Vie 29.12.2006

EL PAíS  › UN RELATO CLAVE CONTRA PATTI

“Lo oí en la tortura”

› Por Eduardo Tagliaferro

Cuando le preguntaron si luego de ser torturado en la comisaría de Escobar, en 1972, fue amenazado por Luis Abelardo Patti, el albañil Luis Gerez levantó su voz para responder que sí. Aunque le quitó dramatismo a esas amenazas, su relato pintó un friso en el que sobresale el mafioso abuso del poder policial en los estrechos límites del pago chico. “En ese tiempo en Escobar había un solo cine, íbamos todos, nos encontrábamos todos y nos conocíamos todos. Había pasos, cruzadas. Yo sabía que no sólo a mí me decía: ‘Negro, te tengo en la mira. Negro, ¿en qué andás vos? Te voy a voltear’. Nos cruzábamos muchas veces. Entonces, uno no lo tomaba en serio, era gracioso; al final terminaba siendo gracioso”, afirmó Gerez en abril de este año cuando testimonió en la comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento que terminó dictaminando contra la asunción de Patti como diputado nacional. En noviembre, Gerez volvió a la Cámara baja: fue para pedir por la aparición de Jorge Julio López y para denunciar que en el último mes había recibido tres amenazas.

A ocho meses de su relato, en la memoria de los diputados todavía resuenan los detalles de la tortura que vivió Gerez en 1972. “En el año 1972 todavía no cumplía diecisiete años. Hubo un crimen en mi barrio: mataron y violaron a un chico que era conocido mío. Entonces fui detenido por dos o tres días. Una madrugada me llevaron a mí y a un primo mío a la comisaría de Escobar.” La pregunta la había formulado el diputado tucumano Gerónimo Vargas Aignasse, titular de la comisión. Luego de aclarar que no se trataba de un hecho político y de comentar que durante el primer día de su detención se había cruzado varias veces con Patti, el testimonio de Gerez se explayó en la noche de las torturas.

La defensa de Patti, que durante todo el proceso en el que se analizaron las condiciones morales del ex subcomisario para ocupar una banca no había ahorrado chicanas, acompañó el silencio que dominaba la audiencia. “Me hicieron quitar la ropa y yo escuchaba risas; decían: ‘Bueno, ahora vas a saber’. Y creo que un técnico decía: ‘Metelo a la parrilla’. Había risas y decían: ‘Dale en los testículos, dale en la lengua, en las axilas’.” Luego de relatar que le tiraron una toalla húmeda sobre el abdomen y del paso de la corriente por todo el cuerpo, sostuvo que pudo reconocer la voz de Patti entre sus torturadores. “Yo no vi, pero pude reconocer voces. Una de ellas fue la del que me hacía más preguntas; a lo mejor no era el que ponía la corriente, pero sí uno de los que dirigía y decía: ‘Ponele atrás de la oreja que éste se defeca’. Una de esas voces la tengo reconocida como la del después comisario Patti.”

Cuando el titular de la comisión le preguntó si estaba vendado durante la sesión de tortura, Gerez respondió que sí y que “por eso hablo de voces, nada más”. Para que no queden dudas, sostuvo que “otra voz que también escuché fue la de un policía Santos; todos eran muy conocidos porque era un pueblo chico, de 20 o 30 mil habitantes. En Escobar nos conocíamos todos, íbamos a las mismas canchas de fútbol los domingos; así que no era muy difícil como para equivocarse. Era imposible no transitar esas dos o tres cuadras del centro de Escobar sin cruzarse con alguno de ellos”.

El relato de Gerez también se detuvo en un cruce verbal que por esos años había protagonizado el desaparecido Gastón Gonçalves con Patti. En ocasión de un acto en el que se recordó la toma de la localidad de Garín, el testigo relató que Patti discutió con dureza con Gonçalves, por entonces responsable de la JP en Escobar. Gerez se presentó ante los diputados como militante social. Como tal, dijo que solía compartir largas rondas de mate con vecinos y con amigos de otras tendencias políticas. Uno de sus amigos era Miguel Magnarelli, de la Juventud Comunista y trabajador de la Ford, actualmente desaparecido. Recordó que su amigo le contó que tenía mucho miedo de Patti, porque lo esperó una vez a la salida de Ford para amenazarlo. Luego del golpe, Magnarelli desapareció. Las historias de Escobar se entrecruzan. El fantasma de Patti sobrevuela sobre ellas.

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