Mié 17.07.2002

EL PAíS  › DESPUES DEL CANJE OPTATIVO DE BONOS, FUERTE POLEMICA ENTRE ECONOMIA Y EL CENTRAL

Nuevo round de una pelea de fondo

Estalló la pelea entre el titular del Central, Aldo Pignanelli, y Roberto Lavagna por cómo salir del corralito. Pignanelli quiere liberar las cuentas a la vista y una
re-reprogramación de depósitos, con plazos de devaluación más largos. Y viajó a Estados Unidos para conversarlo con el FMI. El ministro desechó en duros términos ambas medidas.

› Por Maximiliano Montenegro

Las tensiones entre el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y el presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, terminaron por estallar ayer. Fue cuando el ministro se enteró que Pignanelli viajó a Boston, a un seminario sobre Argentina donde se encontrará con Domingo Cavallo, Pedro Pou y Ricardo López Murphy, además de dos funcionarios clave del Fondo Monetario: Anne Krueger y Anoop Singh. Y que el titular del Central pensaba negociar en ese ámbito su propio plan para salir del corralito: liberalización de cajas de ahorro y cuentas corrientes para las personas físicas y re-reprogramación de depósitos, extendiendo en el tiempo el cronograma de devolución de plazos fijos. La respuesta de Economía no se hizo esperar. Lavagna aseguró que no va a haber re-reprogramación de depósitos (“todo alargamiento de plazo perjudicaría otra vez a los ahorristas”, aseguró en un comunicado) y que tampoco se van a liberar las cuentas a la vista (“es definitivo nuestro compromiso de evitar todo intento hiperinflacionario”, replicó el ministro).
En privado, las críticas al Central fueron mucho más frontales. “Pignanelli se trata de presentar como el interlocutor de Washington y de los bancos, para permanecer en el cargo cuando se vaya Lavagna”, disparó un estrecho colaborador del ministro. Otro funcionario fue aún más allá: “No va a haber apertura de las cuentas a la vista. Es un disparate absoluto. Es la declaración de la hiperinflación y la licuación del salario real, como quieren algunos en Washington”.
El cierre del canje optativo de depósitos por bonos desató una fuerte puja entre el Banco Central y el Ministerio de Economía para definir cómo sigue la película (de terror) del corralito.
El titular del Central echó a rodar la versión de que tenía su propio plan para salir del corralito. Sería el siguiente:
- Liberar las cajas de ahorro y cuentas corrientes para las personas físicas, financiando vía redescuentos las extracciones en efectivo. Para el Central no habría grandes retiros en cash, porque los datos del último mes muestran que la gente está destinando el dinero atrapado en cuentas a la vista para pagar, con cheques y/o tarjetas, gastos corrientes. La idea es que con la inflación y los ingresos planchados, la gente tiene cada vez menor capacidad de ahorro para comprar dólares.
- Postergar el cronograma de devolución de los depósitos, una medida que solicitan los bancos, porque aseguran que no cuentan con la liquidez suficiente para empezar a pagar los vencimientos de depósitos pesificados a partir de enero de 2003. Como Duhalde y Lavagna se plantaron con que no habrá bono compulsivo, entonces presionan por la re-reprogramación de plazos fijos.
En Economía saben que ambas medidas caen simpáticas en Washington. La liberación de las cuentas a la vista, por ejemplo, es un antiguo reclamo del Fondo, que por otro lado le exige al gobierno que no venda más reservas del Banco Central. Así, si se dispararan las extracciones de efectivo para correr al dólar, entonces el Gobierno debería aceptar un dólar todavía más alto y más inflación, algo que el Fondo ve como un “sinceramiento” de la situación económica.
Lavagna desmintió tajantemente que se fueran a aplicar. Pero escogió cuidadosamente las palabras para explicar de qué se estaba hablando. “No se está considerando ningún tipo de alargamiento de los plazos de recupero de los depósitos de plazo fijos”, sostiene el comunicado. Y agrega que “todo alargamiento de plazos, no voluntario, perjudicaría otra vez a los ahorristas y por ello no es aceptable”.
En cuanto a la apertura del corralito, afirma que “toda medida de ese tipo es deseable pero ello solo será posible si se cierran los amparos que hasta ahora han protegido a unos 50.000 ahorristas, en general a los mas grandes, perjudicando al resto, casi 11 millones de cuentas”. Y advierte que “es definitivo nuestro compromiso de evitar todo intento hiperinflacionario que podría resultar de emisión no controlada”.
Hasta ahora, según pudo chequear este diario, la única alternativa concreta que evalúan en Economía para el corralito es abrir una nueva etapa para el bono optativo, que, estiman, hubiera sido un éxito si algunos bancos no lo hubieran boicoteado (ver aparte). Mientras que se estudia otorgar a los bonos un mayor poder cancelatorio, de modo tal de hacerlos más atractivos.
No es la primera vez que Pignanelli se muestra más cercano a los bancos y a Washington que al propio Duhalde, que lo nombró. Como informó Página/12 apenas asumió en reemplazo de Mario Blejer –era su vice–, el establishment financiero lo mira con cariño, pese a ser un economista del peronismo sin vuelo internacional. El motivo no es otro que su automático alineamiento con el FMI y los bancos, cuando éstos empezaron a presionar a Lavagna por la vuelta del fallido bono compulsivo de Remes Lenicov.
Así, la pelea de fondo entre Lavagna –más consciente de las limitaciones políticas que su antecesor– y el Central –intérprete de los bancos ante el poder político–, que tuvo pasajes sangrientos durante la gestión de Blejer, continuó con otro contendiente, peronista como el ministro. Sin embargo, hasta ahora nunca había alcanzado el estado público que tomó ayer.
Lo que terminó de enfurecer a Lavagna fue el viaje del titular del Central a Boston, donde hoy participará –intérprete mediante– de una jornada académica sobre el caso argentino, organizada por la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de Estados Unidos. Fuera de programa, ya que la consigna del seminario es que no haya funcionarios entre los expositores, es evidente que la intención de Pignanelli es tender un puente de cristal con el Fondo –estarán Anne Krueger, la número dos del organismo y Anoop Singh– y los archienemigos de Lavagna: el ex titular del Central, el menemista Pedro Pou, Ricardo López Murphy, Domingo Cavallo y el propio Blejer, todos invitados a la cita.
Ayer, la bronca en el equipo de Lavagna era tal que aseguraban que el titular del Central había viajado sin la autorización del presidente. Y que había tres directores del organismo que evaluaban iniciarle un sumario interno por presentarse en ese foro en representación del Central sin la autorización del Directorio.

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