EL PAíS › PANORAMA POLITICO
› Por Luis Bruschtein
La dama dijo que “no”, pero no hay que tomárselo en serio. Todo el ambiente político, desde el oficialismo hasta la oposición, juega a que no habla de candidaturas, cuando en realidad lo hace todo el tiempo. El ex ministro de Economía Roberto Lavagna viene ejerciendo una especie de cátedra virtual y sería divertido que ésa fuera su intención excluyente. El empresario Mauricio Macri se probó todos los trajes, desde la candidatura presidencial, hasta la del gobierno de la ciudad y la de la provincia de Buenos Aires, pero asegura que es temprano hablar de ellas y sus fuerzas critican a los demás cuando lo hacen. Y el Gobierno dice “pingüina o pingüino” y es el que más se esfuerza para no proyectar una imagen electoralista, pero sus operadores gastan lápices con los números de las encuestas y arrojan nombres a un escenario ya sobrepoblado de precandidatos. Un sector de la izquierda y centroizquierda referenciado en el Encuentro de Rosario, más agrupaciones del oficialismo, ha desarrollado una gimnasia maratónica de reuniones que no terminan de definirse, presionados por la ambigüedad y la indefinición del oficialismo y los principales referentes de la oposición de centroderecha. Muchas de esas posibles alianzas dependen de los candidatos y la polarización que se produzca entre oficialismo y oposición. Solamente el ARI ya presentó a su candidata natural, Elisa Carrió, al igual que la izquierda trotskista proveniente de las dos escisiones del MAS, que proponen a la ex diputada Patricia Walsh.
Se supone que a la opinión pública le molesta el debate “electoralista” por las candidaturas, pero al parecer tendría al mismo tiempo una actitud más piadosa y condescendiente si éste se produce con cierto recato de señorita pudorosa. Y los candidatos juegan como señoritas pudorosas que se ruborizan y bajan la vista cuando codean para instalarse.
El ambiente de señoritas, o sea el de la política, se llenó de rubores y suspiros esta semana cuando comenzaron a caer algunos velos. Lavagna publicó una solicitada con su programa de gobierno, lo que le costó demasiados calores para, pese a todo, no dar como un hecho una candidatura presidencial que todo el mundo da por hecha. Es una especie de semicandidato en el limbo, una nueva categoría que se ha instalado en la política argentina.
El Gobierno hizo su aporte con metáforas de tipo zoológico. Insiste con “pingüina o pingüino” para dar a entender que el candidato presidencial puede ser el mismo Néstor Kirchner o su esposa, la senadora Cristina Fernández. Pero la pingüinera se estremeció esta semana, y no pocos cambiaron sus huevos de nido cuando Kirchner emitió fuertes señales de que el candidato oficialista en la provincia de Buenos Aires sería el campeón motonauta Daniel Scioli, al mismo tiempo que se disponía a confirmar el lanzamiento del ministro de Educación, Daniel Filmus en la ciudad de Buenos Aires.
En el caso de Lavagna, su programa de gobierno se difundió un día antes de la reunión de los delegados al Comité Nacional de la UCR donde estaba en juego la política electoral del partido centenario. El triunfo por amplia mayoría del sector lavagnista impulsado por la renovación y el alfonsinismo, al imponer al senador jujeño Gerardo Morales como presidente del partido, abrió finalmente el camino para oficializar la sociedad con el ex ministro.
Pero la publicación de la solicitada puso a Lavagna en aprietos con el macrismo que consideró que en una posible alianza, el programa debería surgir del intercambio entre las fuerzas que la componen. De esta manera tomaron la publicación como un desaire y plantearon algunas objeciones generales sin romper lanzas, pero haciendo ver que serán más duros en las negociaciones inminentes.
Desde el alfonsinismo también cerraron filas para lo que se anuncia como una puja muy dura entre las fuerzas que aportarían al frente lavagnista. Por un lado consideraron lógico que el ex ministro mantenga relaciones con el macrismo pero fueron escépticos respecto de un acuerdo con el centroderecha. La puja será dura porque los radicales “L” apuestan con esta candidatura a un renacimiento electoral partidario que prácticamente se disolvió tras la caída de Fernando de la Rúa, y por eso exigen el segundo puesto de la fórmula. Además estarían aportando a ese frente el único aparato electoral a nivel nacional.
La relación del lavagnismo con el macrismo se potencia por la afinidad de los peronistas enrolados en ambos lados que fogonean esa alianza con entusiasmo. Sin embargo, en las negociaciones previas Macri recalcó que en las encuestas es el opositor que mide más y bastante más que Lavagna que en algunas aparecía incluso cuarto, detrás de Carrió. Aun así, en esos tironeos, pareció que Macri daba por hecho el acuerdo cuando dio a entender que competiría en la Capital. Se habló incluso de Lavagna candidato a presidente, Juan Carlos Blumberg en la provincia de Buenos Aires y Macri en la Capital. Pero esa negociación no cerró y Blumberg, que se reunió con ambos, tampoco ha dicho nada. En perspectiva, Lavagna deberá arbitrar en una puja a cara de perro entre el alfonsinismo y el macrismo.
Este panorama es lo más parecido a una pesadilla para Ricardo López Murphy, poco dispuesto a juntarse con Lavagna o con viejos duhaldistas y alfonsinistas, pero que además ha sido poco tenido en cuenta en las negociaciones que lleva adelante su socio político. Una situación que se le vuelve menos simpática si se le suma el respaldo de la nueva agrupación justicialista que convocó el ex gobernador Ramón Puerta, con Adrián Menem, Chiche Aráoz y Miguel Angel Toma, entre otros, a la posible alianza. Pero López Murphy sabe también que el escenario político hace muy difícil que puedan presentarse candidaturas del lavagnismo y el macrismo por separado.
El macrismo recibió como buena noticia desde el oficialismo el traslado de la candidatura de Scioli al distrito bonaerense porque pensó que despejaba el camino a sus listas. Macri es el candidato que mejor mide en la Capital y ha mantenido a rajatabla un piso muy alto arriba del 30 por ciento. Los operadores del oficialismo porteño saben que la pelea verdadera estará en la segunda vuelta porque en la primera sería muy difícil ganarle.
Entre los precandidatos que se postulaban para disputar contra Macri, Scioli era el que más medía. Era un candidato para la primera vuelta porque con el apoyo de Kirchner podía disputar la misma base electoral de Macri. Pero en la segunda vuelta Scioli estaba limitado porque su figura no resulta atractiva para el voto progresista que se expresaría contra Macri. Entre las mismas filas del kirchnerismo porteño habían surgido disidencias fuertes que se manifestaron incluso en pintadas que decían “Con Scioli perdemos otra vez”. Los transversales y agrupaciones de la izquierda kirchnerista habían comenzado a peregrinar por reuniones donde se discutía la ingeniería de posibles alianzas con la CTA, el movimiento cooperativo y muchos recalaron en el armado del actual jefe de Gobierno. De hecho, Jorge Telerman prácticamente había sumado a socialistas, radicales K y sectores del movimiento social ante la perspectiva de la candidatura de Scioli desde el oficialismo.
El vicepresidente podía ser el mejor segundo ante Macri en la primera vuelta, pero tenía un techo para crecer en la segunda vuelta que será la decisiva. Por otra parte Kirchner había perdido a su candidato bonaerense cuando el gobernador Felipe Solá desistió de su reelección. En la provincia de Buenos Aires es mucho más difícil instalar un candidato que en el distrito porteño y el motonauta tiene resuelta la etapa más complicada porque también allí es más conocido que la mayoría de los políticos. En contrapartida, en la provincia es más fácil el armado de alianzas porque son centenares los puestos de concejales, intendentes y diputados en danza.
La salida de Scioli de la disputa porteña abrió una usina de rumores sobre el lanzamiento del ministro Filmus en la Capital con el respaldo de Kirchner, lo que ayer fue confirmado en la Casa Rosada. El 14 de diciembre el ministro estará en todos los medios cuando se apruebe la nueva Ley de Educación y el oficialismo espera que ésa sea su primera prueba, ya que Filmus no es muy conocido, por lo que las encuestas no le sonríen. Una semana atrás Kirchner no tenía candidatos visibles en dos distritos estratégicos para el 2007, la Capital y la provincia de Buenos Aires. En pocas horas parece haber resuelto las dos. Pero que nadie diga que se habla de candidaturas porque eso será para el año que viene.
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