EL PAíS › ESTELA CARLOTTO ANALIZA LOS EFECTOS SOCIALES DE LA DESAPARICION DE LOPEZ
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo cree que con la desaparición del testigo clave del juicio contra Miguel Etchecolatz están vinculados quienes no quieren que continúen los juicios sobre el terrorismo de Estado. Y que la aparición de las llaves es un mensaje mafioso. “Nos quieren parar por el miedo”, señala, pero afirma que “si en la dictadura no paramos un segundo, menos vamos a parar ahora”.
› Por Alejandra Dandan
“Yo me acordé de la imagen de la mafia”, dice Estela Carlotto cuando piensa en ese llavero que alguien aparentemente arrojó hace unos quince días en el jardín de la casa de Jorge Julio López. La llave del testigo y sobreviviente de los campos de concentración de la provincia de Buenos Aires y hoy desaparecido le permitió a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo analizar los efectos políticos y sociales de lo que define como la primera desaparición en el país de un ex desaparecido: “El no encontrar un cuerpo –dice– es una especie de condena macabra para la sociedad también”.
–A más de dos meses de la desaparición de Jorge Julio López, ¿cuál es su hipótesis sobre la situación del testigo?
–Ante la realidad de que son más de dos meses y López no aparece, no está visible, la presunción de que ha sido víctima de un secuestro es bastante clara. Ya ni la familia sostiene con énfasis la posibilidad de que esté perdido. Aparte, están las gestiones que se hicieron para rastrearlo en los lugares donde se había denunciado que podía estar caminando o los lugares de su infancia o de amigos. La realidad es que a eso se suma la aparición de un llavero. De su llavero. Que fue clave en esa búsqueda.
–Usted definió esta aparición como inquietante.
–Claro, inquietante como es un objeto clave. Porque desde el primer momento se dijo que, al irse de su casa, él acostumbraba arrojar el llavero a través de una hendidura o mirilla hacia el interior para dejarlas y esta vez no habían aparecido. Eso, más una sumatoria de otras condiciones como una situación familiar muy particular, indicaba que podía suponerse que estuviera perdido. Lo cierto es que la aparición de estas llaves en el jardín y la confirmación de la Policía Científica, que dijo que fueron arrojadas bastante después de su desaparición, es muy inquietante. A mí me vino la imagen de la mafia cuando secuestra a alguien para sacar dinero y envía un dedo a los familiares de las víctimas. Fueron las llaves que todo el mundo reconocería en su casa. Todos las conocían.
–¿Eso significa que quienes lo hicieron también sabían que eran especiales?
–Puede suponerse que lo saben por todo lo que se publicó en la prensa, y hayan elegido esto para tirarlo al pasar demostrando que: “Lo tenemos o lo hemos tenido”. De esa forma, el día de mañana pueden poner otra prenda particular de López como el jogging o borceguíes. Es decir, es como una especie de mensaje mafioso porque sacude a la sociedad y el cuerpo o la persona no aparece. Y si uno hace un poco de memoria tenemos otros desaparecidos de larguísima data donde hasta han sido juzgados y condenados sus asesinos, como Miguel Bru, pero su cuerpo no aparece. Y nadie, nadie, dice algo porque se cubren corporativamente. ¿Dónde puede estar el cuerpo de este joven? Lo mismo pareciera que está pasando con López.
–Menciona un ejemplo de la democracia y no de la dictadura, ¿por qué?
–Estoy dando un ejemplo mafioso porque hay muchos hechos de los que ocurrieron en la época constitucional, como mi caso (el 20 de diciembre de 2002 un grupo de desconocidos realizó disparos contra la casa de Estela Carlotto) porque como no sabemos quiénes son, pueden ser mercenarios, pueden ser los enemigos de la democracia. Y en este caso particular pueden ser aquellos que pueden ser juzgados y condenados por los juicios. Y este mensaje muy terrible que se agrava con las llaves deja claro que a aquel que declare en los juicios próximos puede pasarle lo mismo que a López. Entonces esta incertidumbre de no saber quiénes son y dónde están es para la familia, me imagino, el tormento que están viviendo, y también para la sociedad, porque nosotros a López lo consideramos parte nuestra, lo estamos buscando. Hay que estudiar el círculo de los que no quieren que se siga con los juicios orales y públicos.
–¿La desaparición no puede ser despegada del contexto del juicio?
–Yo pongo en la memoria lo que ocurrió hace poquito. Reynaldo Bignone instó a los jóvenes a terminar lo que ellos no pudieron. Hay una perturbación de los procesos democráticos. ¿Dónde está? Justamente en gente que está en vías de ser juzgada y condenada, y que atemorizando a los testigos puede perturbar este camino de la justicia. No digo que sea Bignone, pero hay un panorama posible de quiénes quieren que los juicios no sigan y mandan gente, compran gente. Están golpeando. Golpearon a una abuela de Plaza de Mayo, la han dejado sorda en Córdoba. Amenazan a las personas y a los integrantes de los organismos de derechos humanos. Son una minoría, pero tienen la capacidad porque manejan dinero.
–¿Imagina de dónde?
–No. Cuando hablo de mafia es que no lo sé. Cuando a mí me quisieron matar también pensé en la policía de la provincia, pero después me di cuenta de que no podía ser. Entonces dije, mafia. La mafia que es esta mafia heredada de los 20 años de impunidad que tuvimos, permite que estas mafias estén activas. Yo quiero trasmitir un mensaje: nos quieren parar por el miedo. Ahora, si nosotros trabajamos en la dictadura con los mayores riesgos, y con miedo, y no paramos un segundo, menos vamos a parar ahora.
–¿Como está la situación de los testigos en las causas? ¿Hay miedo?
–Tengo entendido que los testigos para los juicios que se vienen no se bajaron, van a estar. Y yo creo que los juicios van a seguir y van a seguir abriéndose juicios orales y públicos. Pero también les estamos pidiendo al Presidente y al entorno político, la unión de las causas para que haya un solo testimonio.
–Esto fue un reclamo de organismos y del tribunal del juicio contra Miguel Etchecolatz para evitar la revictimización de testigos que tenían que declarar una y otra vez.
–Es muy duro, muy difícil testimoniar. Eso va a ser lento y perturbador, pero algunas juristas dijeron que es posible hacerlo. Yo expreso una idea de necesidad, de urgencia. Y unificar daría rapidez a los juicios particulares de cada uno de los reos.
–¿Qué pasará con las medidas de protección de testigos?
–El tema está candente. Seguramente va a surgir. Particularmente entiendo que nadie tenía la bola de cristal para saber que iba a pasar esto. Ninguno de los testigos pidió protección por miedo, ni a la Justicia se le ocurrió planteárselo al Ejecutivo. O sea que esto pasó con gran sorpresa y dolor de todos.
–¿Por qué siente que pasó así? ¿Que nadie lo esperaba?
–Las Abuelas pudimos condenar y llevar a la cárcel a personajes que robaron chicos o por el plan sistemático de robo de bebés, como Videla y Massera. Pero hasta ahora los represores estaban amparados por las leyes de impunidad: estas leyes cayeron, se les vienen encima y ahora todos van a ser condenados y juzgados. A lo mejor no son los más peligrosos o los más responsables, sino gente tan dañina como por ejemplo este Etchecolatz, que es una persona inhumana, peligrosa. Hay que mirar bien a los peligrosos.
–¿Cree que hasta ahora no se los había tomado en cuenta? Lo que suele decirse es que personas en situaciones parecidas empiezan a reaccionar cuando se sienten cercados.
–Llenan las causas de argumentos de inocencia, pero son sus tácticas. Ahora si las tácticas son secuestrar a una persona, entonces empieza a ser muy peligrosa y, en fin, hay que movernos también nosotros rápidamente para que sepan que no vamos a parar. Y que esta historia no se puede volver a repetir. Y sobre todo siguiendo con el pedido de aparición con vida de López.
–¿Cómo evalúa la reacción de la sociedad?
–Yo acabo de venir de La Pampa y lo primero que vi fue la foto de López con el pedido de desaparición. Este clamor por López es universal y no solamente en Argentina sino en el mundo. Yo creo que tiene un impacto muy grande en esta construcción democrática, y es muy riesgosa en el sentido de prestigio para los propios gobiernos.
–¿Que no aparezca?
–Claro, calcule: en plena etapa de construcción democrática pasa eso que pasó durante la dictadura. Y estamos hablando del primer desaparecido que estuvo desaparecido en dictadura, que desaparece en democracia. Esto nos afecta a todos, a toda la sociedad. No solamente al Gobierno, a todos nosotros, porque lógicamente se habla y se habla del tema. El no encontrar un cuerpo es una especie de condena macabra para la sociedad también.
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