Lun 15.07.2002

EL PAíS  › NO EXPLICO POR QUE, PERO SE BAJO DE LA CANDIDATURA A PRESIDENTE

Macri arrugó antes del partido

Se atajó diciendo que “no hubo aprietes” e insinuó que la razón es que “no hay voluntad de cambio en la clase política”. El hecho es que su supuesta candidatura a presidente duró lo que un suspiro. La misteriosa charla de tres horas con Reutemann.

› Por Fernando Cibeira

Por 48 horas fue el candidato presidencial sorpresa de la interna justicialista. Si mantuvo alguna conversación reservada con Carlos Menem, si vio algo que no le gustó o si simplemente comprendió que el cuero no le daba, no lo confesó. La cuestión es que el empresario Mauricio Macri explicó anoche que al final no irá por la presidencia, sino que sólo se anima a la pelea por la jefatura de gobierno porteña. “No ha habido ningún apriete”, se apresuró en aclarar el presidente de Boca. “Lo que pasa es que no hay voluntad de cambio en la clase política argentina”, agregó, colocando las verdaderas razones de su decisión en un cono de sombra.
No por nada un par de días antes de dar su no definitivo, Carlos Reutemann habló de su predisposición a competir hasta “con el diablo”. Se nota que debe haber alguna fuerza satánica en la interna del PJ que se traga a los candidatos como si nada. Primero fue Reutemann por culpa de eso que vio y nunca terminó de describir. Ahora le tocó el turno a Macri, quien en la semana había sentido que el Lole le había dejado la pista libre para aspirar a la Casa Rosada. Entonces les dio el okey a sus voceros y amigos para que anticipen su disposición a darle pelea al diablo, pero lo suyo duró lo que un suspiro.
El empresario dijo que el origen de su “no” había que buscarlo en una conversación de casi tres horas que mantuvo con Reutemann, a quien conoce desde hace veinte años. Allí, aseguró anoche en el programa “Hora Clave”, comprendió no sólo los motivos que habían llevado al Lole a bajarse de la lucha presidencial, sino también las supuestas razones por las que la dirigencia política se resiste a cambiar. Eso –oscuro, inasible; en fin, diabólico–, también lo hizo desistir a él. “Era como que el Lole había dejado un vacío y yo me apuraba por ocuparlo, como que aprovechaba la oportunidad”, trató de justificar Macri. Otro de los motivos que dio fue que la tarea que tendrá por delante el próximo presidente “no es el trabajo de un hombre, eso es volver a la magia”.
El empresario aseguró que no tiene temor en competir con Menem, algo que hubiera sucedido si se animaba a la interna presidencial. “Puedo estar en contra de todo lo que fue su segundo gobierno, pero tengo una buena relación con él, así que no le tengo miedo”, respondió. Igual, como al pasar, no se privó de darle una manito. “Después de él no se ha hecho nada, por eso el hombre está volviendo”, analizó.
En todo momento, Macri apuntó en forma confusa a lo que llamó “nudo de la clase política que no quiere renovarse”, entre quienes estarían Menem, Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín. “Ocupan el espacio y tienen miedo al cambio, a lo desconocido”, sostuvo, sin especificar los motivos por los que se apartó de dar esa pelea.
Si bien Macri puede considerarse nuevo entre la dirigencia política, su relación con el establishment local es bien añejo. Tanto él como su padre, el veterano playboy Franco Macri, vienen haciendo negocios con los políticos desde hace añares. Ya en 1990 el grupo Socma apareció involucrado al escándalo de las cloacas que protagonizó el hipermenemista Juan Carlos Rousselot, por entonces intendente de Morón.
Macri no desmintió la interna que existe dentro de su fundación. Su mano derecha, el también empresario (ex Casa Tía) Francisco de Narváez, es de la idea que debe competir ya por el sillón de Rivadavia mientras que otros, incluido el propio Macri, no piensan lo mismo. “Tampoco había tanta gente entusiasmada con mi candidatura presidencial, algunas encuestas me daban el 0,9 por ciento de intención de voto”, dijo el empresario ante alguna pregunta demasiado elogiosa del panel.
Por ahora, entonces, lo que resolvió Macri es que competirá por la jefatura del Gobierno de la Ciudad con un partido propio, de perfil vecinal, que se llamará “Por el Trabajo y la Equidad”. Para eso reiteró que sus equipos hace 18 meses vienen trabajando en una propuesta para la ciudad, aunque cuando repartió críticas no sonó muy específico. “La ciudad está abandonada, muy maltratada”, sostuvo. Ya en candidato, calificó como “lamentable” que el jefe de gobierno, Aníbal Ibarra, piense unificar las elecciones nacionales con las porteñas, el 30 de marzo del 2003. “Querer esconderse detrás de las polleras de la diputada Carrió es lamentable”, insistió Macri, en referencia al posible frente que armaría Ibarra con el ARI. Macri adelantó que no tiene previsto apoyar ninguna candidatura presidencial. A Carrió la identificó con las propuestas de los años ‘80, mientras que a Menem lo congeló en los ‘90, época del “crecimiento sin ética y sin principios”. Si hubiera segunda vuelta entre los dos, no dijo por quién se decidiría.
Según explicaban en su entorno, tampoco estaba en sus planes acercarse al economista Ricardo López Murphy, a quien considera demasiado liberal. “Mauricio quiere apoyar la industria nacional”, decía un vocero. En ese rubro, entonces, ven más factible un acuerdo con la otra candidata del espectro del centroderecha, la ex ministra Patricia Bullrich, aunque aquí las complicaciones estarían dadas por los términos en los que podría darse el acuerdo, ya que las ambiciones de ambos son parecidas. “Patricia tiene una postura muy dura respecto de los partidos tradicionales”, fue lo único que dijo de ella anoche.

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