó. Después le llovieron respuestas, en las que lo acusaron de “agredir” y de ser un ejemplo de “extrema vulgaridad”.
Bien temprano, Fernández comenzó cuestionando a toda la oposición por haber pedido al Gobierno que terminara con los cortes de ruta de Gualeguaychú. Luego se concentró sobre algunos dirigentes en particular. Una de ellas fue la titular del ARI, Elisa Carrió. “Carrió, con la bikini en la mano, está preocupada por ver cómo hace para cruzar y poder ir a Punta del Este”, atizó el ministro. El miércoles, los vecinos de Gualeguaychú habían pedido al Concejo Deliberante local que declarara “personas no gratas” a Carrió, al ex ministro Roberto Lavagna y al líder de PRO, Mauricio Macri, por manifestarse públicamente en contra de los cortes de ruta. Ayer redactaron una durísima carta criticándolos (ver recuadro).
Carrió dijo que no le preocupaba que los asambleístas la declararan “persona no grata”. Después se dedicó a contestarle al ministro Fernández. “Yo siempre rechacé la vulgaridad y pensaba que podía ser un acto de elitismo. Pero el otro día estaba leyendo el budismo y decía que la vulgaridad es un pecado. El ministro reiteradamente incurre en el pecado budista de la extrema vulgaridad, al cual no hay que responder”, replicó Carrió. Pero la líder del ARI no fue la única que recibió críticas del ministro. También Macri fue blanco de la filosa retórica del quilmeño. “Nunca leyó nada, no sabe de qué se trata la vida”, lo subestimó.
Expansivo, el ministro Fernández cargó además contra Roberto Lavagna. “A nadie le interesa lo que dice”, se burló. “Todos estamos en desacuerdo con los cortes. Nunca nos parecieron buenos. ¿Qué hacemos entonces con un pueblo que se ha propuesto defenderse a sí mismo de la polución que estamos convencidos que generarán las papeleras? ¿Tenemos que levantarle la mano al pueblo de Gualeguaychú? No, no se va a hacer eso. El Presidente fue muy contundente”, dijo Fernández.
Macri le contestó poco después. “Que el ministro no se preocupe por mí, que les explique a los vecinos de Gualeguaychú por qué se tardó tres años en reaccionar. A los argentinos por qué nos llevaron al peor momento histórico de la Argentina en su relación con Uruguay y hacer papelón tras papelón en todos los organismos mundiales”, contestó el empresario.
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