Hoy se firmará la Convención contra la Desaparición de Personas. No todos los organismos de DD.HH. están de acuerdo.
› Por E. F.
Desde París
“Estamos ante una labor conjunta de Estados y de movimientos de derechos humanos que es muy original”, dice Rodolfo Matarollo al referirse a la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas que se firmará hoy en París. El subsecretario de Derechos Humanos acaba de terminar una reunión con los representantes de los organismos de defensa de los derechos humanos, argentinos y franceses. Las voces suben desde la planta baja de la embajada argentina. No todos comparten la satisfacción. Algunos organismos incluso no vinieron a la cita. La consideran redundante y hasta “abusiva”, según la expresión empleada por Marcelo Nowelszern, de la asociación CALPA. Tres temas empañan la reunión a la que asisten también Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto y Marta Vázquez, sentadas en torno de la misma mesa: el hecho de que haya un testigo desaparecido, de que otros estén amenazados y de que el texto se firme en París, con el telón de fondo de las revelaciones sobre el papel que desempeñaron los militares franceses en el asesoramiento de sus colegas argentinos. Los métodos empleados en la guerra de Argelia trasladados a la Argentina con el resultado que se conoce.
Marcelo Nowelszern explica: “Nos parece fuera de lugar que sean los gobiernos quienes aparezcan como los heraldos en la lucha contra las desapariciones. No queremos participar en ningún acto que glorifique a los gobiernos. Sin negar la validez de la Convención y la lucha que hicieron los organismos y las personas para que ésta exista, nos resulta, en el fondo, obsceno. Que venga la senadora a firmar esto nos parece fuera de lugar”.
La Convención existirá hoy, en una ceremonia oficial, bajo las luces de los proyectores. El secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, reconoce que el texto que se firma hoy “resume por lo menos veintiséis años de trabajo y de lucha. La idea se inició en 1981, en un coloquio organizado en París, con la necesidad de que esto se plasmara en un instrumento jurídico para condenar las desapariciones”.
Matarollo y Duhalde estaban en ese entonces en París. Matarollo vivía en la capital francesa y trabajó empeñosamente para que la reunión tuviera lugar. “Nosotros conseguimos un logro fundamental: incluir que las desapariciones forzadas sean consideradas como un crimen de lesa humanidad.” Los dos representantes argentinos entregaron el texto del proyecto de Convención. El documento está impreso en colores y lleva un texto de Julio Cortázar, “Rechazar el olvido”, leído por el escritor en 1981. El texto dice: “Todos los que están aquí reunidos admitirán conmigo que, cada vez que entramos en contacto con el problema de los desaparecidos, en Argentina o en otras países latinoamericanos, sea a partir de testimonios personales o de documentos, el sentimiento que se manifiesta casi inmediatamente es el de lo diabólico”.
En la delegación argentina explican que, entre sus muchas cláusulas, hay algunas que servirían para condenar mil veces a varios países del primer mundo que, en nombre de la lucha contra el terrorismo, continúan haciendo desaparecer gente u ocultándola a la pertinencia de la Justicia.
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