EL PAíS
› CUENTOS DE BOLOCCO: CARLOS Y EL DINERO
Cecilia es la RR.PP. de Menem & Bolocco SA
En una jugosa entrevista realizada por un diario chileno, fue banal, vaga y obvia salvo para atacar la figura de Carrió, cambiar datos históricos y edulcorar el origen del dinero de Menem.
› Por Martín Granovsky
Carlos Menem y Cecilia Bolocco son dos personas despreocupadas por el dinero. A ella el corralito la tiene sin cuidado: sus cuentas están en Chile y los Estados Unidos. Y a él lo tiene sin cuidado el bolsillo: trabajó duramente como abogado y ahora es un viñatero próspero. Esa, naturalmente, es la versión que Bolocco, cada vez más consustanciada en su papel de jefa de relaciones públicas de su marido, dio ayer al diario chileno La Segunda.
Bolocco concedió un largo reportaje en el que aprovechó para desplegar con banalidad su estilo de primera dama prêt-à-porter, fiel a la idea de combinar las tonterías sin contenido con la política hablada desde un lugar impune.
La periodista Lilian Olivares le pregunta cuál es el primer mandamiento de una primera dama. Bolocco se pone entre bíblica y trivial. “En primer lugar debiera de amar sobre todas las cosas a su marido, porque por eso es Primera Dama, porque está casada con el Presidente y no debe olvidar jamás eso.” ¿Y más allá de la teoría? “Seguiría trabajando cerca de la gente, con una plataforma un tanto distinta de la que he tenido en esta carrera de las comunicaciones, pero que me ayudaría tal vez a cumplir más sueños que antes no eran factibles.” ¿Quisiera ser ministra de la Pobreza? Bolocco lo ignora aún. Pero estar cerca de los pobres sí. Y de los niños, claro.
Bolocco aclara que no es una bruja. Ni siquiera se arriesga a un título en contra cuando la periodista le dice que algo de brujas son todas las mujeres. Para nada. Ella no le da opiniones a Carlos, no se mete mucho. Solo se mete, y mucho, en la vida de hogar, porque Carlos “no estaba acostumbrado a tener un hogar y privacidad, y los secretarios y los guardias estaban siempre encima”. Ahora está ella. Y no importa lo que digan los periodistas, porque “ciertos medios han contribuido mucho a que la parte moral y el respeto por las personas, por las cosas, por la dignidad, se haya perdido en la Argentina”.
El país anda mal, en buena medida por la prensa, pero afortunadamente Carlos está ahí, al tiro nomás. ¿Cómo es Carlos, para Cecilia? Un estadista, más que un político. Un hombre preocupado por la educación. Un tipo de visión “profunda y grandiosa”. Y todo para un programa que Cecilia define así: “Hay que refundar un poco esta Argentina que está agonizando”. Un enigma. Fundar un poco no se puede. O se funda o no se funda. Una ciudad, por ejemplo, se funda sí o sí. Si se funda un poco pasa como con Pedro de Mendoza, que fundó Buenos Aires por primera vez y después tuvo que venir Juan de Garay a fundarla de nuevo. Y refundar un poco también es difícil, como el medio embarazo o la media virginidad. Refundar un poco: “Hay que fortalecer el Estado, sus instituciones, hay que hacer una nueva República”. Y todos van a ayudar. Incluso los Bush. Según Cecilia, Bush padre la recibió “cuando Carlos estaba detenido, y sus palabras fueron: ‘Nosotros estamos ansiosamente esperando que Carlos vuelva a la Presidencia y queremos que sea el próximo presidente de la Argentina”, porque “es el único que hizo las cosas como se tenían que hacer”.
La periodista, con acierto, pregunta a Bolocco si todo eso es posible cuando –dice una encuesta– “el 40 por ciento de la gente lo sindica a Menem como el responsable de la debacle”. Bolocco, entonces, se pone pragmática, y anuncia que no hablará de política. Sólo ofrecerá datos. Larga uno: “(El de Menem) ha sido el único gobierno en los últimos 75 años de historia argentina que culmina con su mandato, elegido por el pueblo”. Error: Agustín P. Justo fue elegido en 1932 y terminó en 1938, y Juan Perón fue votado en 1946 y terminó en 1952. Los dos, también, completaron su mandato.
¿Qué le parece Reutemann a la RR.PP. de Menem? No lo conoce: “Nunca fue a verlo a Carlos en Don Torcuato”. ¿Y Domingo Cavallo? ¿Podría volver? Carlos dice que hay que sumar. Cecilia dice que cuidado, que ojo con tenercerca a “personas con mucho poder”. ¿Luis Zamora? Desconoce. ¿José Manuel de la Sota? Conoce pero no opina. ¿Elisa Carrió? Los periodistas de la tele dicen que le fascinan los postres. Zancadilla: “A mí me fascinan los postres, también. Tengo un metabolismo distinto, es lo único”. Pero no le preocupa a Cecilia la apariencia física de Carrió sino la historia. Dice, prolija, como si recitara una carpeta, que Carrió “trabajó para el general Serrano en la dictadura”. En rigor la dirigente del ARI fue fiscal de la Justicia chaqueña. En rigor, también, Bolocco no dedicó su vida a combatir a las dictaduras. Una biografía que escribió sobre ella Sergio Gómez en el semanario chileno Siete+7 cuenta que en 1987, cuando volvió de ganar el trofeo de Miss Mundo en Singapur, justo había manifestaciones estudiantiles. Cecilia había recibido un telegrama de Augusto Pinochet, agradecido a “la fiel representante de la belleza y la simpatía de la mujer chilena”. Ella y su papá visitaron al dictador en La Moneda. En esos días un carabinero le disparó en la cabeza a la estudiante María Paz Santibáñez. “¿Para qué se meten en problemas, para qué?”, se preguntó la reina, solidaria. Le dio mucha angustia saber del episodio, dijo, pero dijo que pensó: “Bueno, es que las cosas se buscan también”. Y entonces, según Gómez, “ensayó lo que sería a lo largo de su vida un principio a respetar, su mensaje evangelizador a las huestes que la seguirían: ‘A la gente que está arriba hay que respetarla, porque tú no sabes lo difícil que es estar arriba’”.
Por eso hay que defender a Carlos. Disipar sospechas.
“La forma en que hiciste tu plata está clarísimo: cuando trabajas te sacas la mugre haciéndolo. ¿Y cómo hizo Menem la suya?”, pregunta bien la periodista. “Ejerció como abogado durante muchos años.” La periodista insiste: “Pero él defendía a gente que no tenía plata”. Sí, claro, dice Cecilia, Carlos es increíble, pero antes ayudaba a su papá, y hoy los vinos de su bodega “se exportan a Inglaterra, a Estados Unidos, a Lituania, ahora ingresaron a China, y olvídate, son cerca de 200 hectáreas de viñedos, un negocio espectacular”.
Eso: un negocio espectacular, olvídate. Como la Presidencia.